Es, literalmente, un pueblo-jardín. O un jardín notable, como fue condecorado por el Ministerio de Cultura francés. Una villa de cuento en la que miles flores, en su mayoría rosas, colorean las callejuelas de piedra mientras exhalan al aire ráfagas de un perfume embriagador. Se llama Chédigny y lo encontramos en el sur de Turena, en el sector más desconocido del Valle del Loira.
Apenas unas 500 almas pueblan este apacible rincón que había sido un lugar de paso sin ningún interés, afeado por los tendidos eléctricos y el tráfico permanente. Hasta que un alcalde con ganas de renovación decidió soterrar los cables, evacuar las aguas y organizar las calles de manera bonita, plantando ¿por qué no? unas cuantas rosas por aquí y por allá. Y así, de manera natural, Chédigny experimentó un giro de 360 grados.