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Almudena Cid© GTRES

"Estuve demasiados años creyéndome una superheroína que vestía un maillot de licra", nos explica para alzar la voz sobre la situación actual de los atletas

Almudena Cid habla con ¡HOLA! de su última gran cruzada: "Sufrí una gran crisis de identidad y un sentimiento de abandono y soledad"

La exgimnasta, que participó hasta en cuatro Juegos Olímpicos, lidera junto a otros nombres reconocidos, como Lola Fernández Ochoa y Fernando Romay, el movimiento para 'detener y revertir la desprotección social existente de los deportistas profesionales e internacionales' tras retirarse


8 de agosto de 2025 - 6:23 CEST

La vida de Almudena Cid cambió radicalmente después del 23 de agosto de 2008, momento en el que tras terminar su ejercicio en la final individual de gimnasia rítmica de los Juegos Olímpicos de Pekin, se agachó y besó el tapiz. Nunca un gesto había significado tanto. Casi 17 años después, lidera un movimiento para luchar por los derechos de los deportistas profesionales tras retirarse y por una jubilación digna. "Aquel beso en el tapiz me costó 18.000 euros de beca al año siguiente, un dinero que correspondía al esfuerzo ya realizado", nos explica sobre su propia experiencia. Hablamos con la exgimnasta sobre esta causa, tan importante para ella y para otros compañeros que siguen alzando la voz para que se reconozca el "esfuerzo de todos esos deportistas admirados".

Almudena Cid en los Juegos Olímpicos de Pekin 2008© Getty Images
Almudena Cid en los Juegos Olímpicos de Pekin 2008

"Desde que Blanca Fernández Ochoa se fue siempre la he tenido muy presente cada vez que hablo de la retirada y pensé que ella debía estar conmigo en este movimiento"

El caso de Almudena, de 45 años,  no es el único. Hay miles de profesionales que después de retirarse se quedan sin amparo. por eso durante la jornada "La carrera profesional de los deportistas de alto nivel: cotizaciones y jubilación" celebrada en el Congreso de los Diputados, muchos de los grandes atletas que han marcado un antes y un después en sus disciplinas, han alzado la voz para "detener y revertir la desprotección social existente de los deportistas profesionales e internacionales". Con el apoyo de Lola, la hermana de la recordada Blanca Fernández Ochoa, que lídera la Fundación que lleva el nombre de la esquiadora, fallecida en 2019, y con otros destacados nombres como Fernando Romay o Álvaro Martín, Cid ha planteado por primera vez y públicamente esta situación. "Si los deportistas fueran considerados trabajadores, podrían acceder a un paro y no alargar sus carreras alegando una lesión solo para poder recibir una beca que debería ser un salario", nos revela.

 Almudena Cid y Lola Fernandez Ochoa durante la presentación del documental El Viaje. La Medalla De La Salud Mental© Getty Images
Almudena Cid y Lola Fernandez Ochoa durante la presentación del documental El Viaje. La Medalla De La Salud Mental

El propio testimobio de la exgimnasta, que participó hasta en cuatro Juegos Olimpicos (Atlanta 1996, Sídney 2000, Atenas 2004, Pekín 2008) y consiguió 8 títulos de campeona de España, ha servido de ejemplo para muchas de sus compañeras, pero también para que hoy en día tenga una gran repercusión. "Estuve demasiados años creyéndome una superheroína que vestía un maillot de licra. En la escritura encontré la forma de ordenar mi experiencia deportiva y darle sentido a todo lo que no pude entender mientras estaba en la élite", nos explica en primera persona. "Fue una transición difícil, pero bella, como la gimnasia que hacía sobre el tapiz. Desgraciadamente, esta es mi historia y no la de todos, por eso me veo en la necesidad de alzar la voz", sentencia.

