Hay gente que da mucha rabia. Gente a la que todo le sale bien —o que todo lo hace bien que, para el caso, es lo mismo—. Que lo tiene todo. Y que, para más inri, todo lo que tiene es de lo bueno a lo mejor. Y una de ellas es… Bella Hadid. Que podía ser guapa y alta y espectacular y tener estilo y... Ya. Pero, no. Resulta que, además, todo lo que se propone, lo hace y lo hace requetefenomenal.
Ella no se conforma con ser una más. Y, ni mucho menos, del montón. Ella sobresale. Y sobresale, siempre. Porque tampoco es que se quede quieta. Ella prueba hobbies. O los rescata del pasado, como es este el caso. Especialmente cuando, si tuvo que renunciar a ellos, no fue por decisión propia, sino obligada por las circunstancias. O mejor dicho, una enfermedad, la de Lyme, que le transmitió una garrapata cuando los establos, antes que la moda, eran su pasión.
Hablamos de los caballos, un mundo al que vuelve como reina. Y no lo decimos nosotros, sino que ya está coronada. Que Bella, después de aquel trance, bien podía haberse quedado con calzarse unas botitas de cowgirl y ceñirse una cazadora de flecos para completar un outfit de escándalo y sanseacabó. Pero no sería ella. Bella ha vuelto a galopar. Y a hacer cabriolas. Como Laramie, la novia de Walker y la mejor amiga de Mia de Yellowstone. O sea, es corredora de barriles.
Y no es broma. De pequeña, practicó la equitación y, sobre todo, esta modalidad, hasta el punto de que podría haber concurrido a unos JJ. OO., los de Río, pese a que esta disciplina no fuera entonces olímpica, de no haber sido por la maldita bacteria... La moda y los desfiles de Victoria’s Secret serían entonces su premio "de consolación". Eso sí, como top entre las top.
Pero las cosas de la vida, o mejor dicho, del amor, la han devuelto a los establos. Y como Nicole Kidman y Keith Urban, ella junto a su novio, el mexicano Adam Bañuelos, pertenece a la Asociación Nacional del Cutting Horse. Pero Bella no se queda en mera espectadora. Ella compite. Esta semana pasada, se celebraba en Las Vegas una nueva competición del cutting de la que, en diciembre, entre las lágrimas de su chico, se alzó con el primer premio. Pues lo que les decíamos. Que no era rabia. Lo que sentimos por Bella, fuera de eufemismos, es puritita envidia.