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ANGRA DO HEROISMO

La capital de la Isla Terceira, en el archipiélago de Azores, regala su mejor panorámica desde el mirador natural del monte de Brasil, que permite admirar con perspectiva su casco histórico abierto a la bahía de Angra. Declarado Patrimonio de la Humanidad, lo embellecen sus casas bajas con marcos de colores y fachadas en blanco, sus calles empedradas y espacios como el Jardín Duqe da Terceira, la plaza Velha, el Alto de la Memoria y la fortaleza de São Sebastião.

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MONSARAZ

Vigía privilegiada del valle del Guadiana, a un paso de la frontera con España, Monsaraz aparece a lo lejos aupada sobre un cerro y rodeada de murallas de pizarra. A un lado de la ciudadela se alza el campanario de la puerta de la Villa, y a otro, la torre del homenaje del castillo medieval. En el caserío, visitas obligadas son las igrejas de Nª Srª de Lagoa y de la Misericórdia, mientras que en las praderas que baña el río se descubren dólmenes megalíticos y menhires de hace cinco milenios.

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AVEIRO

En plena ría de Aveiro, nada resulta más típico en esta ciudad que subirse a una de las góndolas que recorren la llamada Venecia portuguesa e ir descubriendo desde sus canales las elegantes mansiones de estilo art nouveau y también las casitas más modestas del pintoresco barrio de los pescadores que la embellecen. Protegida del Atlántico por un extenso campo de dunas, su relación con el océano es histórica, pues en el siglo X el mar bañaba sus casas.

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COIMBRA

Pesa la historia y la cultura en esta ciudad que durante siglos fue la capital portuguesa. Y es que esta ciudad que fundaron los romanos junto al río Mondego tuvo el honor de contar con una de las primeras Universidades de Europa. Hoy, la Salamanca lusitana, es la tercera ciudad más importante del país y sus estrechas calles, sus casas colgantes y sus palacios, capillas e iglesias componen uno de los conjuntos monumentales más bonitos de Portugal.

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GUIMARAES

La historia de Portugal comienza en esta ciudad a poco más de una hora de Oporto, cuyo casco antiguo es Patrimonio de la Humanidad. Para ver despacio, el antiguo castillo y el palacio de los Duques de Braganza; para entretenerse, la preciosa Largo da Oliveira, las estrechas callejuelas empedradas y las deliciosas plazas, y para pasear, las rutas por las colinas del parque de Penha, al que se puede llegar en teleférico.

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FUNCHAL

La capital de la preciosa isla de Madeira sorprende desde antes de aterrizar en ella, desparramada como está por la montaña, con sus barrios ascendiendo por la ladera desde el puerto. Descubrir su centro histórico, hacer una cata en alguna de sus bodegas, estimular los sentidos en el Mercado dos Lavradores, subir en teleférico y bajar en sus carros de cesto o sentarse en sus frondosos jardines son algunos de los pasatiempos que no hay que dejar de hacer.

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ÉVORA

Un viaje en el tiempo. Es la invitación de esta ciudad portuguesa por la que pasaron las más excelsas culturas y que hoy es heredera de sus huellas. Si romanos y árabes erigieron templos suntuosos, murallas infranqueables y acueducto, de época cristiana son sus plazas primorosas, iglesias altísimas y palacios de mucho mérito. La plaza Giraldo es el corazón de esta hermosa ciudad donde turistas y estudiantes se dan cita en sus terrazas. Para no perderse, la Capilla de los Huesos, revestida de calaveras.

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ÓBIDOS

En el oeste de Portugal y a unos 75 kilómetros de Lisboa, Óbidos es uno de los rincones más evocadores de la Extremadura portuguesa. Dominando desde lo alto un inmenso paisaje ondulado próximo a la costa, está fortificada desde antaño y posee un cuidado conjunto de casas encaladas y estrechas y sinuosas calles que descubren sus lugares imprescindibles: el castillo medieval, la plaza e iglesia de Santa María o el Museu Municipal. El santuario do Senhor da Pedra queda extramuros.

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SINTRA

A los monarcas portugueses les encantaba el espectacular emplazamiento de Sintra, un conjunto que hoy forman ciudad, sierra y paisajes y está declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. La ciudadela vieja de calles intrincadas y casonas dieciochescas, las quintas señoriales, los senderos sinuosos que se pierden entre los bosques y una buena colección de monumentos –como el Palacio Nacional de Sintra y el Palacio da Pena, a imagen y semejanza de los de Baviera–, dan fe de ello.

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TAVIRA

Agua, canales, caños, esteros, dunas y playas componen la extraordinaria naturaleza del Parque Natural da Ria Formosa, en el Algarve oriental. Es el entorno que rodea a esta ciudad que, además, posee una gran riqueza histórica y monumental: su puente romano sobre el río Gilao, la muralla árabe, el castillo medieval, pero también sus 37 iglesias. La ciudad también comparte nombre con la Ihla de Tavira, a la que se llega en barco.

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