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Es Tendencia

La isla griega escondida donde sus habitantes viven hasta los 100 años: calma absoluta y llena de mitología


Conviene viajar a ella como lo haría un griego: de forma calmada, sin prisas y dejando que el espíritu de la isla impregne el viaje.


Armenisits, Isla de Icaria, Grecia© Thomas Jastram - stock.adobe.com
Por: Lucía Lera
24 de octubre de 2025 - 19:00 CEST

Hace cinco siglos, un sacerdote ortodoxo llegó a Icaria intrigado por su longevidad. Pasó en la isla seis meses tratando de averiguar por qué sus habitantes presumían de tener una de las esperanzas de vida más largas del mundo. Este mismo argumento hizo que Icaria pasara a formar parte de nuestra historia contemporánea como una de las cinco Blue Zones. Pero esta isla es mucho más que un hito de longevidad. Es su historia, cartografiada y descrita por grandes pensadores, sus lazos con la mitología y la huella que romanos, otomanos y griegos han dejado durante los siglos en su conjunto arquitectónico lo que contituyen el atractivo de esta isla olvidada del Egeo. 

Iglesia de la Anunciación (Analipsi), Therma, isla de Icaria, Grecia© Alamy Stock Photo

¿Cómo podemos llegar a una isla perdida del mar Egeo? Hay dos vías principales, por aire o por mar, y ambas coinciden en Atenas como punto de partida, pero más romántico . El viaje en avión lo operan las aerolíneas Aegean Airlines, Sky Express y Olympic Air, pero más romántico y recomendado es en el ferri Blue Star Mykonos. Un trayecto de unas 8 horas que pasan cómodamente si se elige uno de sus camarotes con vistas al mar. Nos sorprendió comprobar que Icaria es una pequeña isla en todos los sentidos, ya que su población apenas alcanza los 9000 habitantes y tiene una superficie de 250 kilómetros cuadrados. Como es rocosa, está atravesada de este a oeste por la cordillera de Atheras, para llegar a todos sus puntos se hace imprescindible alquilar un coche, a poder ser, pequeño y automático. Aquí no hay grandes autopistas, más bien rutas propias de puertos de montaña. Eso sí, en las carreteras de toda la isla los cascos parecen haber rehuido la imposición de las leyes de circulación de los motoristas. 

Agios Kyrikos, isla Icaria, Grecia© aerial-drone - stock.adobe.com
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Agios Kyrikos: de pueblo pescador a centro neurálgico 

Agios Kyrikos surgió 300 años atrás como puerto de pescadores, hoy convertido en la capital, y el mejor lugar donde asentarse las primeras noches. Entre sus calles emergen plazas y pasadizos que se abren paso entre las casas blancas con puertas y ventanas azules. En lo que a arquitectura respecta, debemos mencionar al arquitecto belga Eugène Dupré, encargado de firmar las dos principales construcciones de la ciudad. El primero, en la Iglesia Metropolitana de los Santos Cirico y Julieta, patrones de Icaria. Su diseño cruciforme de tres naves con una distintiva cúpula azul son uno de los iconos más reconocibles de la isla para quienes atracan en su puerto. El segundo, el Museo Arqueológico de Agios Kyrikos. En su origen, este monumental edificio neoclásico se erigió como la primera escuela secundaria de la isla y a día de hoy es un edificio protegido.

Torre de Drakano, isla de Icaria, Grecia© Lucía Lera
Torre de Drakano, Isla de Icaria, Grecia© Lucía Lera

Y la historia en torno a los dioses

Empezamos el viaje en el punto más al noroeste de la isla donde se encuentran los restos de Drakano, una antigua fortificación helenística construida en el siglo IV a.C., probablemente, bajo el reinado de Alejandro Magno o sus sucesores. El monumento más importante que se conserva es la antigua torre redonda, que presume de alzarse en un acantilado de 50 metros con vistas a las islas Fournoi y Samos. Siguiendo la línea del litoral hacia el este se encuentra la preciosa playa Iero, traducida en griego como “santuario”. Donde en una de las paredes de sus acantilados descansa la Cueva de Dionisio, dios del vino y los viajes, donde nació el dios (al menos, su segunda vez).

