En lo alto de una colina que domina el río Lot, en la célebre región vinícola de Cahors, se alza el Château de Cayx, una finca histórica cuya trayectoria reciente está íntimamente ligada a la familia real danesa. El origen del castillo se remonta al siglo XV, aunque sus bases medievales son más antiguas. Durante siglos perteneció a familias nobles francesas que cultivaron viñas en sus tierras fértiles. Sin embargo, su historia dio un giro en 1967, cuando el príncipe consorte Henrik de Dinamarca (nacido cerca de Burdeos) y la reina Margarita adquirieron la propiedad.
Apasionado del vino y de la cultura francesa de la que procedía, el príncipe Henrik vio en Cayx la oportunidad de recuperar un viñedo histórico y vincularlo a su tierra natal. Desde entonces, el château se convirtió en residencia privada de los royals escandinavos, lugar de vacaciones –aquí pasaron el rey Federico y el príncipe Joaquín todos los veranos de niños, ahora también junto al resto de su familia– y, al mismo tiempo, en un proyecto vitivinícola de prestigio. Hoy, el Château de Cayx produce vinos de denominación AOC Cahors, con uvas malbec (conocida localmente como Auxerrois), que han ganado reconocimiento tanto en Francia como en Dinamarca.
Este lazo histórico y cultural explica por qué los reyes de Dinamarca poseen una propiedad en el suroeste francés: por raíces familiares, por amor al vino y como punto de unión entre dos culturas.
Aunque el castillo sigue siendo residencia privada, el viñedo abre sus puertas a quienes quieran adentrarse en el mundo del vino en un entorno privilegiado. La visita, de aproximadamente una hora y media, comienza en las bodegas, donde se relata la historia de la finca y las técnicas de vinificación aplicadas en la actualidad. Incluye el acceso a la cava subterránea y a la sala de barricas, espacios donde los vinos reposan en madera de roble y adquieren su carácter distintivo. Durante el recorrido, no faltan las referencias al príncipe Henrik y a su papel decisivo en la modernización del viñedo.
A continuación, llega el momento de la degustación, en la que se puede descubrir la riqueza del malbec de Cahors, reconocido por su intensidad, estructura y elegancia. Generalmente, se presentan distintas añadas, lo que permite apreciar la evolución del vino a lo largo del tiempo.
El paseo por los jardines es otra parte esencial de la experiencia. El château está rodeado de terrazas ajardinadas que se abren hacia un paisaje de viñedos dispuesto en forma de anfiteatro. Caminar por este entorno sereno invita a la contemplación, con vistas panorámicas al valle del Lot que capturan la esencia de la región.
Antes de despedirte, la tienda del château ofrece la posibilidad de adquirir los vinos de la propiedad, incluyendo ediciones especiales vinculadas a la familia real danesa. Un recuerdo perfecto para prolongar la experiencia en casa y disfrutarla en la mesa.
CÓMO LLEGAR AL CHÂTEAU DE CAYX
El Château de Cayx se encuentra cerca de Luzech, a solo 15 kilómetros de Cahors, en la región de Occitania. Se puede acceder cómodamente en coche: desde Toulouse en aproximadamente una hora y media, y desde Burdeos en unas dos horas y media. Las visitas y degustaciones están disponibles durante la temporada turística.
TAMBIÉN PUEDES VISITAR EN EL ENTORNO
-Para completar la experiencia, combina el recorrido por Cayx con la visita a otros viñedos de la denominación AOC Cahors, como el Château de Haute-Serre (hauteserre.fr), una de las bodegas más prestigiosas y que cuenta con un restaurante gastronómico; el Château Lagrézette (chateau-lagrezette.com), que ocupa un castillo renacentista espectacular; o el Clos Triguedina, la bodega familiar donde nació la expresión “Cahors, el vino que resucitó a los Papas”, y que hoy está en manos de uno de los grandes innovadores del malbec.
-También merece la pena acercarse a la ciudad de Cahors, y contemplar el Pont Valentré, una joya imprescindible que forma parte del conjunto de sitios inscritos dentro del Camino de Santiago en Francia, declarado Patrimonio de la Humanidad.
-La gastronomía local es otro atractivo de la zona. No dejes de probar el pato confitado, las trufas negras y los quesos de cabra, como el Rocamadour, que maridan a la perfección con el malbec. Ni de pasar por el mercado de Cahors, que cada sábado se monta a los pies de la catedral de Saint-Etienne y en el que la reina Margarita hace la lista de la compra.
-Y si buscas un contacto más directo con la naturaleza, anímate a recorrer la ruta circular que une Albas, Luzech y Parnac. Son entre 7 y 10 kilómetros de distancia (según variantes), que combinan vistas panorámicas del meandro del río Lot con senderos entre viñedos en terraza.