No hay nada como sentarse frente a una amiga para contar aquello que de otra forma no se contaría. Penélope Cruz ha hablado sin tapujos sobre la maternidad con Gwyneth Paltrow en In Goop Health, un evento que organiza la actriz estadounidense y su empresa, Goop, dedicada al lifestyle y la búsqueda del bienestar. Allí Penélope, que se convirtió en madre por primera vez hace ya ocho años, ha hablado de la “presión” que sintió por estar perfecta tan solo unas horas después de dar a luz.
"Me di cuenta de la cantidad de cuentos de hadas, películas y mensajes de la sociedad que me han llegado por la forma en que salí del hospital la primera vez y la manera en que lo hice la segunda (tras la llegada de su hija Luna). Éramos dos mujeres diferentes". "La primera vez me obligué a mi misma a ser una superwoman, empeñada en dar a luz de forma natural y doce horas después dejar el hospital en tacones. Ahora echo la vista atrás y me pregunto ¿Quién te pidió que hicieras eso? ¿Quién te pidió que no delegaras, que sintieras que tenías que hacerlo todo por ti misma las 24 horas del día y te olvidaras de cuidarte?" ha confesado la actriz. "Y esto no tiene nada que ver con el feminismo. Haciendo eso no me estaba respetando ni cuidando a mi misma", añade Penélope.
El look de Penélope al detalle
Sin embargo, cuando llegó el nacimiento de su segundo hijo, una niña a la que llamaron Luna, que actualmente tiene cinco años, la musa de Almodóvar se dio cuenta de que no tenía por qué sucumbir de nuevo a esa presión. “Decidí que iba a estar tres días en el hospital. Estaba en la cama con el bebé y venían mi hijo y mi marido, que me ayudó mucho. Necesitas darte cuenta de que necesitas comer, dormir y darte una ducha", revelaba la actriz.
Penélope, que tras convertirse en Madrid decidió seleccionar más sus papeles y compaginarlos de la mejor manera posible con los de Javier Bardem, confesaba hace algunos años cómo y cuánto le había cambiado el hecho de convertirse en madre. “Estoy feliz de decir que mi ego se ha vuelto más pequeño con el paso del tiempo. Solía tener tanto miedo de lo que la gente podía pensar de mí, si iba a ser aceptada o querida, que dedicaba mucha energía a cultivar la percepción que quería que se tuviera de mí. Pero cuando me convertí en madre, algo cambió dentro de mí y dejé de preocuparme por esas cosas”.