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"Fue una transición difícil, pero bella, como la gimnasia que hacía sobre el tapiz"

"Siempre me he sentido muy privilegiada, aunque nada me lo regalaron", afirma rotunda durante nuestra charla Almudena Cid. Después de 2008, vimos cómo la pequeña niña que vimos crecer en el tapiz año tras año, se había convertido en una mujer que buscaba incansablemente su sitio. Siempre con su gran sonrisa y carisma por delante, aunque por dentro librara otra lucha personal: "Sufrí una gran crisis de identidad y un sentimiento de abandono y soledad". Estudió interpretación, trabajando en varias obras de teatro y series de televisión, creó su propia saga de libros dirigidos al público infantil con "Olympia" como protagonista, y ha participado en numerosos programas de televisión como Bailando con las estrellas o Got Talent, pero nunca dejó de lado la gimnasia, que tantas alegrías le ha dado, y en los Juegos de París 2024 debutó junto con la reconocida periodista deportiva Paloma del Río, como comentarista.

Media Image© Almudena Cid
Media Image© Almudena Cidç
Media Image© Almudena Cid

En qué consiste esta causa 

La causa pretende detener y revertir la desprotección social existente de los deportistas profesionales e internacionales. Es sorprendente descubrir cuántas personas desconocen que los años de esfuerzo de todos esos deportistas admirados no aparecen en su historial de vida laboral. Se están abordando distintas situaciones y escenarios: quienes están ahora jubilándose, o lo harán pronto, y no pudieron cotizar a la Seguridad Social, por un lado, porque ni siquiera existía un epígrafe que los contemplara, a pesar de que pagaban sus impuestos e IRPF y por otro porque para ser olímpico no podía ser profesionales; los que, siendo deportistas de alto nivel, nunca cotizaron porque no tuvieron un empleador y solo han recibido una beca; y los casos más actuales, en los que el deportista puede adelantar la cuota de autónomos de todo el año y luego se le devuelve, aunque no es una obligación, sino una opción voluntaria. En este último caso, algunos desconocen esta posibilidad, otros lo ven como un trámite tedioso que no saben resolver y otros no tienen la capacidad económica para adelantar todo un año de cotización. Es importante aclarar que hay deportes que sí tienen una protección social. Estamos hablando de deportes mal llamados, minoritarios y de aquellos que no tuvieron ni tienen un empleador.

¿Cómo surgió la idea y quiénes te acompañan en este camino?

Después de un congreso de salud mental al que fui invitada, en la mesa redonda sobre la soledad, el abandono y las secuelas físicas que deja el deporte de alta competición, así como los problemas de salud mental derivados de esa exigencia, recuerdo que se marcharon precisamente las personas que debían escucharnos y que podían plantear soluciones porque fueron al acto inaugural. Pensé: ¿para qué sirve la compasión de los asistentes si no viene acompañada de soluciones? Desde que Blanca Fernández Ochoa se fue siempre la he tenido muy presente cada vez que hablo de la retirada y pensé que ella debía estar conmigo en este movimiento. Llamé a Lola, su  hermana, que dirige la Fundación Blanca; se unió María Lafitte, abogada especializada en derecho deportivo; y en aquel congreso conocí a un miembro de UGT, quien me dio su tarjeta al quedar impactado por la desprotección social que sufríamos los deportistas. Después se fueron uniendo otros deportes como Romay con el baloncesto.

¿Qué te ha motivado para alzar la voz?

Tengo compañeras que miran con orgullo lo que consiguieron, pero con una mirada triste. Otros ni siquiera piensan que mereció la pena. Hemos perdido compañeros y otros necesitan ayuda en la retirada. Me di cuenta de lo necesario que era sentir que has sido profesional de tu deporte y que dejaran de tratarte como un amateur. En el caso de la rítmica, normalmente siendo menor de edad, nos separan del núcleo familiar para incorporarnos a un régimen de trabajo de ocho horas diarias, con prohibiciones y obligaciones. Necesito que el deportista pueda ver reflejado su historial en la vida laboral y que todas las secuelas que deja el deporte al menos tengan un sentido en su jubilación.

