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PRAGA
Partida en dos por el río Moldava y desgajada en cinco barrios históricos, la Ciudad de las Cien Torres o la Praga de Oro sabe encandilar con su uniforme inventario de callejas y plazas adornadas de iglesias, cúpulas y palacios, no en vano es Patrimonio de la Humanidad. La catedral San Vito, el castillo, el puente Carlos, la iglesia de Nuestra Señora del Týn o el callejón de Oro son algunos sus encantos, sin olvidar el Reloj Astronómico, famoso en todo el mundo. © Libor Svácek.

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TELC
La imagen de las casas que rodean la plaza principal de esta pequeña ciudad a medio camino entre Praga y Viena, regala una de las fotografías más reconocidas del sur de Moravia. Fue después de un incendio ocurrido en 1530 cuando Lord Zachariáš de Hradec decidió convertir el castillo de piedra de Telc en un elegante castillo residencial y reconstruir estas casas adosadas y coloridas con arcadas que hoy son uno de los mejores ejemplos de arquitectura renacentista al norte de los Alpes. Para la vista y el paseo, también los tres grandes estanques que rodean el centro histórico, Patrimonio de la Humanidad. © Libor Svácek.

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ČESKY KRUMLOV
Por sus pintorescas calles medievales, las elegantes fachadas góticas y renacentistas de sus casas burguesas, el gran castillo que domina el ‘skyline’ de la ciudad, sus campanarios en punta y miles de rincones encantadores, esta joya de Bohemia es una ciudad de cuento cuyo mapa lo dibuja el río Moldava, el más largo de la República Checa. Es es su meandro más retorcido en el que reposa su casco viejo, el mismo que la Unesco ha elegido como Patrimonio de la Humanidad. © Ales Motejl.

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HOLASOVICE
El pueblo de Holasovice es el ejemplo perfecto de la tradicional aldea centroeuropea y su orgrullo las fachadas de sus casas labriegas de los siglos XVIII y XIX, cuyo estilo –con adornos y detalladamente trabajadas– es conocido como el barroco rural de Bohemia del Sur–. Se sitúan alrededor de una extensa plaza y han sido merecedoras de su inscripción en la prestigiosa lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. © Libor Svácek.

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KROMERIZ
Kromeriz es, sin duda, una de las ciudades que pertenecen a un imaginario club de las ciudades más bonitas de Chequia. El pintoresco centro histórico con las abovedadas casas burguesas, el monumental palacio arzobispal, los preciosos jardines que se extienden en su alrededor y las bodegas arzobispales con un exquisito vino hacen de ella la Atenas de Hanácko. Por su impresionante arquitectura y belleza es Patrimonio Mundial de la Unesco. © Libor Svácek.

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KARLOVY VARY
Karlovy Vary es el centro turístico más lujoso de la República Checa. Precursora de los tratamientos curativos a través de aguas termales, la tradición balnearia de esta ciudad se remonta a la Edad Media. Su balneario es el más grande y conocido de todo el país. En sus calles mana el agua rica en minerales de las 12 fuentes termales, de las que a diario brotan 6 millones de litros de agua, con una temperatura de entre 32 y 76 grados centígrados. © Ladislav Renner.

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KUTNÁ HORA
En la región de Bohemia Central, Kutná Hora es conocida como la ciudad de plata, gracias a las minas que hay en sus cercanías y que dieron properidad a la República Checa. Su centro histórico está inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco gracias a su importancia histórica y a sus joyas arquitectónicas, entre las que destacan la iglesia gótica de Santa Bárbara y la catedral de Nuestra Señora de Sedlec. © Libor Svácek.

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LEDNICE-VALTICE
El palacio neogótico de Lednice (en la imagen) sorprende por su magnitud. Originalmente fue barroco, pero acabó convirtiéndose en la residencia de inspiración romántica de la poderosa familia Liechtenstein, y en él destaca su invernadero de hierro fundido, el más grande del imperio austro-húngaro, con más de 250 especies botánicas tropicales diferentes. Muy cerquita está el pueblo de Valtice, con el que Lednice forma un enorme parque paisajístico declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y en cuyo castillo los checos han organizado el Salón Nacional de Vinos. © Libor Svácek.

