Muchos repiten como loros que el monasterio de San Lorenzo de El Escorial es la octava maravilla del mundo. Otros suscriben lo que decía Théophile Gautier en su Viaje por España (1840), que es “el monumento más abrumador y más triste que puedan soñar, para mortificación de sus semejantes, un fraile lúgubre y un tirano suspicaz”. Y luego están los que no piensan ni bien ni mal de él, pero lo han visto tantas veces, que prefieren visitar otras cosas, porque en la variedad está el gusto. Y lo mismo les pasa con la Casita del Príncipe, la del Infante, el Real Coliseo y el valle de Cuelgamuros.
La octava maravilla del mundo está en la Sierra de Guadarrama
Pero, ¿es que hay algo más que ver? Y tanto. Están las Cocheras del Rey (cocherasdelrey.com), una fabulosa colección privada que atesora más de 500 carruajes y muebles de viaje curiosos –¡hasta escritorios-bidé!– que los y las nobles traían consigo a San Lorenzo cuando venían detrás de los reyes. Y está el Teatro Auditorio (teatroauditorioescorial.es), una obra maestra de Picado de Blas Arquitectos que es (o finge ser) un museo de arte contemporáneo madrileño en la serie televisiva Bellas Artes. Si el lector aún no las ha visto (la serie y esta obra arquitectónica), ya está tardando demasiado.
En Insectpark es posible admirar miles de mariposas alucinantes.
Para niños –y para padres que no saben ya qué hacer con los suyos–, es perfecto el Insectpark (insectpark.es), un centro de naturaleza donde pueden admirarse tarántulas vivas, milpiés gigantes, insectos hoja y miles de mariposas alucinantes, incluida la Graellsia, la más bella de España. Y para los que prefieren ver los bichos volando o arrastrándose por el campo, el lugar es el bosque de La Herrería, el robledal que rodea el monasterio por el sur, ofreciendo una vista óptima del mismo y un sitio ideal para comer al aire: el quiosco Fuente del Seminario. El quiosquero, Carlos Agudo, es geógrafo y explica todo lo que hay alrededor con la ayuda de unos paneles informativos. De postre, mejor no tomar nada y acercarse a la microheladería trashumante Campo A Través (San Agustín, 2), donde dos chicas amantes de la vida pastoril usan leche de cabras del Guadarrama que pacen libres para hacer helados extraordinarios. Paseando cinco minutos, llegarás a Colores del Mundo (Cervantes, 7), una tiendita deslumbrante atiborrada de telas africanas y moda diseñada por la senegalesa Tida Coly. El monasterio, a su lado, es una gigantesca sosería gris.
El bosque de La Herrería rodea el monasterio y ofrece su mejor vista.