Te has convertido en el referente de esta causa, ¿de dónde sacas las fuerzas para liderar esta iniciativa?

No me he parado a pensarlo. Simplemente es una necesidad. Saco el tiempo de mi vida personal y del descanso, igual que todos los que estamos en el grupo matriz de esta causa. Afortunadamente, durante mi carrera deportiva tuve visibilidad y un reclamo para las marcas, lo que me permitió tener unos ahorros y después he tenido la capacidad de reciclarme en otras profesiones. Siempre me he sentido muy privilegiada, aunque nada me lo regalaron. Recuerdo a una compañera que trabajaba en unos grandes almacenes, con la espalda resentida cada día, que me dijo: “Tú puedes hacer algo”. 

¿Hay alguna anécdota emotiva en la que hayas sentido que tu voz ha servido de ejemplo o impulso para alguien más?

Quizás cuando he contado alguna vez que el beso de Pekín fue el beso más caro de mi vida. El deportista de élite suele empezar a cobrar una beca cuando empieza a obtener resultados, es decir, en la temporada siguiente. En 2008, cuando me retiré y lo anuncié públicamente, aquel beso en el tapiz me costó 18.000 € de beca al año siguiente, un dinero que correspondía al esfuerzo ya realizado. Por eso, muchos deportistas, si fueran considerados trabajadores, podrían acceder a un paro y no alargar sus carreras alegando una lesión solo para poder recibir una beca que debería ser un salario.

¿Crees que falta conciencia social sobre el sacrificio (invisible) de los deportistas más allá de los focos? 

Creo que es fundamental ponerle solución a esta bola de nieve que hemos ido acumulando. Ahora empezamos a ver las consecuencias del deporte de élite en las primeras generaciones. El deportista es un referente para la sociedad y un gran embajador de la marca España. Provocamos que los más jóvenes practiquen deporte desde edades tempranas, con el impacto positivo que eso supone para la salud. Aún hoy me escriben familiares diciéndome que su hija se ha acercado a la rítmica por mí. ¿Cómo se cuantifica este impacto en términos de salud pública? Y, sobre todo, ¿qué pasará si no solucionamos esta desprotección que hasta ahora se mantenía en silencio?

¿Cómo sueñas que será el día en que se reconozcan los derechos laborales y de jubilación de los deportistas de élite? 

Me emociona pensarlo y dejo de hacerlo enseguida. Los deportistas vivimos en el “paso a paso”, siempre enfocados en qué podemos hacer hoy, que nos acerque al gran objetivo de los Juegos Olímpicos, cuatro años después. Solo al final de mi carrera fui capaz de visualizar con claridad cómo quería retirarme. Para esta causa estamos teniendo la ayuda del CSD (Consejo Superior de Deportes) con Uribes y Soto tendiéndonos una mano, de ADESP, de las federaciones, de los grupos políticos y de Seguridad Social. Todos estamos trabajando conjuntamente. Hay voluntad real para frenar esta situación, solucionarla retroactivamente y profesionalizar todos los deportes. Me emociona ver el trabajo que se está haciendo y la ayuda que estamos recibiendo, especialmente de UGT con Cristina Estévez al frente.

Este mes se cumplen 17 años de tu retirada, ¿cuál ha sido el momento más duro o desalentador que viviste tras tu retirada? 

Tras mi retirada pasé muchos meses sin entender qué me ocurría: sufrí una gran crisis de identidad, cambios constantes, sentimiento de abandono y soledad. Recuerdo ir al médico de la Seguridad Social por un dolor de rodilla y que me dijera que no había ningún informe mío en el ordenar. Le expliqué que estaba operada del menisco y, en ese momento, me di cuenta de que todo mi historial médico estaba en carpetas en el CAR de Sant Cugat. No me pertenecía. Me fui incapaz de explicarle mis fracturas de estrés en el pie derecho, mis tres protusiones cervicales o el osteofito de cadera que tantos problemas me había dado.

