Tamara Falcó nos cuenta los recuerdos que guarda de su tío Fernando Falcó: ‘Me llamaba Tamaruski’

El marqués de Cubas falleció el pasado 20 de octubre, siete meses después de su hermano Carlos

Por hola.com

Desde que su participación en Masterchef Celebrity, programa que ganó en su edición del año pasado, Tamara Falcó está totalmente entregada a los fogones. Y no sólo porque siga elaborando recetas en TVE, como copresentadora Cocina con Peña y Tamara, sino porque le fascina la gastronomía. Aprovechando su presentación como madrina de la marca de sartenes Bra, la nueva marquesa de Griñón nos habla de cómo se cuida, de lo poco que le gusta cocinar a su madre, Isabel Preysler, y de su nuevo reto como embajadora de la Fundación Scholas, impulsada por el Papa Francisco. En su encuentro con Hola.com, Tamara también recuerda a su tío Fernando, marqués de Cubas, en unos meses muy complicados para su familia.

Tamara Falcó, como nunca antes la habías visto

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Hace un año te proclamaste la chef de España en televisión. ¿Cuánto has cocinado en este tiempo? ¿Sigues siendo cocinillas?

Sigo siendo cocinillas y sigo cocinando desde el principio del verano porque he estado cocinando de lunes a viernes en TVE.

Pero, ¿y en casa?

En casa estamos renovando la cocina. Empezamos en agosto y estamos a punto de terminarla. Espero cocinar un montón, que me gusta mucho. Es verdad que necesito mucha más práctica, porque hay muchas cosas que son prueba y error y está mal utilizar a la gente como conejillo de indias, que es lo que suelo hacer con mis amigos. Sería la pera que pudiera cocinar a mi madre y a Mario con técnicas de vanguardia y les gustase. A Mario le hice una esferificación con pollo y se pensó que era una bolita de mozzarella o algo... No se enteraba muy bien (ríe).

¿Cuándo terminan las obras de la cocina?

Se supone que a principios de noviembre y se han adelantado, así que fenomenal. Falta por llevar las neveras y todo el menaje. Ah, y faltan unas sillas. Mi hermana Ana también ha colaborado, que le ha regalado una lámpara maravillosa. Estamos muy contentas porque todo el mundo ha puesto de su parte y ha quedado bonita. A lo mejor la ves y piensas que es un horror, pero creo que ha quedado muy bonita.

¿Eres de las que te ponen música para cocinar o estás en silencio, organizada?

A mí la música me ayuda a concentrarme, la verdad. Y depende, hay veces que te gusta música clásica y otras, reggaeton (ríe). Un poco de punch, ¿sabes? Normalmente, hay que tener un poco de cuidado con el fuego y tienes que tener sólo un auricular, pero sí que me gusta poner música. ¡Ah! Se me ha olvidado poner altavoces en la cocina. Menos mal que tengo uno portátil.

Tu madre siempre ha dicho que no es buena cocinera. ¿Has podido enseñarle algo?

No es que no sea buena cocinera, es que lo aborrece con todas sus fuerzas (ríe). Lo único que quiere de la cocina es que esté limpia, que no huela y que le den su comida.

Pero, ¿este año no le has enseñado nada?

Es que le interesa menos cero, la aborrece con todas sus fuerzas (ríe). En su época era muy común que las mujeres supiesen cocinar y que fueran a clases de cocina. Mi madre, por impresionar a su suegra, lo hizo. Pero es que le horroriza... No puede. Le agobian todos los olores y los tactos (ríe)

¿No recuerdas algún plato especial que os haya preparado alguna vez?

Cosas sanas sí que recuerdo que nos hiciera, pero hace mucho tiempo. Había un día que era el de los postres. Mi madre cocinaba una especie de carrot cake con harina integral, mientras que yo hacía una que venía en una caja. Las probaba el tío Miguel y decía que estaban las dos igual de buenas, pero la de mi madre estaba malísima y la mía riquísima (ríe). También recuerdo una vez que mi hermana Chabeli sufrió un accidente y tuvimos que ir a Los Ángeles. Vivíamos en su casa mientras estaba mi hermana en el hospital. Llegábamos a casa muy tarde y, entonces, mi madre preparaba un trozo de pan, un trozo de tomate, un trozo de queso y un poco de pimienta. No era un sándwich, sino un aperitivo. La verdad es que estaba muy rico pero, después de cuatro días tomando aperitivos para cenar, le dije: “Mami, tírate el rollo y cocíname algo”. (ríe). Ella me dijo que, con tal de no cocinar, podía vivir a base de sándwiches. Sin embargo, Chábeli es super cocinillas.

El plan de Tamara Falcó tras una semana difícil

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Dices que comes de todo, pero, ¿cómo consigues mantener la línea? ¿Hay cosas que comas más y otras que evites?

La mejor forma que he encontrado es recurrir una nutricionista. Dependiendo de tus necesidades en aquel momento, te puede ir variando la dieta. Personalmente, lo que hacía era meterme un día de fruta, un día de ayuno intermitente... Dejar de comer desde las ocho hasta la hora de la comida, que en España es muy fácil, porque comemos súper tarde. Mi nutricionista me dejaba tomar café con leche, que suelen quitártelo durante el ayuno. También intento es meter muchas más verduras, que te sacia y tiene muchísima fibra, pero tampoco puedes olvidar de las grasas y la proteína. También intento limitar los carbohidratos a partir de las cinco de la tarde. Siempre en la medida de lo posible. No soy una talibana, que a mí eso no me funciona. Creo que la comida tiene que ver con la situación emocional y tienes que tener un poco de consideración. Si no, tienes efecto rebote. Eso es un poco como yo lo gestiono y a mí me funciona (ríe).

