Pese a su inmerecida fama de tierra de secano, el mundo rural extremeño también está pasado por agua. Bajo ese sol abrasador que amarillea los campos, se ocultan en los pliegues gargantas poderosas, arroyos saltarines, charcas profundas y piscinas naturales que son lo más parecido a la playa en estos parajes de interior. Desde las comarcas montañosas de Cáceres hasta las llanuras adehesadas de Badajoz, recorremos esta comunidad con un refrescante objetivo: disfrutar del más merecido chapuzón.

LA VERA: CASCADAS PODEROSAS
El agua a borbotones define el paisaje de esta comarca de la esquina noroccidental de Cáceres, encajada entre el valle del Jerte y las estribaciones de la sierra de Gredos. Agua que se materializa nada menos que en un río, 47 gargantas y 1423 arroyos donde el baño estará enmarcado por un paisaje verde y frondoso. O por bonitos puentes, como es el caso de la garganta de Alardos (Madrigal de la Vera), de origen romano, y de la garganta de Cuartos (Losar de la Vera), del siglo XV. No hay que perderse las piscinas naturales de la garganta de Gualtaminos (Villanueva de la Vera), con el rugido de la Cascada del Diablo, ni la belleza de la garganta de Jaranda (Jarandilla de la Vera), que da lugar a pozas y charcos para nadar a pierna suelta.

VALLE DEL JERTE: PISCINAS DE GRANITO
Aunque es famoso por el espectáculo de los cerezos en flor que explotan en blanco cada primavera, este rincón cacereño también está agraciado con decenas de piscinas naturales. Las más espectaculares: las que conforman Los Pilones, en Cabezuela del Valle, dentro de la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos. Se trata de pozas de formas ondulantes, encajadas en la roca granítica en una estampa preciosa. Más accesibles son las piscinas de El Nogalón (Jerte), La Pesquerona (Cabezuela del Valle), El Simón (Cabezuela del Valle) o El Cristo (Navaconcejo), entre otras muchas opciones de baño ideales para sortear el calor.

SIERRA DE GATA: BAÑOS JUNTO AL BAR
En esta comarca, separada de Portugal por una mera línea imaginaria, se esconde un hermoso patrimonio cultural, un entorno deslumbrante y una identidad única. También agua fría, muy fría, como la del río Acevo, que conforma las piscinas naturales de Carreciá y Jevero, muy próximas entre sí y plenamente equipadas. La de Perales del Puerto, con su puente de tres ojos y sus amplias zonas donde extender la toalla, es la favorita de las familias, como también lo es el espacio represado de Torre de Don Miguel con su césped y sus sombrillas. Para quienes prefieran el agua en movimiento está la atronadora cascada de la Cervigona, a la que se accede por una ruta senderista.

PLAYA DE PELOCHE: AGUA EN LA SIBERIA
Ya en Badajoz, la provincia con más kilómetros de costa interior, encontramos este paraje de la Reserva de la Biosfera de La Siberia, con las aguas más calentitas del río Guadiana, dentro del embalse de García de Sola y en la pedanía de Herrera del Duque. Un lugar que, además de proporcionar una grata experiencia en remojo, destaca por su riqueza ornitológica, ideal para los aficionados al birdwatching. En los alrededores de la playa, se puede practicar senderismo en busca de bonitos riscos, así como de pinturas rupestres, castros celtas y rutas prerromanas.

EMBALSE DE ORELLANA: COMO EN LA COSTA
Es una de las zonas acuáticas más importantes de Extremadura y la primera de interior en España que obtuvo el título de bandera azul. En sus orillas descansas numerosas zonas de baño (Costa Dulce, Campanario, Calicantos…) con total accesibilidad e ideales para ir en familia, con sombrillas, restaurantes y atracciones para los más pequeños. Además de reconfortantes chapuzones, estas playas son perfectas para los amantes de los deportes náuticos como el windsurf, la vela o el piragüismo.

ALQUEVA: UN BUCÓLICO LAGO
Emplazado en la frontera hispano-lusa, el Gran Lago Alqueva no solo es el mayor embalse de Europa sino todo un paraíso natural. Una suerte de mar de agua dulce con un tamaño descomunal: nada menos que 250 kilómetros cuadrados (el equivalente aproximado a 25.000 campos de fútbol). Aquí te puedes entregar a todo tipo de placeres náuticos: desde dar un paseo en kayak o atreverse con el esquí acuático hasta convertirte en capitán de una embarcación con el alquiler de lo que llaman barcos-casa. Si no, siempre quedará el placer sencillo de disfrutar de un buen baño en la playa de Cheles, también conocida como de la Dehesa, con arena, hierba, sombrillas y chiringuito.
LA CHARCA: SUMERGIRSE EN LA ÉPOCA ROMANA
A 5 kilómetros de Mérida, la Playa de Proserpina, conocida como La Charca, no solo permite la maravillosa experiencia de sumergirse en agua clara y templada, sino también de hacerlo en un embalse construido en la época romana (en el año 130 después de Cristo). Más allá de su valor histórico (cuentan que aquí se encontró la inscripción de una mujer que invocaba a la diosa Proserpina para que castigase a quienes habían robado la colada que tenía tendida) se trata de una de las playas de agua dulce mejor acondicionadas de Extremadura.