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HOLA+ Boda Carla y Caritina Goyanes© Archivo ¡HOLA!

Los días más felices de Carlos Goyanes: la emoción del empresario en la boda de sus hijas, Carla y Cari

Recordamos los reportajes en los que ¡HOLA! contó sus esperados ‘sí, quiero’


18 de agosto de 2024 - 14:25 CEST

Padre de dos hijas, abuelo de cinco nietos y un esposo a punto de celebrar 49 años de casado. A sus 79 años, Carlos Goyanes disfrutaba mucho de su tiempo en familia y ellos le adoraban. “Eres el mejor padre y abuelo que se puede tener. Y no porque lo diga yo, sino que cualquiera que te haya conocido de verdad lo sabe…”, escribía su hija Carla hace unos días cuando, desgraciadamente, el empresario moría de manera repentina en su casa de Marbella, donde disfrutaba del verano. Un 7 de agosto triste para la familia Goyanes Lapique que recibió el consuelo de todos sus seres queridos y allegados más cercanos en en el tanatorio malagueño de San Pedro de Alcántara.

HOLA+ Boda Caritina y Carla Goyanes© Archivo ¡HOLA!
Sobre estas líneas, Carla Goyanes, que tiene en su regazo a su sobrino, Pedrito, junto a su madre, Cari Lapique; su abuela materna, Cari Fernández de Liencres, vizcondesa de Villamiranda, y su hermana, Cari, que llevó un vestido drapeado en crepé 'double' de seda color buganvilla y naranja de Jorge Vázquez, y unas sandalias de Yves Saint-Laurent. Detrás, Carlos Goyanes, Almudena Lapique, prima de la novia, y Antonio Matos, marido de Cari Goyanes.

“Papá, no te haces una idea de lo que te vamos a echar de menos”. Para sus hijas, su progenitor era una persona auténtica, genial y transparente. No solo era el abuelo de sus hijos, ni el marido de su madre, ni el amigo de sus amigos, también había sido el padrino en sus bodas. Recordamos los reportajes en los que ¡HOLA! contó el ‘sí, quiero’ de Caritina y Carla Goyanes.

HOLA+ Bodas Carla y Caritina Goyanes© Archivo ¡HOLA!
HOLA+ Bodas Carla y Caritina Goyanes© Archivo ¡HOLA!

La boda de la primogénita

En verano de 2008, Caritina puso el broche de oro a su historia de amor con Antonio Matos Salazar en una boda ibicenca con casi quinientos amigos, conocidos, familiares y seres queridos a su alrededor -que no quisieron perderse el evento de la temporada-. Ella ha sido y será una de las novias más tranquilas de todos los tiempos, quizá por su simpatía innata con los medios o quizá porque se encargó de diseñar todo su enlace… pero si algo es cierto es que derrochaba serenidad. Y no solo eso, también elegancia. “Es una sorpresa. No me ha contado nada”, explicaba su futuro marido sobre su vestido de novia.

HOLA+ Bodas Carla y Caritina Goyanes© Archivo ¡HOLA!
Cari Goyanes posa antes de dirigirse a la iglesia ibicenca de Es Cubells. Su vestido de novia fue un diseño de Manuel Mota, de línea fluida y talle bajo anudado con un cinturón y lazada lateral confeccionado en gasa de seda natural con el cuerpo ablusado, semidrapeado y cruzado por delante formando un favorecedor escote en uve. El velo doble en tul de seda tenía cuatro metros de largo.
HOLA+ Bodas Carla y Caritina Goyanes© Archivo ¡HOLA!
Como en una romántica comedia de Hollywood, la novia llega en el asiento delantero de un espectacular Bentley descapotable, conducido por su padre y padrino y con todo su cortejo infantil sentado en los respaldos de la parte posterior.

A las ocho de la tarde de aquel día de verano, se descubrió lo que el novio y todos los allí presentes esperaban: el diseño nupcial escogido por la hija mayor de Cari Lapique. Con mucho ‘glamour’, la novia llegó a la iglesia en un espectacular Bentley descapotable conducido por su padre y padrino, Carlos Goyanes. Él lucía un chaqué de Scalpers y ella, la gran protagonista, escogió un modelo de Manuel Mota, de línea fluida, confeccionado en gasa de seda y con escote en forma de uve. Un vestido que complementó con unas joyas de la misma firma y un velo doble en tul de seda. Solo faltó un buen ramo de acompañamiento -un pequeño despiste de la novia del momento- que hizo su entrada nupcial sin sus flores de Alfabia, pero todo quedó solucionado durante la Misa.

