Francia va sobrada de sitios que merece la pena visitar, pero si eres fan del patrimonio, los elegidos por la Unesco por excepcional valor universal, así como por su transcendencia para la humanidad, te van a encantar. Todos ellos grandes maravillas, como montes que se convierten en islas por efecto de las mareas, villas amuralladas, catedrales de incalculable valor y hasta ‘capillas sixtinas’ del arte rupestre. En 2025 son 54 las maravillas de Francia dentro de la aclamada lista, uno de los países del mundo con más sitios con esta clasificación. Puedes empezar a descubrirlos por estos que te proponemos.

PARÍS, LA CIUDAD QUE LO TIENE TODO
La capital francesa emociona a cada paso. Poco queda por decir de ella que no haya sido dicho, por algo se sitúa cada año en primeras posiciones del ranking de las ciudades más visitadas del mundo. Es la puerta de entrada al país, casi, casi, lo primero que se visita cuando decidimos conocer Francia, excepto por los destinos más pegados a nuestra frontera. El Louvre, la torre Eiffel, la plaza de la Concordia, Notre-Dame… pero también un paseo junto al río, los puentes y muelles, o sus barrios encantadores como Montmartre, Montparnasse, el Barrio Latino o Saint-Germain-des-Prés, el más chic de la ciudad. En París, en imposible elegir imprescindibles, porque toda la ciudad lo es.

VALLE DEL LOIRA
Solo por ver el Tapiz del Apocalipsis, en el castillo de Angers, ya merecería la pena una parada en la antigua capital del Anjou, aunque luego se descubre que su casco antiguo es un museo al aire libre, pero esta ciudad es, además, la puerta de entrada al valle del Loira. Ese lugar cuyo nombre evoca impresionantes castillos, mágicos pueblos a la orilla del tranquilo río, arte, una exuberante naturaleza y viñedos.

EL PUEBLO MEDIEVAL DE SAINT-ÉMILION
A menos de una hora de Burdeos y en el valle de la Dordoña, este bello pueblo amurallado es un ineludible referente para los amantes del vino. Si el suave paisaje que lo rodea está cubierto por un sinfín de viñedos, en sus bodegas se elaboran algunos de los mejores caldos del mundo. Pero Saint-Émilion es también una pequeña villa monumental por la que discurren alargadas y empinadas callejuelas con casas de piedra dorada y llenas de rincones de lo más fotográfico, como el torreón Tour du Roy, el mirador de la plaza du Clocher o la plaza du Marché.

VIÑEDOS, CASAS Y BODEGAS DE CHAMPAGNE
Para descubrir los secretos de uno de los vinos espumosos más afamados del mundo hay que viajar a una de las regiones vinícolas más importantes del mundo, Champagne, y visitar las bodegas y laderas declaradas Patrimonio de la Humanidad. Algunas, se esconden en más de 100 kilómetros de galerías subterráneas donde reposan millones de botellas. Tres pequeños y preciosos pueblos: Reims, Epernay y Troyes, componen la denominada Ruta del Champagne, albergando las maisons vinícolas más importantes del mundo.

CATEDRAL DE CHARTRES
Chartres es dueña de una impresionante catedral de estilo gótico, con un sobresaliente Pórtico Real y unas vidrieras policromadas de los siglos XII y XIII realmente espectaculares. Entre los meses de abril y hasta enero se puede asistir al espectáculo nocturno de luz y sonido: Chartres en lumières, un vídeo-mapping que se proyecta sobre más de 20 monumentos de todo el casco histórico, incluida la catedral. Este año el espectáculo se podrá disfrutar hasta el 4 de enero de 2026: chartresenlumieres.com.

LA CIUDAD EPISCOPAL ALBI
A la orilla del río Tarn, esta ciudad marcada por la historia y cuyo nombre se debe al color rosado de la arcilla con la que se construyeron sus edificios, posee un extraordinario patrimonio artístico, cuyas joyas más preciadas son la catedral de Santa Cecilia y el Museo Toulouse-Lautrec, dedicado al artista que mejor supo retratar el París bohemio de finales del XIX. Un destino imprescindible para los amantes del arte con mayúsculas.

MONUMENTOS ROMANOS Y ROMÁNICOS DE ARLÉS
En la región de la Provenza, a media hora de Nimes y junto al cauce del Ródano, Arlés es una pequeña Roma en Galia, favorecida por su situación estratégica, en el corredor que unía la península itálica como la ibérica. Entre sus impresionantes ruinas romanas, su anfiteatro pasa por ser uno de los mejor conservados de Francia (en la imagen). Pero reconocidos también por la Unesco otras muchas impresionantes ruinas romanas, que muestran el esplendor de esa época, como el Teatro Romano, las Termas de Constantino, el Foro o la necrópolis Alyscamps. De su herencia románica, la iglesia de San Trófimo.

CUEVAS DE LASCAUX
El quebrado y boscoso valle de La Vézère, a unos 35 kilómetros del bonito pueblo de La Roque-Gageac, fue habitado por el ser humano desde tiempos remotos. Y no hay mejor testimonio de ello que las cuevas de Lascaux, consideradas la 'Capilla Sixtina' del arte rupestre, cerca del lugar en que aparecieron los primeros restos del hombre de Cromañón. Imprescindible una visita al Centro de Arte Parietal de Montignac-Lascaux que contiene una reproducción facsímil de las cuevas y una completa explicación de la presencia humana y de su arte en la región desde hace 100.000 años.

MONTE SAINT-MICHEL Y SU BAHÍA
Las mayores mareas de Europa se producen en el punto de la costa atlántica francesa donde se levanta el Monte Saint-Michel. Un monte singular porque por obra y gracia de las mareas, dos veces al día, deja de serlo para convertirse en una isla, un espectáculo natural que deja con la boca abierta. Pero también porque este islote rocoso de Normandía acoge un pueblo fortificado y una fabulosa abadía gótica coronando sus alturas.

CARCASSONNE
El tiempo parece haberse detenido en esta villa custodiada por un doble anillo de murallas. El río Aude la divide en dos ciudades separadas, pero es la Cité la que todo el mundo llega buscando. El recorrido por la villa debe comenzar por la Puerta de Narbona y continuar por su cuidado laberinto de casas medievales, hasta acabar admirando el castillo Comtal y la catedral de St-Nazaire.

CASTILLO DE VERSALLES
Al principio, Versalles no era más que un pabellón construido por Luis XIII para ir de caza. Fue su hijo Luis XIV quien lo transformó en palacio para ser sede de la Corte y del gobierno de Francia y los reyes que le sucedieron siguieron después embelleciéndolo. El inmenso conjunto lo forman tres palacios, jardines y un parque es el gran símbolo del absolutismo real y la encarnación del arte clásico francés.

AVIGNON
Su monumental palacio de los Papas habla a gritos de la naturaleza guerrera de la Iglesia de la época. Una fortaleza gótica de diez torres que, por su tamaño, casi hace pequeña a la catedral y que esconde tras sus gruesos muros unos magníficos tapices gobelinos en su sala de banquetes. No hay que marcharse de Avignon sin contemplar con detalle el magnífico puente sobre el Ródano y tomar un aperitivo en la plaza de l’Horloge, centro social de la ciudad, plagada de animados cafés, terrazas y un tiovivo de 1900.