La bonita villa medieval de Marvão que queda al lado de España

A este encantador pueblo hay que ir con intención de conquista, para coronar su disputado castillo y quedar embelesado con su historia, sus murallas y sus vistas.

Por hola.com

Marvão, en el Alentejo portugués, se levanta sobre un inexpugnable promontorio granítico, una de las cumbres de la sierra de São Mamede, por eso no extraña que, desde hace siglos, se la conozca por el sobrenombre de «el nido de las águilas». Apenas 6 kilómetros escasos la separan de la frontera con España, 28 de Valencia de Alcántara y 85 kilómetros de Badajoz. Así que resulta una «fácil conquista».

Para llegar a Marvão es necesario trepar por las empinadas curvas que nacen a sus pies. Una vez arriba, se descubre una villa medieval blanca como la nieve, empedrada e irregular, tortuosa y empinada, protegida por una gruesa línea de murallas oscuras en cuyas esquinas se abren baluartes, matacanes y garitas. Intramuros, sus casas están decoradas por balcones de hierro forjado, chimeneas alentejanas y pintorescas ventanas manuelinas, bien pertrechadas para los días del frío invierno.

No te lo pierdas: Las villas que nos enamoran del norte de Portugal

UN POCO DE HISTORIA

A Marvão la fundaron los árabes, luego, en 1160, don Afonso Henriques la conquistó para los cristianos y, un siglo después, don Dinis mandó erigir su altivo castillo. Durante demasiado tiempo, Marvão debió lidiar con el incómodo papel de ser lugar de frontera, defendiendo los límites más septentrionales del Alentejo.

QUÉ VER EN MARVAO

A la entrada del pueblo, fuera de las murallas, se alza el convento gótico de Nossa Senhora da Estrela, interesante por su portada gótica y sus notables azulejos históricos. Luego, por una calleja sinuosa se alcanza la plaza do Pelourinho, presidida por una picota dieciochesca, esas labradas columnas desde las que en otro tiempo se leían edictos y se ajusticiaba a reos y malhechores, y donde se ven los antiguos paços do Concelho, la Priçao y la torre do Relógio, que aún hoy marca el ritmo cotidiano de la villa.

No te lo pierdas: Portugal en diez maravillas que seguro no son las que conoces

VER GALERÍA

Desde aquí, el paseo por el pueblo se pierde por callejuelas de pasos abovedados y casas blancas y pequeñas capillas con portadas renacentistas. La calle del Espírito Santo sube en dirección al castillo dejando a un lado la iglesia de Santa María, que empezó a edificarse en el siglo XIII y cuyo interior desacralizado, acoge hoy el Museo Municipal, rico en piedras megalíticas, útiles prehistóricos, enseres romanos y piezas cartográficas de la villa y la comarca.

El largo de Santa María lleva por hermosos jardines que corren por todo el perímetro de las murallas hasta la iglesia de Santiago, un templo del siglo XV con una luminosa fachada.

No te lo pierdas: La sorpresa de cruzar la frontera de Portugal y encontrarte con Elvas

VER GALERÍA

LA VISTA MÁS BONITA, DESDE EL CASTILLO

Lo más sobrecogedor de Marvão aguarda arriba, en la cúspide del espolón rocoso, el inexpugnable castillo que mandó levantar el rey Dinis sobre restos romanos y llegó a ser una de las fortalezas más estratégicas al sur del Tajo. Sus fuertes defensas se confunden con la roca granítica del monte. Los ingenieros de la época proyectaron hasta tres recintos fortificados. La torre del homenaje es una atalaya cúbica de considerable altura y desde su azotea se advierte una de las vistas más hermosas del país. Al este, España; al sur y al oeste, la sierra de São Mamede; y al norte, Castelo Branco y las estribaciones de la Serra da Estrela.

En uno de los recintos de la fortaleza hay una cisterna iluminada por la luz natural de dimensiones colosales. Y también un museo con armas históricas. Un paseo por el camino de ronda permite contemplar la vasta magnitud del castillo. A cada paso se abren garitas abovedadas y baluartes sostenidos milagrosamente sobre los precipicios.

CONJUNTOS MEGALÍTICOS

A los pies de Marvão, los caminos se multiplican rumbo a los parajes más idílicos de São Mamede, que es parque natural. En dirección a Castelo de Vide hay una hilera de árboles centenarios que lleva a dehesas y lomas cubiertas por encinas y alcornoques. Al contrario de lo que pudiera pensarse, São Mamede es un paraje poblado por el hombre desde tiempo inmemorial. A cada paso aparecen indicaciones de algún conjunto megalítico. Una carretera se dirije desde Portalegre hasta el pico que le da nombre. La ermita de Nossa Senhora da Penha, a 700 metros de altura, disfruta de espectaculares vistas.

CASTELO DE VIDE

En otra de las colinas de la sierra de São Mamede y al pie de su castillo, Castelo de Vide es otra de las localidades del entorno que bien merece un paseo. Sus callecitas son tortuosas y floridas, con viejas casas blancas escalonadas. También tienen encanto las vistas del castillo del siglo XII y del barrio judío –con una sinagoga medieval–, como sus aguas termales de propiedades curativas y el menhir da Meada (Santa Maria da Devesa), el más grande de la península ibérica, con 7 metros de alto y 15 toneladas de peso.

VER GALERÍA

PORTALEGRE

A 20 minutos de Marvão queda esta ciudad de museos, murallas, mansiones renacentistas y barrocas y monumentos religiosos, entre los que destaca el conjunto de la sé y el palacio episcopal. Y un poco más allá, la Cidade Romana de Ammaia, en São Salvador de Aramenha, el testimonio más importante de la presencia romana en la región de Portalegre. El conjunto ocupa casi 17 hectáreas y gran parte de los vestigios datan del siglo I.

EL ALOJAMIENTO

La Pousada de Santa Maria (pousadas.pt) es un céntrico alojamiento de aire regional al estilo de los Paradores de España, con habitaciones y espacios comunes muy confortables y buenas vistas desde algunas de sus estancias. También panorámicas impresionantes tienen las de Rei Dom Manuel (+35 245 909 150), que ocupa un edificio histórico. Y buena elección será alojarse en Dom Dinis Marvão (domdinismarvaohotel.com-hotel.com), de inspiración medieval, en consonancia con su ubicación, intramuros y con una terraza en la azotea con jacuzzi.

No te lo pierdas: Rutas por el Alentejo para los amantes del buen comer

LOS SABORES DEL ALENTEJO

El restaurante de la Pousada de Santa Maria (pousadas.pt) además de estar en una céntrica ubicación, es un lugar muy agradable para comer la cocina alentejana bien elaborada con excelentes vistas. Igualmente tradicional, los platos de Varanda de Alentejo (varandadoalentejo.com), dentro de la ciudad amurallada.