Canarias

Lanzarote: los Jameos del Agua

Por Hola.com

En las entrañas de esta isla canaria tuvo lugar hace miles de años un curioso fenómeno geológico, fruto del cual se crearon una serie de cavernas y túneles. Siglos después el artista lanzaroteño, César Manrique transformó dos de estas grutas en un impresionante escenario donde naturaleza y arte van de la mano.

Ubicado en un conflictivo punto de la corteza terrestre, el archipiélago canario debe su origen a las fuerzas tectónicas del interior de la Tierra, y Lanzarote no es una excepción. De hecho, esta pequeña isla fue protagonista de las últimas grandes erupciones sucedidas en Canarias. Fruto de tanta actividad volcánica, hay repartidos por todo su territorio cientos de cráteres y calderas, responsables de su relieve y fisonomía actuales. Uno de estos montes malditos es el volcán Monte Corona, que ocupa el extremo Norte de la isla. Hace unos 3.000 años este volcán entró en erupción.

Las lavas y escorias expulsadas por el cráter cubrieron las tierras circundantes con un espeso manto que, al contacto con la atmósfera, se enfrió rápidamente. Bajo esta costra humeante fluyeron ríos de lava líquida que encontraron su final en el Atlántico. Tras la erupción y el vertido del magma en las profundidades marinas, quedó un complejo sistema de túneles orientados radialmente desde las alturas del volcán hacia el océano. Alguno de estos corredores sufrió violentos estallidos durante las emisiones volcánicas a causa de la presión de las rocas, reventando el techo y dejando al descubierto varias entradas, denominadas «jámeos» por los lanzaroteños.

La naturaleza en la obra de César Manrique

Desde Arrecife a los Jameos, la carretera discurre por un extenso campo de lavas que se alternan con pequeños cultivos de nopal. La primera población a la que se llega es Tahiche. Aquí se localiza la sede de la Fundación César Manrique, en lo que fue la residencia particular del artista hasta los años ochenta.

Más adelante, en Guatiza, se encuentra el Jardín de Cactus, la última propuesta artística de Manrique. Al igual que el resto de sus trabajos fue ideado como un espacio en el que se combinan naturaleza y hombre. Toda la obra del artista sigue la misma línea de respeto al medio natural, pero haciéndolo compatible con su interpretación artística. Para muchos, los mejores ejemplos de este perpetuo interés son los Jámeos del Agua y la Cueva de los Verdes.

Las oscuras entrañas de Lanzarote

Una vez rebasada la entrada de los Jameos del Agua aparece ante la vista un complejo arquitectónico en el que el visitante podrá admirar la perfecta compenetración entre una naturaleza torturada y las más exquisitas y sencillas líneas arquitectónicas. Las escaleras de entrada, habilitadas sobre los antiguos caminos de acceso, terminan en una amplia sala sin techo, el Jameo, y de negras paredes, donde resaltan el mobiliario, llamativamente anaranjado, y la profusa vegetación del entorno.

En un oscuro rincón se localizan la pista de baile de la discoteca y la barra del bar. Continuando el descenso se abre al frente una amplia caverna bañada por las aguas saladas de una laguna subterránea. Manrique ideó unas pequeñas aberturas circulares en el techo de la cueva, labradas en la roca, para iluminar suavemente el conjunto.

En el extremo contrario de la caverna se abre un amplio espacio al que de nuevo le falla el techo rocoso. Para este rincón, Manrique visualizó una piscina de blancas paredes y aguas provocadoramente azuladas.

Íntimamente ligado a la construcción, pero al margen del Jameo, se construyó un auditorio subterráneo donde se celebran muchos de los acontecimientos culturales de Lanzarote, y un museo de vulcanología, edificado a ras de tierra e integrado plenamente en la obra. El paseo se convierte así en una continua sorpresa aderezada por la grata música de fondo.

La Cueva de los Verdes

La otra gran propuesta artística de César Manrique es la Cueva de los Verdes. Esta gruta pertenece al mismo complejo de túneles que los Jameos del Agua; sin embargo, el grado de intervención en la misma ha sido mucho menor.

En ella se puede visitar, con la ayuda de guías, una parte del sistema de pasadizos volcánicos que muestran las curiosas formas de la lava y las diferentes tonalidades del mineral que compone el túnel. El paseo desciende por debajo del nivel del mar hasta una sala de conciertos de impecable acústica.

La Isla del Diablo

El diablillo disentido por César Manrique es el símbolo de Lanzarote, pues el fuego del interior de la Tierra ha dejado su huella reciente en todos los rincones de la isla. Gran parte de su territorio fue arrasado durante las erupciones de los siglos XVIII y XIX, creando 1a típica imagen de tierras negras y ocres. El mejor ejemplo de lo sucedido se conserva en el Parque Nacional de Timanfaya, que engloba el macizo de las Montañas del Fuego.

Dentro del Parque Nacional, en el Islote de Hilario, se encuentra el restaurante El Diablo, que utiliza la energía geotérmica para sus instalaciones. De aquí parte la conocida ruta de los Volcanes, que se realiza en autobús. Otras opciones en la visita a Timanfaya son la ruta Tremesana y la ruta del Litoral, de las que se facilita información en el Centro de Visitantes e Interpretación de Mancha Blanca, cercano a la población de Tinajo.