Refugios donde acurrucarnos este invierno con mantita y buena cocina

Al calor de una chimenea, degustando un reconfortante guiso de puchero o buscando el sol del sur. ¡Quién dijo que hace frío estos días!

Por HOLA.COM PARA PARADORES

UN ANTIGUO CONVENTO EN PLASENCIA

En pleno casco histórico de esta localidad cacereña, el convento de Santo Domingo, del siglo XV, no solo es un lugar con historia, hoy con una nueva vida como Parador de Plasencia (parador.es), es el refugio perfecto para hacer una escapada de invierno. Hospedarse en él es sentirse como los frailes dominicos que lo habitaban, durmiendo en lo que fueron sus celdas, pero ahora perfectamente climatizadas, algunas incluso con chimenea. Tan agradable como pasear por la sala capitular, charlar en el claustro acristalado o en sus salones de techos altísimos. Además, su bar de noche instalado en la antigua bodega es el lugar perfecto para relajarnos.

¿Y qué podemos hacer durante el día? Pues descubrir la gran riqueza monumental de Plasencia y para ello nada mejor que empezar por la plaza Mayor, centro de la vida local. El paseo después nos llevará además a sus dos catedrales, el barrio de los Mercaderes, el de los Clérigos y el de los Caballeros, también a la judería, el acueducto o la ciudad extramuros. ¿Y si queremos ir más allá? Pues estando en un lugar estratégico de la Ruta de la Plata, la escapada puede llegar hasta el monasterio de Yuste o los paisajes naturales que lo rodean: el valle del Jerte, Las Hurdes, la Sierra de Gata, la comarca de La Vera y el Parque Nacional de Monfragüe.

EL PRIMER PARADOR DE ESPAÑA

Fue en 1928 cuando el mismísimo rey Alfonso XIII inauguraba el Parador de Gredos, un aislado refugio de muros de piedra en Navarredonda de Gredos para aquellos que buscan escapadas por la montaña a solo 60 kilómetros de Ávila y a 2 horas de Madrid. Después de un día recorriendo alguna de las numerosas rutas que recorren el parque regional, como las que llevan al Circo, a la Laguna Grande o a picos como el Morezón, el premio será sentarse después junto a la chimenea y recordar la jornada al calor de la lumbre. Bueno, mejor tras disfrutar antes de un reconfortante plato de legumbres de la tierra en el restaurante, especialmente las afamadas judías de El Barco, o degustar algunas de las carnes y asados tan reconocidos en la cocina abulense.

Otro día podemos acercarnos al cercano Puerto del Pico y caminar por una de las calzadas romanas mejor conservadas de España, visitarse localidades con encanto como El Barco de Ávila o Arenas de San Pedro, donde se ubican las Cuevas del Águila, una de las maravillas del valle del Tiétar o apuntarnos a un montón de actividades de turismo activo por la sierra de Gredos, desde paseos a caballo a tirolinas por sus bosques.

CON VISTAS AL MAR DE HUELVA

En el sur, al lado del mar y en el entorno natural del Parque Nacional de Doñana, está el Parador de Mazagón, un lugar para refugiarse este invierno y, al mismo tiempo, disfrutar de la naturaleza de este espacio protegido. Por la mañana, con sol, podemos pasear por la playa del hotel, situada en una de las zonas más bonitas de la costa onubense, donde se suceden kilómetros de arena inmaculada, con pinos y dunas, hacer alguna de las visitas en todoterreno por Doñana, acercarte a Palos de la Frontera o a El Rocío para conocer su ermita y las marismas. Al ponerse el sol, buscaremos nuestro espacio entre las paredes de este alojamiento, en sus confortables habitaciones con terrazas y vistas panorámicas, en sus cómodos salones, en su zona wellness o sentados a la mesa de su restaurante saboreando productos del mar y de la sierra de Huelva: gambas, langostinos, jamón de Jabugo...

UN CASTILLO EN ZAFRA

Dormir en un castillo siempre es una experiencia única, por su historia, por sus amplias y elegantes estancias, sus elementos decorativos… Como la que fue residencia de los duques de Feria, una majestuosa fortaleza del siglo XV que acoge hoy el Parador de Zafra, un buen lugar para una escapada de invierno, donde se alojó el mismísimo Hernán Cortés. Tras su espectacular fachada se esconde un refinado y grandioso interior acomodado a sus nueve torres originales. Hay que fijarse en sus hermosos artesonados, en sus herrajes y pasamanos pertenecientes al antiguo palacio, luego acomodarnos en su precioso patio interior y contemplar las espectaculares vistas de la ciudad desde la terraza. O sentarnos a saborear platos típicos, como las migas del pastor, la cazuela de bacalao con pisto extremeño o la caldereta de cortero. Aquí no se siente el frío.

El Parador posee un emplazamiento privilegiado para conocer después este bonito pueblo de Badajoz, cuya vida discurre en torno a dos plazas porticadas: la Grande, con palmeras; y la Chica, y en el que se descubren también puertas de la antigua muralla, especialmente la de Jerez, museos y la colegiata de la Candelaria, con pinturas de Zurbarán. El fin de semana puede dar también para hacer rutas por la naturaleza de su entorno, pues quedan cerca el Parque Natural de Cornalvo, la sierra de Hornachos, la de Tentudia o la sierra de Aracena.

EN EL ANTIGUO ALCÁZAR ÁRABE DE CARMONA

A media hora de Sevilla, entre el amplio catálogo de casonas blasonadas, palacios, iglesia, conventos y museos que embellecen la monumental ciudad de Carmona, hay uno que sobresale sobre el resto: el Parador, que se levanta sobre el que fuera el impresionante alcázar árabe y corona la localidad. Entre sus muros de piedra hay belleza, tranquilidad, una exquisita gastronomía y una bonita vista a la campiña para admirar desde sus ventanas. Y calidez, mucha calidez, donde refugiarnos este invierno. En el antiguo refectorio podemos degustar los platos de la gastronomía tradicional andaluza, junto a una exquisita repostería. Después de entrar en calor, hay que pasear por las calles de Carmona, descubrir la Puerta de Sevilla y otras monumentales de la antigua muralla, los templos de San Pedro y Santa María y, por supuesto, su necrópolis romana.