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El ojo luego se irá acostumbrando, pero la primera impresión tras salir del aeropuerto de las islas Feroe es de no haber visto jamás nada igual: montañones hechos a manotazos por una naturaleza inmisericorde que horadó valles aquí y edificó acantilados allá, plantó fiordos y lagos como témpanos y playas de renegrida arena volcánica. O cascadas que se estampan desde los riscos y laderas de un verde tecnicolor por las que no crece ni un árbol por culpa del continuo azote del viento.

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Aunque no lo hicieron, cada una de las 18 islas de este archipiélago en pleno Atlántico Norte bien podrían haber servido de escenario a El Señor de los Anillos o Juego de Tronos. Lo que sí se rodó en una ellas, la remotísima Kalsoy, fue el desenlace de Sin tiempo para morir, la última de James Bond, enmarcada por unos paisajes tan fuera de este mundo que difícilmente olvidarán los fans de 007. El agente al servicio de su Majestad se quedó sin embargo con las ganas de verlos. Porque se filmaron los escenarios, pero la intervención los actores tuvo que ser incorporada digitalmente. Y es que ni la islita ni sus alrededores tenían capacidad para albergar al centenar de miembros del equipo de rodaje.

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UNA DINAMARCA INDEPENDIENTE

Las Feroe son unas islas tan singulares en todo que hasta su estatus es único en el mundo. Porque se trata de un país, pero queda englobado dentro del reino que Dinamarca aunque, a diferencia de esta, no forma parte de la Unión Europea. Goza desde 1948 de una gran autonomía económica y política, tiene moneda propia y hasta selección nacional de fútbol.

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UN ARCHIPIÉLAGO ALEJADO DEL GRAN TURISMO

Las relativamente escasas infraestructuras de este mundo aparte a caballo entre Islandia, Escocia y Noruega también tienen sus ventajas. Eso ha hecho que este archipiélago de naturaleza en mayúsculas se haya librado del turismo de masas. Aunque realmente, una vez allí, todo es más fácil de lo que pinta.

 

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CÓMO MOVERSE EN LAS ISLAS FEROE

En su único aeropuerto, en la isla de Vágar, se recoge el coche que conviene haber alquilado con antelación -para conseguir mejores tarifas-. Conducir por las carreteras panorámicas que comunican sus abruptas geografías, es uno de los platos fuertes de estas islas, algunas con túneles bajo el agua. El más largo, de 11 kilómetros entre las islas de Streymoy y Eysturoy, incluso tiene la de momento única rotonda submarina del globo. Las islas poseen también una eficaz red de ferris y conexión entre ellas por helicóptero.

Al no formar parte de la UE, las compañías españolas no ofrecen roaming gratuito, por lo que conviene adquirir una vez en las Feroe una tarjeta prepago para el móvil y así evitar unos costes más que considerables al, por ejemplo, utilizar el navegador GPS del móvil por sus carreteras.

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PAISAJES SALPICADOS DE OVEJAS

Imposible, al volante o a pie, cansarse de su hilván de paisajes sobrenaturales bajo esas luces del norte que cambian tan de repente como en cualquier momento puede hacerlo aquí el tiempo. Mientras por hasta lo más escarpado de sus lomas campan a sus anchas las ovejas, desternillantemente despeinadas de tanto vendaval, junto a sus costas se retuercen coladas de lava como las que vimos formarse en directo durante la erupción del volcán de La Palma.

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Y VILLAS COLORIDAS DE PASADO VIKINGO

Muy de cuando en cuando, a lo largo del litoral afloran villitas de coloridas casas prefabricadas que han ido sustituyendo a las tradicionales con tejado de hierba. Aún, afortunadamente, quedan algunas, herencia de cuando este archipiélago de pasado vikingo era tan pobre que no había nada mejor para aislar los techos de la lluvia y el frío. Entonces, las casas se calentaban con tierra quemada y muchas aldeas no tuvieron electricidad hasta finales de los sesenta. Las cosas han cambiado para los feroeses desde entonces. Aunque viven fundamentalmente de la pesca, los apenas 50.000 habitantes que suman entre todas las islas lo hacen muy holgadamente.

