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Emprendemos un viaje de carreteras secundarias y ritmos lentos por el interior de una de las regiones más desconocidas de Cataluña, la del Bages. Una red de caminos que atraviesan lugares únicos, como el Monasterio de Montserrat o de Sant Benet, pero también pueblos medievales como Mura o viñedos enredados en bosques, como los que conforman la DO Pla de Bages. También viviremos experiencias que van desde paseos por callejuelas empedradas, a cenas con estrella Michelin, recorrer viñedos y alojarnos en antiguas masías reconvertidas en hoteles con encanto.
© curto - stock.adobe.comCon la cara norte de Montserrat como protagonista, la más bonita, según cuentan, viajar hasta este territorio es hacerlo hasta las primeras huellas, cuando el mar lo cubría todo y el auge, literal, de los Pirineos bendijo este territorio con una tierra rica y una historia única. Manresa es, muy posiblemente, el perfecto punto de partida, un lugar donde descubrir las grandes épocas de esplendor de Cataluña y cuyo legado al mundo se mantiene hoy en perfecto estado de salud. Los edificios y comercios del centro modernista, fruto del esplendor industrial de la ciudad, y la Cueva de San Ignacio (covamanresa.cat), referente mundial de espiritualidad, quien vivió una profunda transformación espiritual, son las dos visitas imprescindibles de la capital.
© IVÃN VIEITO GARCÃA - stock.adobe.comCon permiso del Monasterio de Montserrat, hay en El Bages un lugar que por su silencio, paisaje y oferta cultural atrae numerosas miradas, pero sobre todo huéspedes, comensales y viajeros en general. Es el monasterio medieval de Sant Benet (monsantbenet.com) una de las joyas monásticas del románico de Cataluña. Con su precioso claustro románico y su singular oferta de experiencias. El encanto de este monasterio cautivó al mismísimo Ramón Casas, conocido como el artista total, cuya familia, la del pintor modernista, adquirió la propiedad y la convirtió en su residencia de verano con la ayuda del arquitecto Josep Puig i Cadafalch. Tanto el monasterio como el resto del proyecto son hoy propiedad de la Fundació Catalunya La Pedrera que incluye, entre otros espacios, un hotel y un restaurante con estrella Michelin, L’O, cuya cocina, capitaneada por Iván Margalef, está repleta de referencias históricas que sucedieron en este lugar y que, de alguna manera, han influenciado tanto la cocina como el estilo de vida del Bages en general y de Mon Sant Benet en particular. Junto a todos estos atractivos, uno más: la Fundació Alícia, el centro de referencia mundial que aúna ciencia y cocina con el fin de mejorar los hábitos alimentarios y para poner en valor el patrimonio gastronómico.
Y en un esfuerzo que no parece ni serlo por volver a los orígenes, otra de las grandes sorpresas del Bages es su vino, comercializado bajo el sello de Denominación de Origen, el de Pla de Bages, que se oficializó hace 30 años, pero cuya historia se remonta al siglo XII. Aquí, donde el tiempo se detiene entre viñedos y bosques, nace Abadal (abadal.net), un celler con la vocación de elaborar vinos que expresen la singularidad de su entorno, vinculada a la viticultura desde hace más de 800 años. Conviene visitar esta bodega de Santa María d’Horta d’Avinyó, entre 400 hectáreas de terreno (de las que unas 45 son viñedos) donde abundan dos uvas autóctonas, la picapoll (blanca) y el Mando (tinta). “La experiencia Abadal va mucho más allá de producir vino, aquí hablamos de historia, de legado y de recuperación de una región que sufrió el abandono de las villas tras el auge de la industria y las fábricas, pero que hoy regresa con fuerza”, cuenta Valentí Roqueta, fundador de la bodega. Empeñado en enseñar al mundo el vino en todas sus facetas, en Abadal se pueden disfrutar de numerosas actividades, desde paseos por la viña, desayunos en medio de la naturaleza, catas de vinos o degustaciones temáticas.
PARA ALOJARNOS
La Masía de Castelladral (Ctra de Suria a Castelladral, Km 5,2) es una preciosa masía de origen medieval que la familia Roca Barbé compró allá por 1998 como ruina y logró dotar de habitabilidad con, sobre todo, mucho amor y buen gusto. “Mi padre dibujó casi cada rincón de esta masía, hasta las mesas, soñó con dar vida a un espacio como este y lo consiguió, ya que en 2008 abrimos como pequeño hotel con encanto”, cuenta Núria Roca, su propietaria. Convertido hoy en un precioso eco hotel con encanto de 20 habitaciones cuyas paredes están pintadas a mano con pintura de calcio (sin ningún químico), utilizan tejidos orgánicos, los azulejos están hechos a mano por artesanos locales y las maderas son nobles y de gran calidad. En cada habitación hay una pieza de arte creada especialmente para cada espacio, con obras de Andreu Buenafuente, Paula Bonet y Joana Santamans, entre otros artistas.
Para seguir viviendo experiencias en esta comarca, la masía nos propone gozar de un baño de bosque, saborear la deliciosa miel sus abejas, desayunar pan ecológico recién horneado, practicar yoga en plena naturaleza, bañarse en un spa donde antiguamente se producía el vino (y que se puede privatizar), disfrutar de un pícnic en el prado o simplemente detenerse y escuchar el silencio. También es posible optar por uno, o por todos, los distintos retiros y talleres que ofrecen a lo largo del año, enfocados en el bienestar físico, mental, emocional y espiritual. “La Garriga simboliza en cierta manera nuestros valores como familia: el amor por la naturaleza, la delicadeza de las pequeñas cosas, la excelencia, la entrega y dedicación, el silencio, la pasión por la cocina, la alimentación sana, la simplicidad, la constancia, el respeto por las personas y el entorno, la sostenibilidad, la unión y el reencuentro”, nos cuenta Núria. Aquí, como al Bages, se viene a celebrar la vida.
NO TE OLVIDES...
En Súria, conocida por su basta mina de potasa, hay que pasear por su casco antiguo de origen medieval y aprovechar la caminata para comprar las características rajoles de chocolate de Súria (Fleca de la Font, C/ Salvador Vancell, 20) y que reproducen el dibujo de las baldosas reales de las calles con diseño propio documentado desde el año 1936.
DÓNDE COMER
Ambiente sencillo y producto local en La Cuina de l’Era (lacuinadelera.cat), en Sant Iscle. En esta especie de masía, sencilla y bulliciosa, lo mejor es dejarse llevar y apostar por su menú degustación que, aunque cambia según temporada, siempre incluye platos como el ravioli de gama y cigalas o sus ricos callos con garbanzos.
