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Agustín Bravo se convertía en el cuarto expulsado definitivo de la edición en la pasada gala de Supervivientes tras enfrentarse al televoto contra Lola, exconcursante de La isla de las tentaciones y Palito Dominguín. Preparando ya su vuelta a España, el presentador podía darse una ducha, asearse, dormir en una cama y verse por primera vez frente a un espejo después de haber estado casi dos meses a la intemperie, comiendo arroz y durmiendo bastante poco. Tomándose unos segundos antes de verse reflejado, el superviviente se ponía frente a su imagen y exclamaba: "¡Madre mía si parezco Robinson Crusoe! ¡Qué barba más exagerada, ay Dios mío", comentaba atónito por su cambio físico. Entonces, el cacereño se quitaba la camiseta para verse mejor y expresaba no reconocerse a sí mismo, mientras se preguntaba cuánto habría adelgazado. En total han sido 11 kilos los que ha perdido. "¡Si es que no parezco yo. Con razón Palito y Lola me decían que parecía Moisés. No he tenido la barba así de larga jamás", relataba.
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Agustín se preocupaba también por lo que pensaría su familia al verlo así: "Qué barbaridad, cómo me verán. Por un lado estoy bien, pero por otro me faltan un par de cocidos", decía sorprendido. Además de verse en el espejo, el superviviente podía disfrutar del primer desayuno fuera del concurso y no se cortaba ni un poquito en llenar varios platos. "Con esto estoy soñando desde hace más de 50 días, con esta maravilla, con este paraíso de sabores: el dulce, que no soy muy dulcero pero mi cuerpo me lo pedía; el fiambre, que voy a dar ahora buena cuenta de él; el queso, que lo amo con locura; los choricitos; las patatas fritas, que matamos por ellas en la selva; los huevos fritos, una quesadilla...", enumeraba emocionado el presentador dándole un beso a uno de los alimentos. Los sueños se hacían realidad para el cuarto expulsado del reality de Mediaset, que, aunque lamentaba su eliminación, daba las gracias por este "final feliz".
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Poco a poco degustaba cada alimento acordándose de su familia y agradecía a todos el poder tomar un desayuno tan suculento. "¡Qué bueno todo! Casi dos meses sin poder probar todos estos sabores que ahora me saben con mucha más potencia y ganas", añadía relamiéndose.
Una de las cosas que más ilusión hacían a Agustín en Supervivientes era tirarse del helicóptero. Y aunque solo los concursantes de pleno derecho podían hacerlo, finalmente antes de irse, el programa le concedía el pasado martes su deseo y él se lo dedicaba a todos sus seres queridos. "Pero sobre todo se lo quiero dedicar a mi mujer, que el próximo 29 de junio cumplimos 17 años de casados. Hemos hecho muchas cosas juntos y más que vamos a hacer. Lo mejor ha sido nuestra hija", relataba emocionado.
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