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Playa de Tropea, Italia© TripAdvisor

ITALIA

El pueblo más bonito del mar de Calabria que es una joya desconocida: aguas turquesas y casco histórico precioso

Colgada de los acantilados del mar Tirreno, el pueblo guarda leyendas entre grutas, plazas e iglesias bañadas por el sol y el encanto del sur del país.


Por: Mari Carmen Duarte
30 de junio de 2025 - 17:00 CEST

Unos cuentan que fue el mismo Hércules quien, tras una larga batalla por acabar con el imperio de los malvados gigantes de Calabria, decidió fundar aquí una bella localidad que nombraría así en honor a su nodriza Juno. Otros aseguran que fueron Escipión El Africano o Pompeyo Magno, que consideraron el lugar uno de los mejores para lucir todos sus tesoros. Lo cierto es que este lugar, conocido como la Costa degli Dei por su magnánima historia y sus leyendas, tiene en Tropea la joya del Tirreno, bautizada por el mar que la baña.

Enclavada en Calabria, justo al final de la bota italiana, esta localidad ya estaba habitada en época romana e incluso numerosos asentamientos atestiguan que formaba parte de la Magna Grecia. Erigida a más de 50 metros sobre el nivel del mar en un acantilado, fue con el gobierno de Justiniano I que se construyó una muralla a su alrededor, de la que aún quedan vestigios en el lado este. Disputado a lo largo de toda la historia por gobernantes árabes, normandos, suevos, aragoneses y borbones que dejaron su huella, ahora, este pueblo de apenas 6000 habitantes es una postal rocosa con aguas turquesas, cultura, atardeceres insuperables y misterios por descubrir.

Tropea, Calabria, Italia© Alamy Stock Photo

ENTRE PALACIOS, IGLESIAS Y LEYENDAS 

Encaramado al acantilado y al borde de las aguas, el casco histórico de Tropea es bonito, pero no ajeno al esfuerzo de las subidas, bajadas y calles empinadas por su privilegiada ubicación. Entre sus calles se suceden las casas estrechas de colores cálidos y postigos de madera con balcones de hierro forjado y algún que otro ejemplo de decadencia poética, pero también vestigios de la arquitectura que dejaron árabes y normandos, además de influencias barrocas, en palacios de los siglos XVII y XVIII, como el Palacio Braghò; el Vescovile, sede del Museo Diocesano; el de Santa Chiara, reconvertido en el Museo del Mar; el Mottola, ahora un hotel de lujo; o el Toraldo, con una increíble colección de pergaminos y pinturas únicas.

No se quedan atrás las pequeñas iglesias y parroquias que sorprenden en plazas o en los recovecos de cualquier calle. Junto al último palacio mencionado se encuentra la de San Francesco d’Assisi y el raro ejemplo gótico de la capilla Santa Margherita, a apenas cinco metros de uno de los mejores miradores sobre el puerto de la ciudad. No se queda atrás la iglesia del Gesu, del siglo XVII, sobre lo que fue la antigua iglesia ortodoxa griega de San Nicolás, originalmente la catedral de la ciudad. El templo de Santa Maria delle Neve –o Michelizia para los locales–, es un perfecto lugar de descanso entre sus naranjos y un espacio con una importante leyenda.

Tropea, Calabria, Italia© Getty Images

Se dice que fue fundada a finales del siglo XV por Michele Milizia, un marinero mercante que se salvó de un naufragio gracias a la virgen. Es por eso que creen que entre los muros de la iglesia, reconvertida hace años en centro cultural, podría haber un tesoro escondido por él, aunque hasta ahora solo se han descubierto una cripta y unos frescos de influencia bizantina. Y también mucha historia tiene la iglesia de San Michele Arcangelo, más conocida como del Purgatorio, un hito arquitectónico por su nave única, su campanario y su presbiterio cuadrado, de estilo neoclásico.

Por último, y no menos importante, la catedral de Maria Santissima di Romania es una parada imprescindible en las alturas de Tropea. Con una fachada normanda, portones góticos y un interior barroco, destacan sus tallas de madera y sus altares, con intrincados detalles, las vistas desde su campanario y la cripta, repleta de objetos religiosos de gran antigüedad. Sin embargo, por lo que es más conocido el templo es por la estatua de la Madonna di Romania, patrona de la localidad y protagonista de la leyenda que cuenta que en plena Segunda Guerra Mundial cayeron seis bombas que no llegaron a detonarse (dos de ellas pueden verse en la entrada de la catedral) gracias a un milagro de la virgen, cuya estatua llegó a estas costas de manera misteriosa.

