Ciudad Rodrigo o el pueblo de Salamanca con forma de estrella

El laberinto de piedras, palacios y rincones de esta localidad a 90 kilómetros de la capital salmantina está protegido por potentes murallas que dibujan un singular recinto estrellado. A ritmo tranquilo iremos descubriendo uno a uno sus valiosos tesoros, herencia de un disputado pasado.

Por JAVIER PRIETO GALLEGO

En Ciudad Rodrigo la frontera se huele. Portugal está tan cerca que siempre fue como el vecino del rellano al que se pide la sal cuando se acaba en mitad del guiso. Sin embargo, las murallas de Ciudad Rodrigo son la prueba irrefutable de que no todo han sido buenas palabras entre vecinos. Aún hoy, subirse a las murallas del baluarte para contemplar las paredes heridas a cañonazos de la torre de su catedral pone al tanto de que por aquí se han vivido tiempos algo más que turbulentos.

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EL PASEO POR LA MURALLA

Lo mejor será comenzar la visita buscando el acceso a lo alto de la muralla desde la plaza de Herrasti. Una vez arriba, caminar por el paseo de ronda en el sentido opuesto al del reloj permite conocer por qué esta muralla es uno de los ejemplos mejor conservados del sistema abaluartado de la península. Con vistas sobre la ribera del Águeda, llegaremos, en primer lugar, hasta la plaza del castillo y el mirador sobre el río. Más allá, el hospital de la Pasión antecede la llegada a la puerta de Santiago, una de las siete que permiten el paso al cogollo urbano. El hospital se alza sobre el solar que ocupara la antigua sinagoga y en su interior destaca la iglesia. En ese entorno, no muy lejos quedan el palacio de los Águila –uno de los abundantes palacios señoriales de la ciudad, que acoge la oficina de turismo–, la iglesia de San Pedro y San Isidoro o la casa de los Vázquez, donde están las dependencias de Correos.

LA CATEDRAL

Completado el círculo, llega la hora de visitar la catedral, su monumento de más empaque. De las puertas exteriores de la catedral, la más llamativa es la de las Cadenas; mientras que en el paseo por su interior no hay que pasar por alto la espectacularidad de la puerta del Perdón. La riqueza de sus imágenes es comparable a la de los pórticos de la colegiata de Toro o, incluso, de la catedral compostelana.

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Asombro producen sus dos capillas más notables, la de la Soledad y la del Santísimo, como el llamado altar de Alabastro o de la Quinta Angustia, o la sillería del coro. Pero es en el claustro donde los imagineros trabajaron más libremente, a juzgar por el repertorio de personajes, fantásticos, religiosos y profanos que pueblan los capiteles y, muy especialmente, las basas de muchas de sus columnas. La visita por su interior también incluye el Museo Diocesano y Catedralicio (catedralciudadrodrigo.com). En ocasiones se realizan visitas nocturnas.

EL MUSEO DEL ORINAL

Como una ironía chocante, frente a la riqueza y pomposidad de la catedral se ubica la entrada al Museo del Orinal, una original colección con más de 1300 piezas de todo tipo y procedencia, cuyo último propósito no es otro que recordar a todos la humana condición que está en nuestra propia esencia. Mucho más allá de lo anecdótico, la muestra recoge una increíble cantidad de piezas valiosas, originales y, algunas de ellas, de gran valor artístico (museodelorinal.es).

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EL CALLEJEO

Mientras vamos descubriendo el laberinto de su apretado callejero habremos pasado varias veces por su plaza Mayor, con el palacete arrinconado del ayuntamiento en una de sus esquinas, y recalado en la capilla de Cerralbo o la plaza del Conde, con notables edificios señoriales haciendo corro. Desde esta lleva un paso franquear la muralla por la puerta del Conde y rematar en el Centro de Interpretación de la Ruta de las Fortalezas de Frontera. Es especialmente recomendable para ver con niños, pues cuenta con muchas propuestas interactivas y juegos que permite conocer la evolución de sus defensas y el papel jugado por otras plazas similares a lo largo de la frontera con Portugal (Entrada: 2,50 €).

Apúntate a una visita guiada por Ciudad Rodrigo para conocer su patrimonio, historia y monumentos únicos.

ESTACIÓN RUPESTRE DE SIEGA VERDE

Si todavía queda tiempo para más, otro final por todo lo alto consiste en acercarse hasta la estación de arte rupestre de Siega Verde, a 15 kilómetros de Ciudad Rodrigo, cuya colección de grabados repiqueteados directamente por el hombre paleolítico sobre la roca le ha valido ser incluida en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad. Se recorre con visitas guiadas y merecen especialmente la pena las que se organizan algunas noches de luna llena (siegaverde.es).

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LA RUTA DEL TORO BRAVO

Ciudad Rodrigo también es una de las puertas de entrada a una de las comarcas que mejor se identifican con el paisaje y el alma de la provincia de Salamanca: el Campo Charro, un territorio de límites imprecisos cuyos principales rasgos de identidad son las dehesas y la cría del toro bravo en un ambiente de semilibertad. Desde la página salamancaemocion.es/es/que-hacer/toro-bravo-y-dehesa podemos contactar con las 17 ganaderías que ofrecen un amplio abanico de experiencias para conocer en profundidad el mundo de la ganadería taurina.

 

 

PARA DESCANSAR

Apoyado sobre la muralla de la ciudad y en alto sobre la vega del río Águeda, el Parador de Ciudad Rodrigo (parador.es), además de haber sido testigo de algunos de sus importantes acontecimientos, es uno de los mejores lugares para quedarse a dormir. En pleno casco histórico también está Conde Rodrigo I (hotelconderodrigo.com), que ocupa un edificio del siglo XVI que pertenecía al cabildo de la catedral y decorado en estilo clásico y acogedor.

DISFRUTAR A LA MESA

Zascandil (tel. 665 63 58 94) es un gastrobar situado en la calle Correo Viejo, en pleno centro histórico, donde sentarse a degustar su carta de pinchos, tostas, ensaladas y setas en temporada. Cocina tradicional y carnes a la brasa ofrece La Muralla  y también tradicional, pero con toques modernos, la del restaurante Estoril (restaurante-estoril.com), donde comer arroces, setas, pulpo, estofado de rabo de toro o deliciosos boletus con huevo y foie.