Linda Evangelista reaparece y explica las secuelas irreversibles del tratamiento que la dejó desfigurada

La modelo de 56 años asegura que no puede vivir escondiéndose

Por Marina Ortiz Cortés

Había sido la modelo más cotizada del mundo, pero a los 56 años Linda Evangelista está retirada de las pasarelas y de la vida pública desde 2015. No se trata de una cuestión de edad, sino de los efectos secundarios que sufrió tras someterse a un tratamiento estético que salió mal. Ahora, por primera vez se muestra al natural y comparte cómo ha quedado su cuerpo en una entrevista con People en la que asegura que está "cansada de esconderse". "Me encantaba subirme a la pasarela. Ahora me da pánico encontrarme con alguien a quien conozca", ha explicado al medio estadounidense, para el que ha posado por primera vez en años. 

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Linda Evangelista ha puesto una demanda contra la compañía Zeltiq Aesthetics Inc por valor de 50 millones de dólares (44 millones de euros) por el tratamiento estético de CoolSculpting -anunciado como la versión no invasiva de una liposucción con la que supuestamente se "congela" la grasa del cuerpo- que le fue realizado en siete sesiones entre 2015 y 2016. Desde entonces alega que no ha sido capaz de trabajar y que la situación le ha producido dolor físico y emocional. "No puedo vivir más así, escondiéndome y con vergüenza. No podía más con este dolor. Por fin estoy dispuesta a hablar", ha asegurado la maniquí, que durante los 90 alcanzó el estatus de supermodelo y se convirtió en uno de los personajes más icónicos y reconocibles del panorama internacional. 

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Cuando Linda Evangelista llevaba solo tres meses de tratamiento se dio cuenta de que habían comenzado a salirle algunos bultos en zonas como la papada, los muslos o el costado, en la parte superior del sujetador. Era precisamente esa la grasa localizada que ella quería eliminar, pero en vez de desaparecer estaba creciendo y endureciéndose, hasta el punto de que se convirtieron en zonas insensibilizadas. "Yo misma intenté arreglarlo, pensando que era algo que estaba haciendo mal", asegura la modelo, explicando que comenzó a hacer más dietas y ejercicio hasta tal punto que dejó de comer. "Pensé que estaba perdiendo la cabeza", confiesa. No fue hasta junio de 2016 cuando acudió a un médico que le diagnosticó hiperplasia adiposa paradójica, un efecto adverso raro de la criolipólisis a la que se estaba sometiendo. Menos del 1% de los pacientes de este tipo de tratamientos sufren esta enfermedad, que en muchos casos ya no tiene solución porque la liposucción no funciona

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La empresa se ofreció a pagar por la liposucción, pero a cambio de un acuerdo de confidencialidad que Linda se negó a firmar. Finalmente fue ella misma quien se financió dos operaciones en junio de 2016 y julio de 2017, pero unos meses más tarde de cada uno de los procedimientos volvió a tener el mismo problema. "No mejoró ni un poco. Los bultos son protuberancias duras y al caminar con un vestido, si no me pongo protección, me llega a sangrar la otra pierna del roce. No es como grasa suave, sino que está dura", admite la modelo. También su postura se ha visto afectada porque el bulto bajo sus brazos le impide bajarlos de manera normal. "No creo que los diseñadores quieran vestirme con esas cosas", comenta. "No me miro en el espejo. El reflejo no se parece a mí", añade.

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Con esta demanda, Linda pretende recuperar la confianza en sí misma más allá del físico. "¿Por qué necesitamos hacerle esto a nuestros cuerpos? Siempre supe que envejecería y que hay cosas que cambiarían mi cuerpo, pero nunca pensé que tendría este aspecto", comenta, asegurando que ha sentido como si hubiera perdido su identidad. Asegura que la supermodelo "ya no existe".

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Su salto a la fama y vida personal

Linda ya soñaba son ser modelo cuando era adolescente y vivía en Canadá, lo que le hizo presentarse al concurso de belleza Miss Niágara Teen, que no ganó, pero su participación sirvió para que un cazatalento de la agencia Elite se fijara en ella y le ofreciera trabajar en el mundo de la moda. Con 19 años, aterrizaría en París y comenzaría su estrellato que llegaría a convertirla en una de las supermodelos de los noventa gracias a diseñadores como Karl Lagerfeld o Gianni Versace. Entre 1987 y 1993 estuvo casada con el director de la mencionada agencia, Gerald Marie, pero también salió después con el actor Kyle MacLachlan o el futbolista Fabien Barthez. En 2006 fue madre de su único hijo, Augustin James, fruto de una relación con el multimillonario francés Fançois-Henri Pinault, actual marido de Salma Hayek.