HOLA+ Bodas Carla y Caritina Goyanes© Archivo ¡HOLA!
Cari se dirige, del brazo de su padre, Carlos Goyanes, a la iglesia, donde esperaban los invitados. En la puerta, antes de entrar y mientras ya sonaba la voz de una cantante de góspel para recibirla y el novio esperaba en el altar, padre e hija se giran sonrientes.

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En esta imagen, un momento de la ceremonia religiosa, oficiada por el padre jesuita Jaime Garralda, fundador de la ONG Horizontes Abiertos y amigo de ambas familias. Una vez casados, Caritina y su ya flamante esposo se miran felices y sonrientes.

Del brazo de su padre -haciendo que se sintiese el hombre más feliz del mundo- al son de música góspel a cargo de la cantante Kathy Autrey, así caminaba hacia el altar Caritina. La ceremonia se hizo amena entre alguna otra risa y trozos de canciones de Los del Río -imprescindibles himnos en la familia Goyanes Lapique-. Y tras el ‘sí, quiero’, el convite se trasladó a ‘Can Rocío’, donde se unieron más invitados.

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Durante el cóctel previo a la cena, Cari y Antonio salieron a la puerta de la finca para posar ante los numerosos medios de comunicación allí congregados, a los que la novia les mostró su alianza de casada, de Suárez.

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La novia junto a su madre, Cari Lapique, su hermana, Carla, y Almudena, sobrina de Cari Lapique, hija de su hermano Manolo.

Cari y Antonio no eran unos novios al uso -se conocieron cuatro años antes de comprometerse a través de unos amigos en común, “y surgió lo que surgió cuando menos me lo esperaba”, confesaba Caritina-. En su boda, como no marca la tradición, en vez de sentarse durante la cena con sus familiares, se rodearon de sus mejores amigos; y sustituyeron el típico vals, por Por eso te canto, una canción de Melendi. Algo que no sorprendió a sus progenitores, ya que, según su madre: “Lo veo bien, lo veo mejor que antes, porque ahora es la boda de los novios y antes parecía la de los padres”.

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La hija mayor de Carlos Goyanes con su corte de pajes y damitas de honor colocando el velo.

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Carla Goyanes posa rodeada por la mayoría de los niños que integraron su cortejo nupcial. Junto a ella, su sobrino, Pedrito.

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El primer beso de casados de la feliz pareja.

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Una romántica imagen de Carla dándole un beso a Jorge.

El enlace de la pequeña de la casa

Tres años después, en verano de 2011, le llegó el turno a Carla Goyanes. “Al verme vestida de novia me he sentido muy segura, porque el traje está impecable, y emocionada: ahora sí que ha llegado el momento, después de tantos meses ilusionada”, confesaba la hija menor de Cari Lapique. Su historia de amor con Jorge Benguría se consagró en una tierra muy conocida y querida para la familia, la Costa del Sol. “Él no tenía no tenía ninguna preferencia especial por el lugar donde casarse. Yo, en cambio, desde pequeña siempre pensé que me casaría en Marbella”. Y así lo hizo.

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Sobre estas líneas, la mirada de complicidad de las tres mujeres Goyanes mientras acompañan a Carla en los instantes previos antes de la boda.

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La novia, que no puede ocultar su felicidad, con sus padres, Carlos Goyanes y Cari Lapique, que llevó unos espectaculares pendientes formados por dos filas de rubíes y diamantes, a juego con la sortija, y una pulsera de diamantes, todo de Suárez.

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La hija pequeña de Cari Lapique se dirige hacia el altar junto a su padre y padrino, Carlos Goyanes.

Su enlace fue un sueño cumplido. Desde representantes de la aristocracia hasta empresarios y artistas, sin olvidar a amigos y familiares, nadie quiso perderse el acontecimiento social del año en la Finca Cortesín, el espectacular ‘resort’ elegido para dar el ‘sí, quiero’, que acogió finalmente a 500 invitados.

