Nacieron en el mismo año y se casaron en la misma semana, pero fueron herederos en un contexto distinto y llegaron al trono con diez años de diferencia. Felipe VI y Federico X, España y Dinamarca: dos reyes que llevaron vidas parecidas durante sus años de formación académica y militar y también sintieron la presión de ver su vida sentimental convertida en asunto de Estado. En mayo de 2004 ambos protagonizaron dos bodas reales de las que hacen historia, es decir, de las que solo celebran los que además de príncipes son futuros jefes del Estado. Los reyes del 68 tienen muchas cosas en común y a la vez nada que ver.
Cuando Felipe VI vino al mundo el 30 de enero de 1968 en España no había monarquía y muchos historiadores apuntan a que su nacimiento, el de un varón, el de un heredero, fue el espaldarazo definitivo para que el entonces príncipe Juan Carlos fuera designado sucesor a título de rey, un nombramiento que llegó en 1969 y solo fue un capítulo más en el largo proceso que vivió el rey Juan Carlos antes de 1975, cuando comenzó su reinado y España empezó a abrirse al mundo. El caso de Federico X fue otro, su casa, los Glücksburg, ocupaban el trono danés desde 1818 y no se movieron ni en el tiempo en el que la Alemania nazi ocupó el país. Cuando Federico X nació en el trono estaba su abuelo, Federico IX, y durante su reinado Dinamarca experimentó una gran transformación económica, laboral, social y cultural, en definitiva, nació el estado de bienestar y se convirtió en un país moderno.
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Los dos tuvieron una infancia como príncipes de cuna pero hay una cosa que ninguna corona puede suplir: los afectos. A Federico X de Dinamarca le pasó algo parecido a lo que le sucedió al británico Carlos III: sus madres tuvieron que reinar demasiado pronto. Margarita II fue proclamada jefa del Estado cuando su hijo mayor tenía cuatro años. Muchos vieron entonces la maternidad de la joven reina como una barrera entre ella y sus obligaciones con el Estado, quizá por eso, tanto Margarita II como Isabel II, se impusieron a sí mismas una agenda pública que demostrará que los niños no consumirían su tiempo. El retrato lo completó su padre, Henrik de Dinamarca, un hombre con un anhelo protagónico que siempre dificultó las relaciones familiares. El propio Federico ha descrito (en un libro escrito por Jens Andersen y publicado por Politikens Forlag el pasado enero, a su padre como "muy patriarcal", una forma de ser que no encajaba con un príncipe consorte.
El resultado fue que Federico X fue criado por niñeras y por su abuela, la reina Ingrid de Dinamarca, en ella encontró el amor, la paciencia y la protección que Carlos III encontró en la reina madre Elizabeth. "Ella me protegió, fue muy buena. Ella vivió todas las crisis que atravesé siendo niño y joven", contó el rey danés en el citado libro. Hay que recordar que la reina Ingrid de Dinamarca había nacido como princesa sueca, era hija de rey, mujer de rey y madre de reina, ella supo guiar a su nieto en la vida institucional y, a la vez, se aseguró de que no le faltara el cariño y vivió hasta el año 2000, el mismo año en el que Federico conoció a Mary.
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El caso de Felipe VI fue otro, su madre, la reina Sofía, no ocupaba la jefatura del Estado y pudo dedicar mucho más tiempo a sus hijos, a pesar de que acompañaba al rey Juan Carlos a la mayoría de viajes oficiales. Historiadores, biógrafos y testigos, empezando por el propio rey Juan Carlos, la describen como una persona clave en la formación (y no hablamos de la académica, hablamos del ser humano) del actual rey. "Tuvo una infancia feliz y eso se nota", dijo el rey Juan Carlos describiendo la maternidad de doña Sofía, figura de refugio y protección, no hay más que ver los muchos viajes que hizo para ver a la infanta Cristina y a su familia incluso en los tiempos en los que era muy impopular hacerlo.
En lo que respecta a los años de formación y de academia militar fueron bastante similares, primero en una universidad pública y luego a un lugar de élite, uno en Georgetown y otro en Harvard. Ambos son amantes de los deportes y pertenecían al círculo que se creó en torno a la Familia Real griega, ya que la reina Sofía es la hermana del fallecido Constantino de Grecia, mientras que la reina Margarita lo es de su mujer, Ana María de Grecia. Pablo de Grecia, nacido en mayo del 67, fue el primo hermano con el que ambos reyes hicieron pandilla durante una época. Aunque si se quiere, esto pueden ser "lugares comunes" dentro de la realeza, pero sí hay algo que tienen en común y que les marcó de forma definitiva es que el destino de ambos ya estaba escrito.
Si algún día Felipe VI tuvo alguna duda del papel que se reservaba para él, nunca lo sabremos, pero Federico X sí llevó su rebeldía a una esfera pública. No dejó de ser la historia universal de un joven que busca su propia identidad o el sentido de la vida, no obstante, él mismo reconoció que su madre y su mujer fueron cruciales para que apreciara un papel que no le convencía del todo. Si a este complicado proceso de llegar a la edad adulta añadimos que las relaciones de ambos fueron analizadas con lupa, parece evidente que fueron años complicados. "Es el corazón y no la tradición la que manda", llegó a decir el príncipe heredero de Dinamarca ante los medios de comunicación, estaba reivindicando su derecho a continuar con una relación sentimental con una modelo que no era del agrado de su madre, esto le valió la fama de enamoradizo y a ratos atormentado. Felipe VI también salió con modelos y vio frustradas varias relaciones sentimentales, pero evitó que cualquier sentimiento trascendiera.
Además de dos personalidades totalmente distintas y dos formas de presentarse ante el mundo que nada tienen que ver, Federico X se emociona hasta las lágrimas mientras que Felipe VI es indescifrable, a menos que la princesa Leonor sea la protagonista, que es cuando al rey le cambia poderosamente el gesto, es posible que la distinta trayectoria de ambas dinastías tenga algo o mucho que ver. La monarquía española conoce el exilio y la danesa no, ni siquiera cuando se vaciaron muchos palacios durante la Segunda Guerra Mundial. Digamos que Felipe VI creció mientras se reconocía la proeza de su padre: recuperar la corona que su bisabuelo, Alfonso XIII, había perdido y, sobre esa base, remar a contra corriente parecía fuera de lugar.
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Era obvio que ninguno de los dos se iba a casar por otro motivo que no fuera por amor, son los reyes del 68, el año del "prohibido prohibir". Finalmente se casaron con un modelo distinto de "princesa": mujeres que venían del mundo real y no de la realeza, profesionales que, cada una en su sector, tenían buenas carreras profesionales y veinte años después ha quedado claro que tanto Letizia Ortiz como Mary Donaldson actualizaron a la monarquía.
Ahora se cumplen veinte años de esas bodas que colapsaron Copenhague y Madrid en mayo de 2004 y el aniversario llega en un momento muy distinto para ambos. Mientras que Federico X estrena una reinado que comenzó de forma imprevista el pasado enero y que todavía está por consolidar, Felipe VI está a punto de cumplir sus diez años en la jefatura del Estado. Sus vidas paralelas durante un tiempo, incluso coincidieron en el año en el que trajeron al mundo a la heredera de la Corona española y al heredero de la Corona danesa, la princesa Leonor y el príncipe Christian, terminaron por separarse.