Corría el año 1988 cuando Stephen Frears reunió a un elenco de ensueño para dar vida a Las amistades peligrosas, la adaptación cinematográfica de la novela epistolar de Pierre Choderlos de Laclos. Glenn Close, Uma Thurman, Keanu Reeves, Michelle Pfeiffer y John Malkovich se sumergieron en un juego de seducción, traición y deseo ambientado en la aristocracia francesa del siglo XVIII. Pero lo que nadie sabía entonces era que, fuera del set, dos de sus protagonistas, Malkovich y Pfeiffer, estaban viviendo algo más que una bonita amistad. Él interpretaba al seductor vizconde de Valmont y ella era la virtuosa Madame de Tourvel. Lo que comenzó como una colaboración profesional se convirtió en una historia de amor que marcaría un antes y un después en sus vidas.
Más de treinta años después, Malkovich, de 71 años, ha decidido hablar por primera vez sobre aquel romance: “No es algo de lo que haya hablado realmente antes”, según afirmó durante su entrevista para el pódcast Fashion Neurosis. Durante se mostró vulnerable y sincero sobre aquel episodio de su vida que le costó muy caro: el divorcio de su primera esposa. “En el trabajo que hago, se crean vínculos emocionales muy rápidamente. Es parte del proceso", explicó, pero "muy pocas veces, esos vínculos van más allá del entorno profesional. Para mí, Michelle fue alguien a quien valoré profundamente como colega. Era divertida, conmovedora y, conmigo, increíblemente justa. Y yo, desde luego, no lo fui”, reconoció el actor.
En aquel entonces, Malkovich estaba casado con la actriz Glenne Headly, con la que se llevaba seis años de matrimonio, mientras que Pfeiffer compartía su vida con el actor Peter Horton. La atracción entre ambos fue tan intensa que sus respectivos matrimonios no sobrevivieron al torbellino emocional que se desató durante el rodaje. La línea entre la ficción y la realidad se difuminó, como reconoció años más tarde el propio director del filme, Stephen Frears.
Aunque Michelle Pfeiffer nunca ha hablado públicamente sobre el romance, los rumores le han persistido durante décadas. Ha sido ahora cuando Malkovich, de 71 años, ha decidido contar ‘su verdad’ y admitió que lo que comenzó como una amistad profunda cruzó un umbral del que ya no hubo retorno. “He aprendido a lo largo de mi vida que un buen colega es más raro de lo que uno cree. Y cuando esa relación se vuelve algo más que profesional, o incluso más que una amistad profunda, se pierde a un gran colega”, según su propia reflexión.
De hecho, comparó aquella situación con la relación profesional que mantiene con la intérprete lituana Ingeborga Dapkunaite, que se remonta a los años 90. “Ingeborga y yo llevamos 33 años colaborando y seguimos siendo grandes amigos y colegas, porque nunca cruzamos esa línea”, explicó con franqueza. A partir de esa experiencia, extrajo una reflexión que compartió con contundencia: “Eso es lo que he aprendido: cuando se cruza esa frontera, es muy difícil volver atrás”.
La supuesta relación que vivieron detrás de cámaras provocó un tsunami en sus respectivas relaciones de pareja. No solo provocó la ruptura del matrimonio de Malkovich, sino que también afectó al de Pfeiffer, quien se divorció de Horton en 1990, después de casi 10 años de matrimonio. Tres años más tarde, ella volvió a rehacer su vida y contrajo matrimonio con el productor de televisión David E. Kelley, padre de sus dos hijos, con quien aún sigue. Malkovich, por su parte, también encontró la estabilidad junto a Nicoletta Peyran, con quien tiene dos hijos, y está volcado en sus proyectos de cine y teatro. Su último trabajo para la gran pantalla han sido En la mano de Dante y Opus.
Con esta confesión, Malkovich no solo revela un capítulo desconocido de su vida sentimental, sino que también ofrece una mirada crítica sobre la complejidad de las relaciones personales en los sets de rodaje. Sin duda, su historia que, aunque breve, dejó una huella imborrable en dos de los rostros más icónicos de Hollywood.