La inusual historia de amor de una heredera atípica, la última de la familia Onassis

La publicación brasileña 'Época' asegura que Athina Onassis y Doda Miranda se separan tras once años de matrimonio

Por hola.com

Hace un mes él aseguraba en los micrófonos de ¡HOLA! TV que no descartaban ampliar la familia, pero a día de hoy ha eliminado todas las fotografías que tenían juntos en sus redes sociales. Athina Onassis y Álvaro de Miranda, más conocido como Doda, han terminado -según publica el medio brasileño Época- una relación que fue tan polémica en sus inicios, como estable durante los catorce años siguientes. La nieta del magnate griego más famoso del siglo XX -y el hombre más rico del mundo en su época- ha escrito un nuevo capítulo de un romance inusual. Así ha sido la relación de la última y única heredera de la familia Onassis con del jinete olímpico brasileño.

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Athina solo tenía diecisiete años cuando conoció a Doda, que estaba a punto de cumplir los treinta años y tenía una hija. Ella era la brillante estudiante de un colegio de Bruselas, que tras la prematura muerte de su madre, Christina Onassis, con la que guarda un gran parecido físico, había quedado al cuidado de su padre, Thierry Roussel. Le faltaban entonces solo seis meses para recibir la primera parte de la herencia que su madre le legó, una fortuna de la que, aunque nunca han trascendido los detalles de la gestión, ha ido recibiendo en partes a medida que ha ido cumpliendo años.

Athina Onassis y Doda Miranda se separan tras once años de matrimonio

Exclusiva ¡HOLA! TV: Doda Miranda, marido de Athina Onassis, asegura que no descartan ampliar la familia

La diferencia de edad, sumado a que ella era “la niña más rica del mundo”, hicieron que este amor se viera rodeado de polémica. Sin embargo, Athina había tomado una decisión, en cuanto cumpliera la mayoría de edad dejaría el colegio y la casa paterna para irse a vivir a Brasil con su novio. Y así lo hizo, dando comienzo a un romance que podía parecer el “capricho pasajero” de una joven de 18 años, pero que el tiempo y la estabilidad han hecho que, hasta ahora, se tornara eterno.

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Tres años después, el 3 de diciembre de 2005, la pareja se casó en Sao Paulo ante mil trescientos invitados, entre los que sólo había un familiar cercano de Athina, su hermanastra Sandrine. Una de las hijas que su padre había tenido con la modelo sueca, Gaby Landhage, con la que ya había tenido un hijo, Erik, seis meses después del nacimiento de Athina.

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La amazona caminó hacía el altar, vestida de Valentino, del brazo del padre de Doda, Ricardo Miranda, evidenciando las desavenencias con su padre. Entonces fuentes cercanas a la familia Roussel aseguraron que Thierry y Gaby no recibieron invitación ya que no apoyaban que Athina se casara tan joven. Sin embargo, otras fuentes aseguraban que los problemas se debían a que al padre le gustaría haber tenido más control sobre la fortuna de su hija, una riqueza que su abuelo y su madre habían dejado bien “atada”.

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Sea como fuere, esto no empañó una boda en la que se descorcharon mil botellas de Veuve Clicquot, en la que Doda no paró de repetirle a Athina: “Eres todo para mí”, y previa a la cual se había firmado un contrato prenupcial. “Fue una de las primeras cosas que decidimos antes de casarnos. Yo lo propuse y Athina aceptó. Ella es la heredera, yo soy solo su marido. Si tuviéramos un hijo, él o ella sería el heredero, pero yo no tengo nada que ver con la fortuna Onassis. Era fundamental que esto quedara claro desde el principio”, declaró en una entrevista publicada en HELLO!.

Ese bebé, el que sería el nuevo heredero o heredara de la familia Onassis, no ha llegado durante su matrimonio. “Ella adora montar y es tan joven todavía que por ahora le vamos a dedicar más tiempo a los caballos. Cuando sea el momento, llegará”, declaraba Doda el pasado abril. Aunque hay que recordar que Athina durante estos años en cierto modo sí ha experimentado la maternidad, ya que lleva con Vivienne, la hija del jinete, desde que esta tiene tres años. “Vivienne está con nosotros desde siempre. Athina ha ejercido de madre con ella, porque después de mi ruptura con Cibele Dorsa (fallecida en el año 2011) nos dieron a la niña. También Fernando, el primer hijo de mi expareja, ha formado a menudo parte de la familia”, contó el brasileño en una entrevista en exclusiva que publicó ¡HOLA! en febrero de 2015.

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Su amor siempre ha sido discreto. Él ha medido sus entrevistas y ella nunca ha concedido ninguna. En esa línea sus apariciones son contadas, siempre en circuitos hípicos, allí es en donde, cuando parece que nadie les ve, han dado muestras durante todos estos años de su complicidad y amor. En cierta medida, se podría decir que su amor ha sido atípico, pero es que Athina Onassis es una heredera atípica.

A medida que ha ido soplando las velas de su tarta ha ido recibiendo porciones de herencia -la última de 700 millones de euros cuando cumplió los treinta el año pasado- y a la vez que se ha ido desprendiendo de posesiones. Algunas de estar pertenencias eran simbólicas, como su apellido paterno, y otras materiales, como la mítica isla de Skorpios que tanto quiso su abuelo y que dejó en manos de la hija del magnate ruso, Ekaterina Rybolovleva. “Athina jamás ha querido pertenecer al mundo de las personas célebres, no tiene joyas (en el 2008 vendió en una subasta en Christie’s las que heredó de su madre) ni vestidos de lujo... Y además, ¿sabe lo que le digo?, que un caballo se parece a un bólido, y le aseguro que hay muchos Ferrari en los establos, que no contaminan, no hacen ruido y provocan bellísimas sensaciones”, aseguró Doda en la citada entrevista realizada el año pasado.

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Athina Onassis encontró, al menos hasta ahora que se ha anunciado su separación, la estabilidad y la familia en la figura de Doda Miranda, que ha sido el mejor apoyo en su vida personal y profesional. En cierta medida, dio un revés al destino, demostrando que ella –a diferencia de su madre que protagonizó cuatro matrimonios fugaces y no del todo felices- sí había dado con el amor de su vida, por el que luchó contra viento y marea. ¿Es este el final definitivo de su matrimonio o –en palabras del jinete que recoge Época- están atravesando una “tormenta”, pero no van a renunciar a su amor?