THERMA, CIUDAD TERMAL

Therma, isla de Icaria, Grecia

Generaciones de viajeros veneraron Icaria por el poder de sus aguas termales, atribuyéndolas poderes curativos. Esta fama hace que la siguiente parada sea Therma, sede de las termas más populares de la isla y que deja una portal de ensueño: donde las casas blancas ascienden de forma escalonada por la falda de la montaña para desembocar en su plaza. 

Playa de Prioni, Agios Kirikos, Isla de Icaria, Grecia© Lucía Lera

Partiendo de Agios Kyrikos el camino dura poco más de 20 minutos caminando. Y durante el trayecto te topas con lugares como la iglesia de Analipsi y la playa de Prioni. Una vez ahí, el edificio de las Termas Municipales de Atolón de la plaza central puede confundir: la verdadera experiencia se encuentra en una pequeña cueva a la derecha de la playa, donde sí que se puede disfrutar de un baño caliente en el agua del mar.

Más impresionantes (y menos visitadas) son las termas de Lefkada, al sur de la ciudad. Si te despistas puedes pasarlas por alto, ya que su ubicación pasa desapercibida. Pero su belleza es sobrecogedora. Al borde del acantilado, una pared de piedra blanca se alza a tu espalda mientras, frente a ti, las rocas y la flora marina se tiñen de rojo y verde por efecto del radón que calienta las aguas. Allí entra el juego la dicotomía de las termas naturales: el mar Egeo se vuelve sorprendentemente cálido.

Cinco minutos más en coche son necesarios para llegar a la fuente natural Athanato Nero, de agua inmortal. Cómo no, tiene su propia leyenda. Desde la Antigüedad se otorgaba a este agua propiedades medicinales y el poder de hacer más longevos a quienes la bebían. Quizá por eso uno de los vecinos del pueblo nos señaló que al bajar hay una roca con forma de guardián que preserva su poder. Pero también tenía un efecto secundario: sus propiedades hacían que quien la bebía se enamorara perdidamente de la isla y jamás quisiera abandonarla. 

El origen de un mito

La mitología vuelve a guiarnos a nuestra llegada a Vaoni, cuya costa aguarda el anfiteatro de Ícaro. Detenernos ahí puede hacernos entender algo más sobre la isla, porque no siempre la historia reconoció este punto del Egeo bajo el nombre de Icaria. Homero ya hablaba en sus poemas, pero en esos escritos la isla, como consecuencia de la fama de su mar, era conocida como Ichtyoessa (lleno de peces ) o Anemoessa (viento). Si bien es cierto que en textos del siglo V a.C. también es nombrada como Doliche o Makris. Y todo este trasiego de nombres culminaría en Icaria, ligado estrechamente al mito de Ícaro. Cuenta que el joven, hijo de Dédalo, cayó en este punto del océano al derretirse las alas que su padre le había fabricado para escapar del laberinto de Creta. Como homenaje al punto donde supuestamente Heracles encontró su cuerpo sin vida se alzó este anfiteatro. 

Armenisits, Isla de Icaria, Grecia© Thomas Jastram - stock.adobe.com

Playa de Nas: el templo de Artemisa Taurópola

Nuestra segunda base fue Armenistis, en la costa norte de la isla, un punto estratégico desde el que resulta fácil acceder tanto al interior montañoso como a distintos rincones del litoral. Antes hablábamos de Icaro y Dionisio, pero de señalar una deidad adorada durante siglos por el pueblo de Icaria, esa sería la diosa Artemisa. Descendiendo al noroeste desde Armenistis podemos llegar a una pequeña bahía donde el río Chalaris desemboca en una playa. Y donde, a su izquierda, floreció durante el periodo arcaico el santuario más importante de la isla: el templo de Artemisa Taurópola. Data del siglo 8 A.C, fue como una de las primeras construcciones de la isla, y se descubrió en 1938. Tras este espectáculo arquitectónico, ascendiendo por la desembocadura del río se llega a la cascada de Halaris.

Monasterio Theoktistis, isla de Icaria, Grecia© JEAN ZAFFANI - stock.adobe.com

Huella teológica de la isla

No es de extrañar que la capilla de San Theokitistis sea uno de los rincones más visitados y fotografiados de la isla. No es el templo principal el que roba las miradas, sino las construcciones que se aferran a la montaña y conducen hasta la cueva donde se esconde la pequeña capilla dedicada a Osia Theoktisti. Pero lo que evidencia es la importancia y variedad del paisaje religioso de la isla. Algunas de ellas son la iglesias de Agios Georgios Dorganas, ubicada dentro del castillo bizantino de Koskina, Agios Onofre, un modesto monasterio histórico, o Aiga Sofia.