 

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EMPEZAMOS POR LA CAPITAL

Una semana no daría para recorrer en condiciones sus 18 islas, por lo que se impone elegir. Tórshavn, la capital de juguete de las Feroe y donde reside la mayor parte de la población es un imprescindible además de una buena base desde la que explorar islas próximas. Se encuentra al sur de la isla de Streymoy y tiene dos puertos, un par de calles principales, el centro histórico con algún museo y unas cuantas tiendas donde comprar algún recuerdo de nuestro viaje (como un buen jersey de lana).

 

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LA IMAGEN MÁS ICÓNICA DE LA ISLA

En la isla de Vágar hay que dirigirse al pueblo de Gásadalur, aislado en un acantilado entre montañas y a unos 20 minutos en coche desde el aeropuerto. Sus coloridas casitas de madera con techos de hierba y la famosa cascada de Múlafossur forman la imagen más reconocida de este archipiélago.

 

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OTRAS ISLAS IMPRESCINDIBLES

Las islas de Nólsoy y la propia Streymoy, en la que se encuentra la capital, e incluso la vecina y segunda en tamaño de Eysturoy. Más al norte hay que recorrer bellezas como las islas de Kalsoy, Bordoy o Svínoy. Mejor hacer noche por algunas de sus casitas rurales.

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MUY PRÁCTICO

CÓMO LLEGAR DESDE ESPAÑA

Atlantic Airways (atlanticairways.com), la línea aérea feroesa, vuela directo al aeropuerto de Sørvágur (isla de Vagar) de mayo a agosto desde Barcelona, Palma de Mallorca y Gran Canaria una vez a la semana. El vuelo dura algo más de tres horas y media. El resto del año o desde otras ciudades españolas, la ruta hace escala en Copenhague. El precio de los billetes, si se adquiere con antelación, puede a precios que rondan los 300 €. La capital danesa también está conectada con Tórshavn, capital de las Feroe, por ferry.

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CUÁNDO IR

Los mejores meses para visitar este archipiélago están entre mayo y agosto, cuando el clima es más estable y los días son más largos (casi carecen de noche). En ellos las grandes praderas se cuajan de flores, las cascadas rebosan de agua y las localidades se llenan de vida y actividades culturales como conciertos. Para recorrer las islas y conseguir buenos precios habrá que planificar el viaje con tiempo suficiente, especialmente los vuelos y alojamientos, ya que no hay mucha infraestructura hotelera, sobre todo al alejarnos de Tórshavn, la capital, o de la isla de Vágar, donde se encuentra el aeropuerto.

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DÓNDE DORMIR

Muy bien situado a tiro de piedra del puerto y el coquetísimo cogollo de madera de Tórshavn, el 62° N Hotel (62n.fo/hotel/en), con un albergue al lado para presupuestos más ajustados. Cerca del aeropuerto, por lo que son perfectas para el último día, las cabañas de madera, piedra y tejado de hierba de The View (theview.fo). Y en un emplazamiento único para olvidarse del mundo, la casita playera de Leynar (leynar.fo), justo al lado del taller del escultor Ole Nielsen, muy interesante de visitar. En visitfaroeislands.com/en/plan-your-stay/accommodation pueden consultarse todos los hoteles, cámpings, casas de huéspedes y alojamientos rurales.

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DÓNDE COMER

Nada más aterrizar, de camino a la espectacular cascada de Gásadalur podría pararse a probar una auténtica sopa feroesa en Fiskastykkið (fiskastykkid.fo).

Si en la capital pocos restaurantes pueden compararse al Roks (roks.fo) ­–el hermano pequeño del emblemático estrella Michelin Koks (koks.fo), trasladado durante 2022 y 2023 a Groenlandia­–, por las esquinas del archipiélago pueden disfrutarse experiencias tan locales como la que despacha en la isla de Nólsoy la señora Maud (maud.fo), cocinando en su propia casa para sus huéspedes, o el Café Garðurin á Stórheygum (facebook.com/Garðurin-á-Stórheygum-1851007841783450/), donde Heidi y su encantadora familia regentan el único establecimiento de la isla de Sívnoy, perfecto para empezar el día con un desayuno de pan casero y el aquí imprescindible embutido de cordero ahumado.

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