Santuario de Santa Maria dell Isola, Tropea, Calabria, Italia© Aliaksandr - stock.adobe.com

UNA JOYA QUE EMERGE DEL AGUA

Desde la piazza del Cannone se obtiene una de las mejores vistas de toda la ciudad, la del santuario de Santa Maria dell’Isola elevado sobre una roca que nace de las aguas turquesas y con la playa a sus pies. Antaño una isla frente a la bahía, los sedimentos han acabado por formar una península donde el peñón muestra uno de los edificios más emblemáticos de Tropea, con casi mil años de antigüedad, un monasterio de estilo medieval al que hay que acceder por unas empinadas escaleras que no existieron hasta principios del siglo XIX.

Gestionado por los monjes benedictinos desde el siglo XI –aunque se cree que ya estaba habitada siglos atrás por monjes ermitaños griegos–, fue el duque normando Roberto Guiscardo quien decidió cambiar el rito griego del lugar al latino allá por el año 1060. A pesar de los daños sufridos durante el terremoto de Lisboa, las diferentes restauraciones de los últimos siglos han permitido que se mantenga en buen estado tanto el templo, el cementerio y la capilla medieval como sus bellos jardines, de obligada visita. 

Tropea, Calabria, Italia© monticellllo - stock.adobe.com
Tropea, Calabria, Italia

No solo las vistas desde este punto del resto de Tropea son maravillosas, sino que a sus pies se extienden dos playas de arena blanca y aguas cristalinas famosas entre los turistas y los locales. Al bajar de la roca, y antes de decidir por uno u otro arenal, también es interesante adentrarse en alguna de las cavidades bajo la península, siendo la más famosa la Grotta del Palombaro, con una pequeña playa de arena en su interior y a la que se puede llegar nadando o caminando sobre la roca con cuidado, perfecta para resguardarse del sol. 

La playa a la que mira directamente el convento se llama Marina dell’Isola y se extiende justo ante Tropea, alternando la arena con los guijarros redondeados. Uno de sus máximos encantos, además de las vistas, la cercanía con el centro y la multitud de servicios, son los escollos que la separan de la playa al otro lado del peñón, la Spiaggia da Linguata, perfectos para el buceo. Este otro arenal, más extenso, es donde hay más movimiento, con gente jugando a voley-playa, alquiler de kayaks y mucha gente haciendo actividades como esnórquel

Marinella Di Zambrone, Tropea, Calabria, Italia© Alamy Stock Photo

DEL CHAPUZÓN AL TERRACEO

Son muchas las playas que se pueden disfrutar en Tropea más allá de las que ampara el convento. Junto a la Marina dell’Isola, separada por rocas, se encuentra la Spiaggia della Rotonda, una de las más frecuentadas, a los pies del mirador. Considerada como una de las más bonitas de Italia, sus aguas transparentes y sus sorpresas, como la Grotta di San Leonardo, en su extremo, son una opción perfecta. Entre esta y el puerto, encajonada, la pequeña cala del Cannone tiene apenas unos metros, accesible solo desde la escalinata de los Carabinieri o desde la calle Porta Nuova, pero su situación la hace estar más resguardada del viento o las olas.

Hacia el otro extremo de la Spiaggia da Linguata se vertebra toda una costa de pequeñas calas que también son una delicia. Tras una larga playa prácticamente para los hoteles que se ubican frente a ella, se llega a sitios tan aislados como la rocosa Spiaggia U Sapuni o la encantadora Spiaggia l’Occhiale, una cala virgen perfecta para rodearse de naturaleza y alejarse del ruido. A pocos metros, la Spiaggia Petri i Mulinu descubre la Grotta dello Scheletro, una bella abertura en la roca que atraerá a los más exploradores y que quieran un día de playa diferente.

Calle de Tropea, Calabria, Italia© Adobe

Pero el mar da mucha hambre, y el calor mucha sed, así que cuando cae la tarde nada mejor que volver al centro y pasear por sus miradores, avenidas y plazas para ver una puesta de sol helado en mano o comer con vistas al no muy lejano volcán Stromboli. Lugares perfectos para esto son, por ejemplo, la piazza del Cannone o la de Vittorio Veneto, pero, sin duda, la más famosa es la piazza Ercole, rodeada de tiendas y pequeños restaurantes bajo la atenta mirada de la estatua del filósofo local Pasquale Gallupi. El Mirador dell’affaccio, con sus 70 metros de altura, se encuentra al final de la vía Vittorio Emmanuelle, una de las arterias principales de Tropea, una perfecta oportunidad para disfrutar de las boutiques y cafés o dar un paseo. 

Las pasticcerias locales exponen orgullosas sus tartufi de pizzo –un helado de chocolate y avellana típico– y torrone, mientras que las enotecas sorprenden con vinos de la tierra y las tiendas de comestibles ofrecen ‘nduja y su famosa cebolla roja, que aquí se utiliza tanto que no es difícil encontrarla en un postreEsta calle, uno de los lugares más famosos para hacer una paseggiata al final del día y disfrutar de la caída del sol, está repleta de callejuelas que se hacen hueco entre los edificios para descender hasta las playas.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.