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Dos metros de distancia. Esa es la medida mínima que debemos mantener para estar seguros en tiempos de pandemia. Algo que es fácil en estas playas, porque la más pequeña se extiende a lo largo de más de cuatro kilómetros de longitud. En ellas los paseos solitarios pueden ser interminables, los espacios para poner la toalla no se limitan y, además, puedes practicar deportes a tu aire, incluso montar a caballo por el arenal. Aquí cabemos todos y muy separados.

DOÑANA (HUELVA)

No solo de España, la playa de Doñana, con sus 28 kilómetros de longitud, está entre las más largas del mundo. Una extensa playa virgen, entre Matalascañas y la desembocadura del Guadalquivir, con dunas vivas que se desplazan desde la playa a la marisma movidas lentamente por los vientos del suroeste. Su continuación, la de Castilla, es también inmensamente extensa, alrededor de 20 kilómetros, pero es más salvaje, y la rodean acantilados formados por dunas. Solo llegar a ellas es un lujo, mucho más pasearlas o hacer una ruta a caballo al atardecer.

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CARNOTA, A CORUÑA

Tiene el honor esta playa coruñesa de ser, gracias a sus ocho kilómetros de longitud, el mayor arenal de Galicia. Un lugar a mar abierto, ideal para perderse y de gran valor ecológico –su zona de marismas y dunas da cobijo a una gran variedad de aves migratorias–, desde cuya arena se contemplan unas magníficas puestas de sol.

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MAZAGÓN, HUELVA

Entre el Parque Natural de Doñana y la ría de Huelva, Mazagón regala kilómetros y kilómetros de playas de arena inmaculada para pasear. La del mismo nombre tiene unas dimensiones descomunales y arena increíblemente fina que parece no tener fin. Andando por ella se llega hasta el camping de Mazagón, donde se enlaza con otras que realmente son una continuación. Primero, la del Arroyo Julianejo, muy cercana a la de la Fontanilla; un poco más adelante la playa del Parador, en una de las zonas naturales más bonitas; luego la del Rompeculos, donde se puede practicar el nudismo y, por último, la torre del Loro.

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COFETE, FUERTEVENTURA

Impresiona tanto por sus dimensiones como por la naturaleza salvaje que la rodea. Son 12 kilómetros de longitud protegidos por el macizo de Jandía, con las montañas más altas de la isla. Desde el pequeño poblado de Cofete, donde se deja el coche, caminando hacia el norte está El Islote, una isla unida a la playa (unos cinco kilómetros de paseo), y hacia el sur, el impresionante Roque del Moro (2,7 kilómetros).

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LOS LANCES (CÁDIZ)

Más de siete kilómetros ocupa este ancho arco de arena blanco lamido por las aguas del Atlántico enclavado en el término municipal de Tarifa. No por su longitud, que también, sino por los vientos que soplan en ella, la buscan los aficionados al windsurf y otros deportes acuáticos. Desde ella se divisa el estrecho de Gibraltar, las costas africanas y la sierra litoral. Pero es que además este paraje natural posee un gran valor ecológico, como zona de concentración y paso de aves.

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EL PUNTAL DE SOMO, CANTABRIA

En medio de la bahía de Santander y en el municipio de Ribamontán al Mar, esta inmensa playa tan querida por los aficionados al surf es una larga lengua de arena rodeada de agua por todas partes menos por la que le une a tierra. Sus cuatro kilómetros y medio de longitud dan para buenos paseos por su arena fina y dorada, escoltados por una zona dunar. Si grato es el paseo, no lo son menos las vistas de la estampa más regia de la capital cántabra, a la que se puede llegar en las típicas pedreñeras (barcos) desde el embarcadero.

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LA BARROSA, CÁDIZ

Ocho kilómetros de playa de finísima arena que ofrecen un paisaje lleno de contrastes. Un tramo muy urbanizado y frecuentado frente a otro más natural con pinares y dunas cubiertas de vegetación. En el tramo más urbanizado, el paseo marítimo es lugar de encuentro y parada en sus muchos chiringuitos y restaurantes... En su zona más virgen es una maravilla el paseo con los pinares a un lado.

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MATALASCAÑAS, HUELVA

Rodeada por el Parque Nacional y Natural de Doñana, Matalascañas es una playa para pasear y pasear. Son más de cinco kilómetros los que van desde la torre de la Higuera hasta el Coto, un espacio onubense protegido donde además se puede disfrutar del Parque Dunar –más de 130 hectáreas de dunas de 10 metros de altura– o de rutas a caballo o en todoterreno.

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PUNTA DEL FANGAR, TARRAGONA

Por su aspecto semidesértico, la playa del Fangar es una de las zonas más insólitas del litoral del Ebro. Una extensa flecha litoral de seis kilómetros de largo y hasta tres de ancho que incluye el sistema de arenales y dunas móviles mejor construido del Delta. En primavera, además de paseo solitario se observa a un buen número de colonias de aves marinas que nidifican y se refugian en esta área.

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SAN PERE PESCADOR, GIRONA

Sus 6,3 kilómetros de longitud dan para mantener distancia con paseantes o bañistas en esta playa virgen de arena fina con dunas en la bahía de Roses. Dividida en ocho tramos, en su parte más oriental está la zona de especial valor natural y paisajístico, que forma parte del Parque Natural dels Aiguamolls de l’Empordà. Con estas dimensiones, hay espacio reservado para varios camping con acceso directo a la playa, zonas para nudistas, para la práctica del windsurf y kitesurf y otras muchas actividades... Situada entre la desembocadura del río Fluvià y la del Riuet, dispone de varios accesos desde la carretera de Sant Pere a l’Escala.

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