Bodega Afianes Wines, Icaria, Grecia© @afianeswines

De perdidos al vino

Es precisamente a través de la gastronomía como podemos conocer gran parte de la historia de este lugar. Muchos siglos antes de que la longevidad situase a Icaria en el mapa, ya se hablaba de esta isla por su “elixir mágico”: el pramnios oenos (el vino que calma). Homero relató en sus poemas las primeras referencias de este ungüento, donde el vino se mezclaba con queso, harina de cebada y miel. Daban así forma a un cóctel de nutrientes (kykeon) usado con fines medicinales. Con el paso de los siglos, aquel vino legendario quedó anclado en el pasado, convertido en un eco que solo sobrevive en las páginas de escritores como Ateneo —que en el siglo II a.C. lo menciona al hablar de la guerra de Troya— o Hipócrates, que en el siglo IV d.C. destacaba sus virtudes medicinales. Hoy, sobrevive y continúa en la bodega Afianes Wines (afianeswines.gr), la única bodega que preserva la metodología tradicional de elaboración del vino en cántaros de arcilla enterrados en el suelo. 

Preservando la tradición de sus cultivos. Ya que en Icaria hay dos tipos de uva: la fokiano, con la que se elabora el tinto y que está presente en varias islas de Grecia, y el agathon megiston, la uva begleri. Desde hace más de un siglo esta variedad autóctona sólo se cultiva en Icaria, en las únicas 10 hectáreas de viñas milenarias que sobrevivieron al ataque de la filoxera a principios del siglo XX. 

Meteòritès, esculturas naturales de sal y viento

Culminando en la otra punta de la isla, en los acantilados emerge uno de los paisajes más espectaculares que pueden verse. Más allá de las impresionantes playas, las evidencias construidas por el hombre, Meteòritès es una obra escultórica natural. Impresiona ver cómo el paso del tiempo y la exposición de este lugar a la fuerza de los vientos y la sal del mar han cincelado el paisaje otorgando texturas difícilmente asociadas con la naturaleza. En la parte más baja del acantilado está el faro Kavo Papas. Construido entre 1886 y 1890 y que debe su nombre a la leyenda de un Papa que naufragó en la zona mientras viajaba de Roma a Constantinopla.

Evdilos, isla de Ikaria, Grecia© @visitikaria
Evdilos fue construido a modo de anfiteatro.

Evdilos, su antigua capital

El viaje concluye en Evdilos lugar donde parte el ferri de vuelta a Atenas. Construido como anfiteatro en el siglo XIX, se encuentra a poco más de 10 minutos en coche de Armenistis. Si cuentas con tiempo, es recomendable visitar Kamos. Fue la ciudad más importante y fértil de Ikaria durante la antigüedad, por entonces conocida como Oione. El paisaje lo definen laderas en terrazas donde se cultivaba la vid y ruinas. A destacar, la acrópolis más antigua de la isla, además del Odeón bizantino.

Gastronomía de Ikaria, Grecia© @visitikaria

Qué comer en Icaria

Independientemente del punto de la isla en el que te encuentres puedes observar una estampa propia de la isla. En Grecia lo suyo es tomar "el mejor café del mundo". Lo preparan en casi cualquier lugar y es algo así como un espresso, pero a diferencia de este, lo preparan dejando en el fondo de la taza los posos.

A la hora de comer, el formato delivery se disfruta andando por la calle con una spanakopta o una tiropita, dos pasteles griegos elaborados con hojaldre y rellenos de espinacas y queso, respectivamente. Y sobre la mesa, no puede faltar una ensalada griega que sirva de entrante para el souvlaki, el hummus de faba o la youvarlakia. En Agios Kyrikos, el día debe comenzar en la pastelería Zagorás y continuar en el restaurante Klimatania. Pasamos a Armenistis, donde la comida se disfruta en la Taberna Paschalia o el Mary Mary. Y, por el camino, dos de las mayores recomendaciones para disfrutar de la cocina casera es Eviva Mousikó Kafeneío, en Steli.

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