Más allá de lo económico, a nivel psicológico, ¿cómo es la adaptación de los deportistas a la vida cotidiana? Y, personalmente, ¿cómo lo hiciste tú?

Hoy en día existe una ayuda e información para la carrera dual, que facilita compaginar deporte y estudios, que ayuda a construir una identidad más allá del deporte. Aun así, la adaptación es difícil. Los cambios son enormes: el cuerpo, el entorno, las amistades. También desaparecen de golpe el entrenador que te marca el camino, los servicios médicos y psicológicos, lo que genera un sentimiento de abandono. Además, pierdes el sentido de competencia que te daba valor y que era tu forma de defenderte en el mundo. Yo lo hice como pude, sin acompañamiento de la federación y de los profesionales. Encontré en la interpretación un espacio donde conectar con lo que el deporte me había dado, pero también para explorar mi vulnerabilidad. Estuve demasiados años creyéndome una superheroína que vestía un maillot de licra. En la escritura encontré la forma de ordenar mi experiencia deportiva y darle sentido a todo lo que no pude entender mientras estaba en la élite. Fue una transición difícil, pero bella, como la gimnasia que hacía sobre el tapiz.  Desgraciadamente, esta es mi historia y no la de todos, por eso me veo en la necesidad de alzar la voz.

¿Qué ha significado para ti crecer y evolucionar fuera de los tapices y cómo disfrutas tu vida ahora?

A veces siento que veo la vida de forma diferente a los que me rodean. No sé si es mejor o peor, pero intento escucharme y ser honesta con mis decisiones. Me fui de casa con 14 años. Creo que uno de los momentos que más voy a disfrutar será construir mi casa cerca de Gasteiz, cerca de mi familia. El día que encienda mi chimenea y ase mis castañas volveré a sentir pertenencia, esa que dejé de sentir con 14 años.

¿Quiénes son tus grandes apoyos en este proceso?

Los propios deportistas. Es la primera vez en la historia que distintas generaciones y disciplinas deportivas están unidas por una misma causa. Créeme, es muy emocionante. Cristina Estévez , Mario Esteban y Tesifón Sanchez de UGT, Lola Fernández Ochoa, Maria Lafitte, Fernando Romay… todos los que estamos en el grupo matriz hace que el movimiento no decaiga.

Mirando atrás, ¿cambiarías algo de tu carrera si supieras la dificultad que supone la jubilación de los deportistas? 

Hubiera hecho lo mismo. Pero si hubiera sido consciente de todos los problemas que podían desencadenarse, habría comenzado este movimiento antes. En el fondo, muchos deportes ya lo intentaron, pero de forma individual. Recuerdo cuando Romay me llamó para unirse. La unión fue lo que nos dio fuerza.

¿Qué consejo le darías a los deportistas que van a seguir tus pasos sabiendo ya cómo ha sido tu recorrido?

Que no precipiten la salida del núcleo familiar y que tengan un lugar seguro, fuera del entrenamiento, donde hablar de lo que sienten. Que acepten que los sueños pueden cambiar y que no pasa nada. Que entiendan que el deporte es una herramienta de autoconocimiento brutal: te pone frente a ti mismo sin atajos, solo con trabajo y honestidad. Que recuerden que el deporte cultiva la paciencia, y eso será un superpoder en la vida real. Que hablen de la retirada cuando aún estén en activo; no significa precipitarla, sino darle su espacio de elaboración para cuando llegue. Y que se formen en algo que les apasione fuera del deporte, porque muchos valores son trasladables, pero hay mecanismos que activamos en la élite que no sirven en la vida cotidiana.

Sueños o proyectos pendientes

Me gustaría trabajar en un largometraje, volver a vivir temporadas en Vitoria cerca de mi familia, terminar mi documental que incluirá este movimiento y escribir mi primera novela para el público adulto. Y por supuesto sueño con que se dignifique al deportista y tenga una protección social.

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