De pueblo en pueblo por el Goierri, la tierra del queso Idiazabal

Los viajeros que disfrutan con la gastronomía son felices en esta comarca del interior de Guipúzcoa donde late lo más auténtico de la cultura y la tradición vasca.

Por ESPERANZA MORENO

Salpicado de caseríos y a media hora de San Sebastián, el Goierri puede presumir de muchas cosas: pueblos de sabor rural, naturaleza, patrimonio industrial…, y de queso con nombre propio: Idiazabal, ese exquisito manjar que se elabora con la leche cruda de las ovejas latxas que pastan en los prados del corazón de Euskadi. Situados en él, viajamos por esta comarca en el límite con Álava y Navarra que la A-1 cruza de norte a sur.

El paisaje de las Highlands vascas (tierras altas significa Goierri) lo dibujan las sierras de Aralar y de Aizkorri, dos parques naturales que conforman una de las mejores extensiones de bosques autóctonos. Sobre ese mosaico de verdes montes sobresale el perfil mítico del Txindoki, la montaña más querida de los guipizcoanos, una pirámide de piedra visible desde cualquier punto, y el Aizkorri, el pico más alto del País Vasco (1528 m), meta de montañeros.

Al Goierri le dan vida 18 pueblos –la mayoría no llegan a 1000 habitantes– en los que empaparse de historia y tradiciones rurales, conocer la cultura del pastoreo, disfrutar de la gastronomía y hacer excursiones por caminos transitados desde tiempos inmemoriales, como dan fe sus numerosos monumentos megalíticos y el Camino de Santiago del Norte, que atraviesa estas tierras. Pero si hay que empezar por algún sitio es por Beasain, a solo 30 minutos de la capital guipuzcoana y principal municipio de la comarca.

Excursiones a menos de una hora de San Sebastián

BEASAIN

El encanto de este pueblo se encuentra en el barrio de Igartza y en su conjunto monumental. Atravesando un histórico puente sobre el río Oria se accede al palacio del siglo XV que fue morada de uno de los más importantes señores feudales de la Edad Media. En su interior nos llama la atención su precioso patio central con galería y, en la planta baja, el espacio musealizado que acoge la última gran presa de madera. No faltan exposiciones y numerosas actividades que dan a conocer las costumbres vascas y nos trasladan al pasado. En el mismo entorno está la ermita de Belén, el lagar de Dolarea –antigua venta caminera todavía en funcionamiento–, la ferrería y otras instalaciones hidráulicas que muestran la tradición industrial de Beasain. Aunque el testimonio más antiguo de la villa no está aquí, espera en el barrio de Astigarraga, donde se encuentra el dolmen de Larrate.

Por su ubicación y su entorno, Lazkao posee un encanto especial, como lo tiene la antigua villa medieval de Ordizia, a la que acercarse mejor un miércoles para recorrer su mercado, que se celebra desde 1512 y en el que se pueden encontrar todo tipo de productos: miel, queso, pan, frutas y verduras, flores. Y, de paso, vivir la experiencia gastronómica que proponen desde D’elikatuz (delikatuz.com), ese gran espacio dedicado a la alimentación y a la gastronomía, que además acoge el Centro de Interpretación del Goierri y la oficina de turismo. De la mano de un prestigioso cocinero y con la colaboración de los productores se eligen en el mercado los ingredientes de temporada con los que posteriormente se elabora un menú saludable que se acabará degustando.

EL CERVINO VASCO

Muy cerquita quedan Zaldibia, con magníficos recorridos por la calzada romana que atravesaba en otro tiempo este territorio; Olaberria, al que llaman el Balcón del Goierri por estar situado en un altozano, y Gaintza, el pueblo más elevado de la comarca. Desde el bonito entorno de la ermita de Nuestra Señora de los Remedios de Larraitz, muy venerada por los vecinos del entorno del Parque Natural de Aralar, arranca la ascensión a la cumbre del monte Txindoki, el pequeño Cervino vasco, a 1346 metros de altura, donde cuenta la leyenda que Mari, la diosa del Olimpo local, tiene una de sus ‘residencias’.

Una visita detenida merece Segura, a orillas del río Oria y rodeada de los montes Aizkorri, cuyo casco antiguo con forma de almendra anima a entrar y salir de los portales de su antigua muralla, admirar notables caserones y palacios – Guevara, Lardizabal, Jauregui, Arrue…–, entrar en el Museo Medieval y entregarse al txikiteo en los bares que rodean la plaza de San Juan.

El valle de Aramaio es la pequeña Suiza alavesa

CULTURA PASTORIL

Volviendo a la A-1, a solo unos kilómetros está Idiazabal, el pueblo que da nombre al queso elaborado en estas montañas y que ha dado origen a una ruta de 100 kilómetros que se puede abordar bien a pie o, más cómodo, en coche, siguiendo el sendero GR 283, por el que transitan los rebaños. Las 6 etapas del camino descubren el centro de interpretación del queso, pero también todo el proceso de su elaboración en diferentes queserías, los prados donde pastan las ovejas, el modo de vida de los pastores y, por supuesto, se termina degustándolo acompañado de la sidra local.

Más al sur, Zegama fue desde antaño un pueblo importante como puerta de entrada a Guipúzcoa. A los pies de la sierra de Aizkorri, su entorno natural ofrece numerosas rutas, como la que desde antaño han seguido mercaderes, pastores y peregrinos y cruza el túnel natural de San Adrián, importante paso del Camino de Santiago.

En el Goierri, que forma parte del catálogo de experiencias premium de Euskadi Basque Country Confidential (turismo.euskadi.eus/es/euskadi-confidential) también se puede vivir la experiencia de convertirse en minero por un día dando un agradable paseo por la Vía Verde de Ormaiztegui y adentrándose en las galerías y los hornos del antiguo complejo minero de Aizpea en Zerain, del que se extraía el hierro de este entorno para luego ser enviado en ferrocarril por Europa. Un ejemplo de la intensa actividad de las tierras altas de Euskadi en las que conviven tradición y modernidad y donde empaparse de aire puro y buen comer y esencia rural.

DÓNDE DORMIR Y COMER

A las afueras de Bidania, en el hotel gastronómico Iriarte Jauregia (iriartejauregia.com), que ocupa un antiguo palacio del siglo XVII rodeado de naturaleza. Tras su fachada de piedra blasonada se descubre un cálido interior en el que pasado y presente se fusionan para crear una atmósfera íntima: vigas de madera, mobiliario de cristal y hierro y 21 habitaciones llenas de detalles.  Si además de pasar una noche en él se disfruta de su restaurante Bailara, de cocina de autor, la experiencia resulta memorable. Más tradicional y familiar es la propuesta que el chef Enrique Fleischmann ofrece en el Bistró IJH.

Recomendable también en el mismo centro de Segura, Imaz (hotelimaz.com), un hotel domotizado y sostenible con todas las comodidades y bar-restaurante donde disfrutar de la cocina tradicional en un ambiente familiar.

De las parrillas al borde del mar a las sidrerías gourmet por Guipúzcoa

Y en el mismo complejo monumental de Beasain, la cocina de autor con base tradicional del restaurante Dolarea (hoteldolarea.com) y el ambiente de su cafetería Gastrolare, en la que, por qué no, apuntarse a una degustación de queso Idiazabal con txakoli. También es un acogedor alojamiento de cuatro estrellas.