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Iñaki Urdangarin cumplía este jueves con su quinto día como voluntario en el Hogar Don Orione, de Pozuelo de Alarcón (Madrid). El ex duque de Palma ha saludado a los periodistas que cubrían su llegada con un escueto "hola, buenos días" y rápidamente ha accedido al interior del centro para retomar su trabajo en el equipo de movilidad. Urdangarin lleva sus pertenencias en una bolsa negra de Ecoalf, la firma de moda sostenible preferida de su suegra, doña Sofía, y ha cambiado su camisa verde por la azul que llevó en su primer día de voluntariado. El cuñado del Rey se está adaptando con "normalidad" a su nueva rutina, según dijo el director del centro, Francisco Sánchez. "Él ya sabe donde está su vestuario, su frigorífico para guardar el tapper... así que llega y hace su trabajo", explicó.
Urdangarin sigue con su rutina cuando están a punto de cumplirse 22 años de su boda con la infanta Cristina. Sin embargo, será la segunda vez que la pareja no pueda celebrar su aniversario, ya que el ex duque de Palma cumple condena en la cárcel de Brieva desde junio de 2018 por su implicación en el caso Nóos. Mucho ha cambiado la vida del matrimonio desde aquel 4 de octubre de 1997, día en el que se dieron el 'sí, quiero' en la catedral de Barcelona, pero siempre se han mostrado “unidos ante la adversidad”, como afirmaría el abogado de Urdangarin, Mario Pascual.
Urdangarin, al que los internos del Hogar Don Orione han 'bautizado' como el "guapete alto", continúa con su voluntariado después de que la Fiscalía recurriese dicho permiso al no cumplir los requisitos legales, ya que por un lado, "no tiene como contenido un programa específico de tratamiento", y por otro, el exduque de Palma aún "no ha cumplido la cuarta parte de su condena", que es de cinco años y diez meses de cárcel por malversación, prevaricación, fraude a la Administración, dos delitos fiscales y tráfico de influencias en el caso Nóos.
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El marido de la infanta Cristina, que sigue siendo preso de segundo grado, realiza su voluntariado dos días por semana, jueves y martes, y recorre los 103 kilómetros que separan la prisión abulense de Brieva del madrileño Hogar Don Orione por sus propios medios, es decir, que no es conducido por las fuerzas de seguridad. El permiso de ocho horas que le ha concedido el juez de Vigilancia Penitenciaria para llevar a cabo esta tarea comienza a contar desde el momento en que sale de la cárcel por lo que debe regresar a su celda a primera hora de la tarde.
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