Horas antes del enlace, antes del momento de brocha y pintura de la novia a cargo del equipo de Don Algodón -que llevaba cuidando su imagen como modelo desde los quince años-, ¡HOLA! pudo tener una conversación con Carla. “Nos conocimos en una cena que organizó una de mis mejores amigas y uno de sus mejores amigos (…) pero creo que lo que más me llamó la atención fue que un día que yo tenía bastante torcido consiguió hacerme sonreír sin parar”. Su romántica pedida fue en la ciudad del amor, París. “Cuando vi que se ponía de rodilla, me quedé como si no fuera conmigo”, pero luego dijo que sí y el resto es historia.

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En la imagen, Jorge y Carla se dedican una mirada que lo dice todo.

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Carla y Jorge, seguidos por la prima de la novia, Almudena Lapique. En el fondo, algunos de los 500 invitados a la ceremonia.

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Una tierna imagen de la hermana de Carla, Cari, con su hijo, Pedro.

Lo curioso es que su vida no iba a cambiar por el hecho de convertirse en marido y mujer, sino por su futura mudanza. La pareja se iba a vivir a Miami después de casarse. “Vamos a echar mucho de menos a nuestras familias, y yo en concreto, a Pedrito -su primer sobrino-, y en general, la calidad de vida de Madrid”. Cruzar el Atlántico era toda una aventura, pero no les daba miedo construir allí su futuro, “es una ciudad perfecta para la vida familiar. Está muy preparada para hacer planes con niños”.

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Sobre estas líneas, los recién casados, sin dejar de sonreír, se dirigen, tras la ceremonia, al cóctel.

Después de la entrevista y de un largo desfile de rostros conocidos, llegó el momento de desvelar el secreto mejor guardado de las bodas, ese que despierta las emociones de los seres queridos y que abre las bocas de todos los presentes, ese en el que la novia hace su entrada triunfal con su traje nupcial. Ese instante el que Carla Goyanes apareció con un vestido de la línea clásica de Rosa Clará, con escote en ‘V’, en tul de seda natural plisado, una cola de más de dos metros y un velo; y terminó acaparando todas las miradas. “Cuando he visto llegar a mi hija del brazo de Carlos y de la mano de Pedrito, casi me muero de la emoción”, confesaba Cari Lapique.

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"De Jorge me conquistó todo. Su forma de ser, de tratarme, sus principios y valores. Desde lo más superficial hasta lo más profundo", explicó Carla en una entrevista para ¡HOLA! antes de su boda.
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Carla se dispone a dar la mitad del ramo a cada uno de sus primos, Carlos y Felipe Cortina Lapique, que estaban acompañados por sus respectivas novias, Lucía Giralt y Amelia Millán.

Al ritmo de Te saludamos, Blanca Paloma interpretado por unas guitarras y un coro, la novia recorrió la pasarela más importante de su vida hasta el altar. La Misa contó con la presencia de Rafael Ruiz y Antonio Romero, más conocidos como Los del Río, que acompañaron al coro rociero con sus voces. Y como toque especial, los novios no solo fueron desposados, también fueron ‘velados’ -una tradición andaluza en la que se coloca una mantilla sobre la cabeza de la novia y sobre los hombros del novio como símbolo de unión total-.

El cóctel y la cena posterior no fueron a cargo de Caritina Goyanes, su 'chef' de confianza, porque la novia expresó su deseo de querer tener cerca a su hermana el día más importante de su vida. En su lugar, Bodegas Campos se encargó de todo el convite y, como si de una tradición familiar se tratase, los novios escogieron una mesa nupcial rodeados de sus mejores amigos, como antes habían hecho los padres y la hermana de la novia.

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Los novios, Jorge y Carla, abren el baile a los sones del tradicional 'Vals del Emperador', compuesto por Johann Strauss (hijo) en 1889, sobre una pista cubierta completamente con imágenes correspondientes a diferentes etapas en la vida del ya nuevo matrimonio, como podemos apreciamos en la fotografía de la derecha.

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El momento más mágico de la noche lo protagonizaron dos tartas. Una para el novio, que cumplió 30 años un día antes de su enlace, y otra para la madre de la novia, Cari Lapique, que cumplía años aquella misma noche, pasadas las 12. Una sorpresa que dio paso a otro gran secreto: el segundo vestido de la novia -también confeccionado por el equipo de Rosa Clará, de seda natural con cuerpo drapeado y falda de volantes asimétricos- con el que abrió la fiesta con el típico baile de los recién casados al son del tradicional Vals del Emperador. Una celebración que se prolongó hasta la salida del sol.