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ARUCAS

El casco histórico de esta localidad de Gran Canaria está declarado de interés y refleja el despegue económico que disfrutaron las islas a partir del auge de la agricultura. Entre su patrimonio sobresale la iglesia de San Juan Bautista, rebautizada como catedral, de estilo neogótico. También merecen un paseo el parque Gourie y el jardín botánico de Las Hespérides. 

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BETANCURIA

Con sus casas blancas, su bonita iglesia, su antiguo ayuntamiento y sus calles con historia a las que se asoman balcones de madera, Betancuria es el típico pueblo canario con encanto. Pero este, además, perdido entre montañas y con el honor de haber sido la primera capital de Fuerteventura.

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CALETA DE FAMARA

Famara es una playa maravillosa, la favorita de la modelo Helen Lindes. Está en el noroeste de Lanzarote, tiene 6 kilómetros de largo y se extiende al abrigo de El Risco de Famara. Pero también es un pueblo marinero, La Caleta de Famara, cuyas casitas blancas le otorgan una pintoresca belleza. Escenario de algunas escenas de la película de Almodóvar Los abrazos rotos, este lugar es también punto de encuentro de amantes del surf. 

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CALETA DE SEBO

Casi todo el mundo cree que las Canarias son siete, pero la verdad que hay una octava: La Graciosa, donde habitan 650 personas, todas en la capital y única población viva, Caleta del Sebo, desde donde van y vienen en dos barcos de línea a Lanzarote, de la que le separa un estrecho de poco más de un kilómetro. No hay puentes, túneles, ni aeropuertos. Ni tampoco ruidos, polución, ni carreteras asfaltadas. De modo que, al atardecer, uno se sienta en la orilla y ve cómo eran las Canarias antes de que se inventara el turismo, los pescadores tocados con los típicos sombreros gracioseros, limpiando las capturas del día delante de sus casitas blancas.

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GARACHICO

Es uno de los tesoros de Tenerife. La localidad fue sepultada bajo la erupción de un volcán a principios del siglo XVIII, lo que formó unas piscinas naturales en roca volcánica famosas en toda la isla. Sus calles, que mantienen el trazado urbano fundacional, trasladan la época de esplendor portuario de la localidad.

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LA OROTAVA

Las empinadas calles adoquinadas de esta localidad tinerfeña que conserva ese sabor tradicional de las antiguas ciudades coloniales están sembrada de iglesias, conventos, palacios y molinos de agua que dan para entretenerse largas horas. Ahí está el templo de la Inmaculada Concepción o el de San Juan Bautista, el convento de Santo Domingo, pero también la Casa de los Balcones o el Liceo Taoro. Pero entre su rico y abundante patrimonio artístico sobresalen las llamadas Doce Casas, el mejor ejemplo conjunto de arquitectura tradicional canaria de los siglos XVI a XVIII, casi todas articuladas en torno a un patio con galerías abiertas a un fresco jardín interior.

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PUERTO DE MOGÁN

La marina de Mogán conserva el encanto de los tiempos en los que era solo un puerto de barcos pesqueros, con playa enmarcada por apartamentos en la que encontrar ocio urbano tras pasar un día en las montañas de Gran Canaria. 

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TEGUISE

Un paso por Teguise permite hacerse a la idea de cómo era la vida en la isla durante los primeros tiempos de presencia colonial. La que fuera antigua capital de Lanzarote hasta 1847, cuando pasó el testigo a Arrecife, conserva un notable conjunto de edificaciones, entre las que destacan el castillo de Santa Bárbara, ahora convertido en Museo de la Piratería; el Palacio Spínola, ubicado en una casona señorial del siglo XVIII; la antigua iglesia de Guadalupe y el convento de San Francisco. Los domingos la atracción es su mercadillo, uno de los más grandes de Canarias.

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TEJEDA

Tejeda es un pueblo de montaña que conserva orgulloso la mayor cantidad de patrimonio arqueológico de la isla de Gran Canaria, además de unas vistas privilegiadas al Nublo y a otros roques, principalmente desde el Parador Nacional Cruz de Tejeda, que dan para imaginar que uno está en el Cañón del Colorado y no en Canarias / © Alex Bramwell

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YAIZA

Cuidado y bonito. Así es este pueblo situado en el sur de Lanzarote cuyas casas blancas tradicionales con techos planos y calles llenas de flores y jardines contrastan con el oscuro paisaje volcánico en el que se ubica, fruto de las erupciones que tuvieron lugar en la isla en el siglo XVIII. La iglesia de los Remedios y la Casa de la Cultura Benito Pérez Armas son dos de sus edificios más sobresalientes.

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