CÁDIZ 

Días de «slow travel» en Conil de la Frontera

Un cortijo en plena naturaleza, cerca de la playa y desde el que hacer actividades tranquilas, como catas de cerveza artesanal. Apetece una escapada a la costa de Cádiz.

Por hola.com

La historia del Cortijo Fontanilla (cortijofontanilla.com) comenzó como un sueño, el de un matrimonio (decorador alemán él, vallisoletana ella) que decidió atraer a los primeros turistas alemanes a la costa gaditana levantado un alojamiento con un concepto muy adelantado a la época: slow travel. Era 1965 y esa filosofía de vacaciones tranquilas es la misma que hoy impera en este lugar tan especial, al frente del cual está la tercera generación de la familia Von Knobloch.

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En una finca de 22.000 metros cuadrados en Conil de la Frontera, a apenas 300 metros de la playa de la Fontanilla, de aguas cristalinas, arena dorada y multitud de servicios, y a un kilómetro del centro, encontramos este oasis donde disfrutar de unos días sin prisas en la naturaleza y junto al mar.

Repartidas por el cortijo una veintena de casas independientes y diferentes tanto en forma como en distribución, con un mobiliario de valor histórico, en un entorno acogedor, rodeadas de plantas y árboles, y ajustadas a las necesidades de cada uno. Las hay con uno o dos dormitorios, con capacidad de dos a cinco personas, y todas tienen terraza, salón, chimenea. A los que viajan con mascotas les alegrará saber que aquí son bienvenidas.

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En el cortijo también hay piscina con solarium para disfrutar los largos días de verano, un enorme jardín, aparcamiento para coches y bicicletas e incluso una tienda con productos gourmet para llevarnos como recuerdo de una estancia inolvidable.

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Los propietarios del cortijo también proponen numerosas actividades, desde catas de sus propias cervezas, elaboradas en su fábrica de Jerez, a cual más auténtica y sorprendente, de vinos de la tierra en la propia suite,masajes para esos buscados momentos de relax o de bautismos de buceo en la piscina.

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Y como en algún momento habrá que salir de este oasis, los alojados tienen ahí al lado los 14 kilómetros de arenales dorados y calas escondidas de Conil, que se suceden en uno de los entornos más naturales de la costa gaditana. Pero también un pueblo blanco que atrae por su faro y su puerto, por la torre de Guzmán y la de Castilnovo, la Chanca y su barrio de los Pescadores, animado gracias a sus bares y terrazas. Todo ello a 45 kilómetros de Cádiz y a 30 de San Fernando.