Se acerca la Navidad y con ella uno de los debates más dulces y clásicos en los hogares españoles: ¿cuánto cuesta realmente el turrón? Este año, la disparidad de precios entre supermercados ha llamado especialmente la atención, especialmente tras un vídeo viral; compartido en redes, que mostraba cómo una misma tableta de turrón puede valer bastante más en un establecimiento que en otro. Esa diferencia no es una simple anécdota: refleja dinámicas complejas del mercado, en las que intervienen las estrategias de cada cadena, el coste de los ingredientes y las decisiones de marca.
Según un reciente análisis en medios económicos, los supermercados Mercadona y Lidl ofrecen ejemplos muy distintos de lo que significa “pasillo navideño”. Mercadona mantiene su apuesta por productos de marca blanca a precios muy competitivos, buscando un equilibrio entre calidad y coste. Mientras tanto, Lidl aprovecha la temporada para ofrecer gamas más creativas, lanzando turrones gourmet o sabores especiales, lo que dispara la sensación de variedad, pero también el precio para algunas referencias.
Estas diferencias no se limitan a sabores o marcas exóticas. El turrón tradicional de almendra, ya sea duro o blando, sufre variaciones que sorprenden incluso a los consumidores más habituales. Por ejemplo, cadenas como ALDI ofrecen turrones desde precios realmente bajos: su surtido de Navidad incluye más de 40 variedades, con precios que arrancan desde apenas 0,99 euros.
Pero, ¿qué pasa cuando hablamos de ingredientes más “premium” como el pistacho? Aquí también hay diferencias sustanciales. Según la organización de consumidores FACUA, en turrones de pistacho se han detectado diferencias de hasta un 15 % en el precio para el mismo producto, dependiendo del supermercado.
Un ejemplo citado es el turrón de pistacho 1880: en Eroski puede costar 8,95 €, mientras que el mismo en Hipercor alcanza los 10,50 €, simplemente por estrategias distintas de cada cadena.
Otra fuente de discrepancia es la calidad y cantidad real de fruto seco en la tableta. Algunos turrones que prometen mucho pistacho llevan un porcentaje sorprendentemente bajo del ingrediente, lo que genera críticas desde asociaciones de consumidores. Esto significa que no solo pagas más en un supermercado, sino que en algunos casos puede que estés pagando por algo que no es exactamente lo que crees.
Para ponerlo en perspectiva con ejemplos concretos: el Turrón duro El Almendro, uno de los más clásicos y reconocibles, puede alcanzar diferentes precios según dónde lo compres. Otra opción muy conocida, el Turrón duro Delaviuda 250 g, también muestra variaciones. Si pasamos a sabores más originales, el Turrón sabor Pantera Rosa El Almendro refleja cómo la novedad o la “experiencia” navideña puede hacer que una tableta suba de precio. Incluso en versiones sin azúcar, como el Turrón blando El Almendro Suprema sin azúcar, las diferencias pueden notarse.
Tendencia que se nota en la cesta de la compra
Estos contrastes en precio no son aislados, sino que forman parte de una tendencia más amplia que se ve también en el coste general de la cesta de la compra. Según el estudio de la OCU para 2025, un hogar puede llegar a ahorrar más de 1.100 euros al año simplemente comprando en supermercados más económicos.
En Madrid, esa diferencia puede alcanzar los 4.270 €, según el mismo análisis. Si unos productos básicos ya muestran esta variabilidad, el turrón navideño, con su elevado margen de marketing y distribución, no es una excepción.
¿Por qué sucede todo esto?
Hay varios factores en juego. Primero, el coste de producción no es igual para todos. Un turrón “gourmet” con almendras españolas seleccionadas o con pistacho de alta calidad no costará lo mismo que uno básico de marca blanca. Segundo, las cadenas tienen diferentes estrategias comerciales: algunas usan el turrón como “anzuelo”, poniendo bajos ciertos precios para atraer clientes a otras secciones del supermercado; otras prefieren mantener márgenes más altos, especialmente en productos de marca reconocida.
La estacionalidad juega un papel esencial
Los turrones navideños se consumen en gran medida en un corto período, por lo que los supermercados pueden jugar con descuentos, promociones y juegos de volumen. También, desde el punto de vista logístico, los costes de almacenamiento, transporte y las previsiones de venta influyen en lo que pagan finalmente los consumidores.
Para el comprador estas diferencias representan una oportunidad. Cambiar de supermercado puede suponer no solo ahorrar unos céntimos por tableta, sino marcar una diferencia real en el gasto navideño. Revisar las etiquetas, comparar el porcentaje de almendra o pistacho, y vigilar ofertas puede transformar la tradicional “hora del turrón” en una victoria para el bolsillo.
Y es que el turrón ya no es solo un capricho navideño con sabor a tradición: es también un reflejo de las estrategias de precios de los supermercados. Esa misma tableta que compras en tu supermercado habitual puede costar bastante más en otro, y muchas veces la diferencia no se justifica solo por los ingredientes o la marca. Para la Navidad, quizá el mejor consejo sea repasar bien los pasillos, mirar las etiquetas y no asumir que todos los turrones son iguales, solo porque parecen iguales.





