Entrevista con Victoria Federica en ¡HOLA!: “Mi abuela, la reina Sofía, es un buen espejo en el que mirarme”

Gonzalo, Briana, Carla, Lorena, Nuria y Angélica están en esa etapa tan fascinante —y complicada a veces— entre la infancia y la adolescencia. Como cualquier chaval de su edad, su mundo se reparte entre el colegio, los amigos, las extraescolares... Sin embargo, a ellos la vida les ha hecho madurar antes de tiempo. Y tras haber luchado contra la enfermedad, a la hora de retomar su vida normal no siempre lo tienen fácil.

© Valero Rioja

Ellos han tenido el privilegio de ser los primeros en disfrutar del Club Juegaterapia, el nuevo espacio que la Fundación que abandera el lema "la quimio jugando se pasa volando" acaba de abrir en Madrid. Junto a ellos, una madrina de excepción, Victoria de Marichalar, que fue a conocer las instalaciones y a testarlas en primera persona. 

"Tuve la oportunidad de pasar por los distintos talleres, conocí a Briana y pude hacer una sesión de maquillaje con ella; con Nuria y Angélica, me hice varias fotos; también pasé un rato muy divertido con Gonzalo, jugando al videojuego "Mario Bros", y me encantó el taller de arte con Carla y Lorena, ambas son unas grandes artistas", nos comenta la hija de la infanta Elena.

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Victoria compartió con los niños varias de las actividades que el club les brinda, "con el fin de ayudarles a recuperarse de todas las secuelas físicas y a nivel neurocognitivo, social y emocional que les deja la quimio", nos cuenta María José Jara, directora del Club Juegaterapia. 

Además de tener dos juegaterapeutas, que evalúan a los niños para ver qué actividad les encaja mejor, tienen una zona gamer —donde juegan a videojuegos y reciben visitas de youtubers y streamers; un teatro (donde aprenden técnicas y ensayan obras), un taller de arte y una sala inmersiva, "la joya de la corona", dice María José, donde gracias a las últimas tecnologías "pueden sentirse como si estuvieran en el mar, en un concierto o en un partido de fútbol", añade. El club es también el punto de reunión para los chicos, "con los viernes pasan cosas, por ejemplo, donde les organizamos talleres, competiciones o tardes de pizza", explica la directora del Club.

Apoyo emocional

Para Victoria, esta ha sido su primera colaboración con Juegaterapia y, sin duda, le ha dejado huella: "Ha sido una experiencia inolvidable", expresa con una gran sonrisa. "El espacio es una maravilla —añade—, da muy buena energía. Tuve la oportunidad de conocer a los terapeutas del juego y la labor que desempeñan. Me parece increíble cómo conectan el juego en los niños, a la vez que están dando apoyo emocional y psicológico".

—¿Qué te motivó a formar parte de esta iniciativa?

—Sobre todo, las personas que están detrás de esta gran iniciativa. Lo importante, de verdad, es el equipo que está en el día a día. 

—¿Qué sientes cuando participas en un proyecto como este, con niños como los que han posado contigo?

—La primera sensación es una mezcla entre ilusión y responsabilidad. Cuando te aproximas a realidades que no son fáciles, no sabes cómo te vas a sentir hasta que lo ves. Creo que tienes que dejarte llevar, escuchar mucho y, en lo posible, ayudar. Estoy muy agradecida a todos por el rato que hemos pasado, me he sentido muy bien, pero lo principal es que haya podido aportar mi granito de arena y ayudar a que se conozca esta iniciativa tan bonita.

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—Debes de tener la solidaridad muy interiorizada desde pequeña, por lo que has vivido en tu casa. De tu familia, ¿quién es el que más te ha inculcado estos valores?

—Sí, la solidaridad es algo que he tenido muy presente desde pequeña. Lo he vivido en casa, lo he visto en mi madre, en mi abuela, en mi familia. Siempre me han enseñado que hay que estar cerca de quien lo necesita, que no se trata de grandes gestos, sino de humanidad, de mirar al otro con empatía. 

Agradezco que me lo hayan inculcado. Quizás mi abuela materna [doña Sofía] ha sido el principal ejemplo de ello y un buen espejo en el que mirarme, especialmente a través de su Fundación Reina Sofía y el centro de alzhéimer de su fundación. Gracias a su impulso, hoy el alzhéimer en España cuenta con más apoyo, más investigación y, sobre todo, más humanidad. Su trabajo y dedicación serán siempre un referente para todos. 

© Valero Rioja

—¿Y de tus amigos?

—Desde muy joven, he tenido la oportunidad de conocer realidades muy diferentes a la mía, y eso te hace crecer, te hace cuestionarte muchas cosas. Pero también tengo que decir que mis amigos han sido una parte fundamental en esto. He tenido la suerte de rodearme de personas con un gran corazón, que se implican, que ayudan sin esperar nada a cambio.

Muchos de ellos colaboran en causas solidarias de forma muy discreta, y eso inspira. A veces, entre nosotros, basta una conversación para animarnos a apoyar algo o simplemente acompañar a alguien. Creo que cuando la solidaridad forma parte de tu entorno, de tu día a día, acaba siendo algo natural, algo que no tienes que forzar. Y para mí, eso es un regalo.

—¿Qué causas son las que más te tocan el corazón? 

—Creo que cuando se trata de niños que están pasando por enfermedades tan duras como el cáncer, es imposible no sentir que el corazón se te rompe un poco. Ver a pequeños que deberían estar jugando, riendo, viviendo su infancia con alegría, enfrentarse a tratamientos tan duros y momentos tan difíciles, te remueve por dentro. Me conmueve mucho también el esfuerzo silencioso de sus familias, que luchan día a día sin perder la esperanza. Creo que darles visibilidad, acompañarles de alguna forma, apoyar a las fundaciones que están ahí cada día es algo que todos deberíamos tener presente. A veces, un gesto, una visita, una sonrisa pueden marcar la diferencia en el día de alguien que lo está pasando mal. No hay que ser nadie especial para hacerlo, solo hay que querer estar cerca.

—¿Cómo estás en este momento de tu vida en el que llegas a este proyecto?

—Me encuentro en un momento de mi vida de gran equilibrio y satisfacción. Valoro profundamente los espacios que me permiten crecer, aprender y aportar desde lo que soy. Llegar a este proyecto representa para mí una oportunidad muy significativa, no solo en lo profesional, sino también en lo personal.