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BRNO
La segunda ciudad checa más importante presume de un interesante patrimonio arquitectónico, entre el que destaca su Villa Tugendhat, Patrimonio de la Humanidad por ser exponente de la arquitectura funcionalista. Sobre una colina que domina la ciudad se levanta el castillo de Spilberk; fue la cárcel más temida en Europa y hoy regala desde su torre las mejores vistas de la ciudad. Del casco antiguo la Námestí Svobody (plaza de la Libertad) es el epicentro, a la que se asoma el Ayuntamiento Viejo –en cuyo vestíbulo está el famoso Dragón de Brno, que según la leyenda, sembró el terror en la ciudad-, pero también interesantes edificios, como la casa de los señores de Lipá y la casa de los Cuatro Mamiases. © Libor Svácek.

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OLOMOUC
Olomouc siempre fue un lugar importante, más aún que Praga, gracias a su ubicación, a su universidad y a sus tradiciones eclesiásticas y culturales. La plaza del Ayuntamiento (o de Horni) es el corazón de su centro histórico y acoge sus principales monumentos: el edificio del Ayuntamiento, con un curioso reloj astrónomico, y junto a él, la columna de la Santísima Trinidad, inscrita en la lista Patrimonio de la Humanidad. La catedral gótica de San Wenceslao, el palacio Arzobispal o la iglesia barroca de San Miguel muestran que Olomouc dan testimonio de que la ciudad fue el principal centro religioso de la región de Moravia. Una vez paseada, toca porbar la especialidad local, los olomoucké tvarůžky, unos quesillos curados famosos por su intenso sabor y olor. © Libor Svácek.

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PALACIO DE LITOMYSL
A este palacio del siglo XVI debe la pequeña ciudad de Litomysl, al noreste de la República Checa, su declaración como Patrimonio de la Humanidad. De estilo renacentista, fue diseñado por arquitectos italianos y se organiza en torno a un patio enclaustrado con sus facahdas completamente esgrafiadas, la misma técnica que también se puede ver en algunas fachadas dedicadas al escritor Josef Vachal de la calle Vachalova. La visita por sus salas permite admirar puebles, pinturas y obras de arte de estilo renacentista, además de un curioso teatro barroco. © Libor Svácek.

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MARIANSKE LAZNE
Paseando por el corazón de Mariánské Lázně uno tiene la sensación de trasladarse por arte de magia cien años atrás, cuando personajes tan ilustres como Kafka, Freud, Mark Twain y Strauss pasaban unos días en su lujoso balneario rodeado de jardines en los que descansar bebiendo un vaso de agua de alguno de los legendarios manantiales locales. Junto con Karlovy Vary, que queda próxima, esta es una de las ciudades balneario más bonitas de Europa, cuya singularidad también reside en su columnata de Máximo Gorki, en cuyo interior se disponen fuentes termales. © David Marvan.

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PILSEN
En Pilsen, cuna de la cerveza Pilsner Urquell, la más antigua del mundo, no solo se puede disfrutar de esta deliciosa lager en una de las tabernas típicas. La ciudad, fundada en el año 1295, también posee un bonito casco histórico situado en la confluencia de cuatro ríos, donde se descubre su plaza de la República (en la imagen) y se levantan la catedral gótica de San Bartolomé, con su torre de 102 metros de altura que es la más alta de la República Checa, y su sinagoga del siglo XIX, de las más grandes del mundo. © Vaclav  Jirasek.

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BALNEARIOS DE CERVEZA
En la República Checa hace muchos años que descubrieron los beneficios de la cerveza, la bebida tradicional del país. En algunas fábricas no solo se puede probar, también se puede bañarse en ella. Sumergirse en una relajante bañera de levadura, minerales, plantas curativas, vitamina B y agua de manantial mientras se disfruta de una jarra de cervez para calmar la sed es una experiencia insólita. Al terminar espera una sala de relajación y hasta masajes con efectos beneficiosos para la piel, el cabello o la relajación de los músculos. © David Marvan.

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IGLESIA DE SAN JUAN NEPOMUCENO
En la localidad morava de Zelená Hora, no lejos de Ždár nad Sázavou, se levanta esta iglesia de peregrinaje construida en honor de San Juan Nepomuceno. Edificada a principios del siglo XVIII con una planta en estrella de cinco puntas, es la obra más original del gran arquitecto Jan Blazej Santini, cuyo estilo sumamente personal oscila entre el neogótico y el barroco, y está llena de símbolos místicos y misterios. © Libor Svácek.

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