“¿Cuántas ciudades conoces donde tienes una playa justo en el centro? Tras su paso por Menorca, donde ha asistido junto a su hija Carys a las fiestas de San Juan, la pregunta se la ha lanzado Michael Douglas a sus seguidores en un vídeo en su cuenta de Instagram desde el sitio en el que se encuentra pasando unos días y ante el que ha sucumbido. “Me pregunto cuántos de ustedes pueden adivinar dónde está este lugar. Estoy aquí, en el norte de España, en la región vasca, “hermosa ciudad de San Sebastián”.
El encuentro del actor –uno de los vecinos más ilustres de Mallorca– con su “encantadora dama”, como se ha referido a su esposa, Catherine Zeta-Jones, está siendo un disfrute constante en la capital guipuzcoana, porque la pareja está alojada en el histórico hotel María Cristina –en el que, seguramente, han coincidido con el cantante Bruce Springsteen–, ha podido probar las exquisiteces del restaurante Akelarre, de Pedro Subijana y contemplar las vistas desde el monte Igueldo y el monte Urgull de La Concha, la playa donostiarra que está entre las mejores del mundo y de la que se ha enamorado. Es fácil, la postal de San Sebastián derrocha estilo a lo largo de sus 1350 metros de largo. Te contamos como disfrutarla este verano:
LAS PANORÁMICAS
Solo hay una fotografía de La Concha que supera a la icónica imagen desde la barandilla de su paseo marítimo: la que se obtiene desde las alturas. Esa vista privilegiada la ofrecen los tres montes que enmarcan la bahía. Al este, el monte Ulía se alcanza desde la playa de la Zurriola tras una hora de caminata por un sendero panorámico, parte del Camino de Santiago, que puede prolongarse hasta el encantador pueblo de Pasaia.
En el extremo opuesto, el monte Igueldo ofrece una perspectiva clásica y majestuosa, accesible a pie o de forma más cómoda a bordo del histórico funicular que asciende hasta su cima, donde se encuentra un antiguo parque de atracciones con sabor retro. El tercer monte, Urgull, está coronado por el castillo de la Mota y ofrece un entorno natural con caminos asfaltados, vegetación frondosa y miradores de postal. Más desconocido –y mucho más tranquilo– es el mirador del Duque de Baena, situado en un enclave precioso que suele pasar desapercibido.
LOS JARDINES DE LA REINA MARÍA CRISTINA
Buscando un clima más fresco y marítimo para su hijo Alfonso XIII, la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena llegó a San Sebastián por primera vez en 1887, rompiendo con la tradición borbónica de veranear en los Reales Sitios. Un año después compraría con su propio patrimonio unos terrenos en el barrio del Antiguo para construir el palacio de Miramar, donde veranearía durante 40 años. Tiene el estilo de una casa de campo inglesa, con muros de ladrillo rojo y techos de terracota y, aunque no se puede visitar por dentro –está reservado para eventos– sí pasear por sus jardines, en una ubicación privilegiada para contemplar la bahía.
ISLA DE SANTA CLARA, UN VIAJE AL FONDO DEL MAR
La isla que se alza frente a la bahía de La Concha está dedicada a Santa Clara, y coronada por la antigua casa del faro, ahora transformada por la reconocida escultora donostiarra Cristina Iglesias. Allí ha creado su obra más importante y personal: Hondalea, una intervención artística que evoca las profundidades marinas y cuyo título, en euskera, significa fondo del mar. Para visitarla, es necesario apuntarse a una breve travesía guiada y comentada por la isla y su entorno. En verano, las salidas son gratuitas, cada 30 minutos, y basta con reservar entrada en donostia.eus/hondalea.
También se puede contemplar la belleza del litoral donostiarra desde el mar. Desde el muelle parten barquitos que navegan hacia los montes que enmarcan la ciudad, pasando por enclaves como la escultura de Jorge Oteiza, Construcción vacía; el icónico rompeolas del Paseo Nuevo; la desembocadura del río Urumea; y, como colofón, la obra más emblemática de Eduardo Chillida, el Peine del Viento, donde el arte se funde con el paisaje y el oleaje.
BOCADOS EXQUISITOS EN EL KURSAAL
Lleva el sello del chef Andoni L. Aduriz, y eso ya es una buena pista. La segunda la da su nombre: Muka (muka.eus), que significa pavesa, ceniza del fuego. No en vano, la brasa es la gran protagonista de este restaurante, abierto en el mismo edificio del Palacio del Kursaal. Se trata de un amplio local informal, con vistas al río Urumea, donde conviene tomarse el tiempo necesario para saborear, con calma, todos los bocados que componen su exquisito menú degustación (65 €). La experiencia arranca con un pan a la brasa, berenjena y piñones, y continúa con platos tan sorprendentes como el calabacín aliñado, las piparras a la brasa, las navajas con salsa verde y rábano picante, las anchoas marinadas y todo lo que viene después.
EL CAFÉ DE LA CONCHA
En pleno centro de La Concha, donde el ir y venir de paseantes y deportistas es constante —también en las otras dos playas de San Sebastián: Ondarreta y La Zurriola— se encuentra el café que lleva su nombre. Con grandes ventanales al mar para los días más frescos y dos amplias terrazas con vistas inigualables a la ciudad, es el lugar perfecto para disfrutar de San Sebastián en verano y en invierno, con sol o con lluvia. A cualquier hora del día, desde el desayuno hasta la cena.
La playa más emblemática de San Sebastián también tiene una joya propia para llevar como recuerdo.
LA CONCHA, EN JOYA
La bahía de La Concha es la foto de San Sebastián y la morriña de los donostiarras por el mundo. En la joyería Casa Muroa, uno de los comercios históricos de la ciudad, han creado una joya inspirada en ella llamada Donistibay para llevarla como recuerdo. Un colgante realizado en latón macizo recubierto de oro de 18k y la isla de Santa Clara decorada en cristal verde (35 €) o en plata maciza (50 €).
ATARDECER EN EL MUELLE
La última foto de la icónica playa de San Sebastián tienes que hacerla en el muelle del puerto, donde se mezclan veleros modernos con pescadores tradicionales. En la pasarela del Naútico, parejas, cazadores de atardeceres y artistas ponen música a la escena perfecta para cerrar el día.