¿Estás viendo Masterchef Celebrity? ¿Cuál es tu concursante favorito?

Mi favorito es el programa, el formato en sí es genial. Todo el mundo que trabaja allí son amigos y todos los participantes lo están haciendo lo mejor posible. No podría decir un favorito, la verdad.

¿Qué técnica de la que aprendiste en Masterchef le has sacado más partido?

Hay técnicas de vanguardia que piensas que no tienen demasiado sentido, pero, en verdad, el concentrar el sabor de alguna forma, que sea interesante para el plato. Entonces, a la cocina tradicional eso lo puedes llevar. Lo que quieres es que sea sabroso y guste. Y si es nutricionalmente equilibrado, pues ya la pera. Pero siempre buscas lo mismo en la cocina, ya sea con técnica de vanguardia o sin ella, aunque yo no soy tan tradicional. Hay gente que le gusta una merluza a la bilbaína y que tenga una porción grande. A mí me gusta la cocina un tanto interesante.

¿Te animarías a escribir un libro de cocina?

Me encantaría escribir un libro con las recetas familiares porque muchas con las que crecí las hemos ido perdiendo.Tenemos mucha cocina asiática en casa y que ha ido adaptado mi madre. Me gustaría escribirlo, sí.

¿Te animarías a abrir un restaurante, que tu padre era empresario?

Creo que tengo suficientes proyectos abiertos y meses llenos, como para meterme en algo así... No sé de dónde sacaría el tiempo. También tengo mucho respeto al mundo de la restauración. He ganado un talent de cocina, pero no soy chef. A partir de enero me quiero empezar a formar y poquito a poco, pero croe que hay que dejarle a los profesionales ese tipo de cosas. Por ahora, soy muy buena comensal (ríe).

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Hace más de un año que no tienes pareja. ¿No te han salido pretendientes?

No sé... Buscadme uno (risas).

Igual hay alguien, ¿no?

No sé a qué te refieres.

¿En este año has preparado alguna cena romántica?

No he preparado ninguna cena romántica. No, no (ríe)

¿Con qué sorprenderías a ese chico?

Con algo que le gustase. No lo sé. Con algo que se me diese bien y algo especial...

¿Por ejemplo? ¿Algo afrodisiaco? ¿Tipo ostras?

La verdad es que la ostra no necesita mucha cocina... No lo sé. No tengo nada pensado, la verdad. ¡Si no tengo ni cocina!

¿Y tienes novio?

(Echa una carcajada)

Ya has iniciado el proceso de ser marquesa, ¿tienes ganas de ejercer el título? ¿Qué supone para ti?

Me han dicho que va a ser el 12 de noviembre el día que se publique en el BOE. Es algo muy emocionante. Mi padre decía que un título nobiliario es una entidad milenaria, que es algo que te pasa de una persona a otra y tienes que aportar tu granito de arena, pero dejar mejor. Espero conseguirlo, la verdad. Mi padre ha dejado el listón súper alto y voy a intentar hacer bien las cosas. Espero que salga bien para que la siguiente persona reciba el título en el mejor estado posible.

También vas a ser embajadora de la Fundación Scholas.

Para mí fue todo un honor conocer al Papa y presentar el acto de Scholas. Me encanta que hayan pensado en mí, porque la Fundación Scholas realiza una labor alucinante. Muchísimos de los adolescentes han quedado olvidados durante el COVID, estaban metidos en sus cuartos y eran tiempos en los que sufrían mucha tensión. Otro de los proyectos de Scholas es una escuela de surf en Mozambique. Desde que está abierta, estos niños han creado una especie de familia y tienen un sitio donde ir. Formar parte de una fundación, así me llena de satisfacción. Espero poder aportar y visitar todos esos sitios, porque creo que están en 140 países y hay 194. Ha sido un año muy bueno para ti en lo laboral pero, en lo familiar, ha sido muy complicado.

¿Cómo has vivido la perdida de tu tío Fernando, además de padrino, al que estabas tan unida?

Es todo muy reciente, parece un poco una pesadilla. A mi tío le ingresaron un jueves y falleció la semana siguiente. Un poco como a mi padre. Además, los dos fallecieron un día 20. Hemos tenido una mala racha en la familia. También mi cuñado ha fallecido y era muy joven.

¿Qué recuerdos tienes de tu tío Fernando?

Es mi padrino, le quería un montón y le quiero un montón, porque no creo que todo se termine aquí. Creo que me los volveré a encontrar y ahora, simplemente, tengo que hacer mi parte hasta que nos volveremos a ver. Cuando te falta alguien, le empiezas a echar de menos y te empiezas a preocupar de qué va a ser tu vida sin ellos. Mi tío Fernando se había convertido en una figura paternal conmigo, sobre todo, los últimos años porque es verdad que los niños no le hacían mucha gracia (ríe). Pero los últimos años ya era más adulta y le divertía mucho salir a cenar y comer conmigo. Quedábamos con mi primo y hacíamos mucha vida. Le voy a echar mucho de menos. También soy consciente de que la muerte es parte de la vida pero nunca te pilla en buen momento. A mi tío, que me llamaba Tamaruski, le voy a echar muchísimo de menos.