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IZNÁJAR

Las aguas del mayor embalse de Andalucía acarician la base del cerro en el que se refugia este pueblo cuyo ceñido caserío se refleja en sus aguas.  Su reflejo de callejuelas empinadas se remansa en estrechas plazas y en miradores naturales abiertos a un paisaje de agua, valles y olivos repletos de leyendas medievales. Su castillo y la iglesia de Santiago son sus dos grandes monumentos / © Shutterstock

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CASTILLO DE ALMODÓVAR DEL RÍO 

De cimientos ibéricos, romanos y árabes, aunque reformado y restaurado en diversas ocasiones, el castillo de Almódovar del Río es una de las fortalezas medievales más imponentes y mejor conservadas de España. Baluarte predilecto de los reyes castellanos, ocupa el cerro más alto y es guardián del pueblo y el Guadalquivir, que quedan a sus pies. Desde sus almenas se admira una panorámica única, que abarca la campiña cordobesa y se pierde en el horizonte / © Shuterstock

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MEDINA AZAHARA

A unos 5 kilómetros de Córdoba se levanta esa ciudad de ensueño y lujo mandada construir en el siglo X en las faldas de Sierra Morena por el califa cordobés Abd al-Rahman III, el rey más poderoso de Occidente. Ninguna otra pudo hacer sombra a la también conocida como “ciudad brillantísima”, destinada a ser sede de la corte y residencia de los soberanos omeyas. Su recuerdo sigue fascinando a los que quieren revivir las páginas más brillantes de al-Andalus / © Shutterstock

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CUEVA DE LOS MURCIÉLAGOS

Ejemplo perfecto del pueblo andaluz, Zuheros llama la atención desde lo lejos por tres cosas: por la blancura de su caserío, arracimado en torno a un barrio medieval que conserva la trama original de sus calles y esquinas; por la altivez de su castillo palaciego encaramado en el centro el pueblo y por las aristas montañosas y los pedregales calizos que respaldan y esconden en sus entrañas una cueva prehistórica, la de los Murciélagos, de excepcional valor por sus pinturas rupestres / © Cueva de los murciélagos

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PRIEGO DE CÓRDOBA

Priego es un pueblo, especialmente, para disfrutar paseando sin prisas en primavera, perfumado por el aroma de las flores que inundan sus fachadas. En las calles y plazas de esta localidad barroca cordobesa toman asiento iglesias y palacios del siglo XVIII y su maravilloso barrio de la Villa lo forma un angosto entramado de callecitas empedradas y plazoletas donde reside la quintaesencia de la ciudad musulmana y medieval. No hay que dejar la villa sin descubrir los aceites denominación de origen Priego de Córdoba, visitar una almazara para conocer su proceso de fabricación y sus olivares centenarios / ©  Shutterstock

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MONTORO

La “bella escondida” llaman a esta ciudad, porque quien pasa por la autovía del Sur camino de Córdoba o Sevilla ni se la ve ni se la imagina. Montoro es una villa blanca cuyas casas albas, señoreadas por la torre colorada de la iglesia de San Bartolomé, se alzan sobre un meandro del Guadalquivir. Para contemplar, el puente de las Doncellas, la monumental plaza de España, el Museo Arqueológico, ubicado en la iglesia de Santa María, y la curiosa Casa de las Conchas / © Shutterstock

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VÍA VERDE DE LA SUBBÉTICA 

Entre olivos y viñedos discurre esta vía que recorre a lo largo de 57,3 km el sur de la provincia de Córdoba siguiendo el trazado del antiguo Tren del Aceite. El sendero permite disfrutar a ciclistas y caminantes de los hermosos paisajes del Parque Natural de la Sierra Subbética y de la rica avifauna de la Reserva Natural de la Laguna del Salobral. También acerca a pintorescos pueblos como Luque, Zuheros, Doña Mencía, Cabra y Lucena, salpicados de altivos castillos y alguna que otra misteriosa cueva / © Fundación de los Ferrocarriles Españoles

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LUCENA

Dos ciudades de Córdoba cobijan la esencia artística del Barroco andaluz: Priego y Lucena. Aunque solo sea para admirar la capilla del Sagrario de la iglesia de San Mateo, que ha sido comparada con un firmamento a escala reducida, Lucena merece una sosegada visita. Una vez en ella hay que descubrir también su castillo, en el que estuvo preso Boabdil, el último de los sultanes nazaríes de Granada, y que acoge el Museo Arqueológico y Etnológico de la ciudad; recorrer su judería y, a las afueras, en un empinado cerro solitario, llegar hasta el santuario de la patrona, la Virgen de Araceli / © Shutterstock

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