72 horas de aventuras mediterráneas en Costa Daurada

Desde la imperial Tarraco a sus playas de azul mediterráneo o desde Poblet a la sierra de Montsant. Estas propuestas entre el mar y la montaña son sencillas sugerencias, ideas para inspirarte y guiarte en un viaje de 3 días. Tú escribes tu propia aventura.

Por HOLA.COM PARA COSTA DAURADA

Leer es viajar a través de las palabras. Y leer durante la infancia y la adolescencia, cuando la imaginación es un cofre efervescente y rebosante, es lo más parecido a soñar despierto. ¿Recuerdas esa emoción que sentían con aquellos libros en los que podías elegir tu propia aventura? Costa Daurada es el territorio perfecto para disfrutarla a tu gusto, ya sea como un divertido plan en familia, una escapada romántica en pareja, un viaje con amigos o, sencillamente, dejándote llevar por la sorpresa.

DÍA 1

Una de romanos, para empezar

Todo gran viaje, como toda gran historia, arranca con un inicio memorable. Por eso, llegues en AVE a la estación del Camp de Tarragona, aterrizando en el aeropuerto de Reus o por carretera siguiendo el antiguo trazado de la Vía Augusta, la mítica calzada romana –hoy la carretera N-340–, el mejor kilómetro 0 de todos los caminos de la Costa Daurada es Tarragona, la antigua e imperial Tarraco, la urbe más importante de la Hispania Citerior, a un paso del Mare Nostrum.

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Caminar por la capital es lo más parecido a hacerlo en un museo arqueológico al aire libre gracias a su riquísimo patrimonio histórico y monumental, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Tempus fugit, que dirían los clásicos, así que el mejor modo de optimizar la primera mañana en la capital es conocer sus tesoros ineludibles. Empieza por recorrer el paseo junto a las imponentes murallas (siglo II a. C.), una clase magistral de arqueología e historia entre cipreses y estatuas. En tu regresión a la Tarraco imperial no pueden faltar dos de los tesoros de la urbe: el impresionante circo y el anfiteatro. En el primero, construido en tiempos de Domiciano (siglo I d. C.), aún podrás percibir la emoción de las más de 20.000 personas que vibraron en sus gradas con la emoción de las carreras de cuadrigas, la Fórmula 1 de la época, disputadas en su arena. Mientras que pasar un rato en el anfiteatro, del siglo II d. C., con capacidad para 14.000 personas, te hará vivir una secuencia de la película Gladiator sentado en sus gradas, con el intenso azul del Mediterráneo a unos metros.

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Secretos para foodies y arenales de postal

Tras una primera mañana en Tarragona, un plan de delicioso y refrescante para disfrutar del mediodía y la tarde al más puro estilo de los bon vivants romanos es combinar una buena comida con un primer chapuzón en el mar. Una primera opción sin salir de Tarragona es dejarse tentar con la propuesta gastronómica de los restaurantes de la Part Alta o de su puerto pesquero, El Serrallo. Ahí están, los célebres arroces de El Llagut (elllagut.com) o el pescado y marisco recién llegado de la lonja de El Pòsit del Serrallo (elposit.com). Y después, refrescarse en las aguas de las nueve playas urbanas de la ciudad: la del Miracle, la popular Waikiki, la dels Capellans…

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La segunda opción es salvar los apenas 15 minutos por carretera que distan entre Tarragona y Altafulla para disfrutar de esta villa medieval donde, por cierto, se encuentra la villa de Els Munts (siglo I d. C.), un ejemplo de lujosa residencia romana. Y es que Altafulla no solo atesora una deliciosa playa, con el castillo de Tamarit recortándose entre rocas y pinos, o el plácido espacio natural de la desembocadura del río Gayá, sino también algunas de los iconos gourmet de Costa Daurada, como las Bruixes de Burriac (bruixesdeburriac.com) o las creaciones marineras de Voramar Cal Vitali (voramarcalvitali.com), a un paso de la orilla del mar.

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Tarde de shopping y art noveau en Reus

Para apurar las últimas horas del primer día, no hay un mejor epílogo que dejarse seducir por Reus, la capital del Baix Camp. Sobran los motivos. Para empezar su patrimonio modernista, el más importante de Cataluña, tan solo superado por Barcelona. No es extraño teniendo en cuenta que su hijo más ilustre, el arquitecto Antoni Gaudí, creció aquí. Si apetece, échale un vistazo al Gaudí Centre (gaudicentre.cat), en la plaza del Mercadal, el único centro de interpretación de la obra del genial arquitecto. Caminar por sus calles es lo más parecido a recorrer un museo al aire libre dedicado al art nouveau: las casas Navás, Serra, Gasull, el Institut Pere Mata…

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Pero Reus también es una inmejorable coordenada para disfrutar de una sesión de shopping gracias a sus tiendas y establecimientos únicos. Una primera jornada intensa como esta bien merece un descanso reparador y, a poder ser, emulando a los antiguos emperadores, por ejemplo, en La Boella (laboella.com), un hotel boutique a unos pasos de Reus y rodeado por un mar de olivos, donde saborear también las creaciones del terruño y el mar en la terraza, amenizada por el veraniego frescor perfumado de los jardines.

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DÍA 2

Adrenalina en PortAventura

El inicio de la segunda jornada en la Costa Daurada no puede tener un mejor plan de diversión que disfrutar del universo PortAventura World (portaventuraworld.com), uno de los mayores destinos de vacaciones y de ocio familiar de Europa. Ahí esperan PortAventura Park, Ferrari Land y Caribe Aquatic Park, con sus atracciones clásicas (el emblemático Dragon Khan, el vértigo de Shambhala, los espectáculos Bang Bang West y Aves del Paraíso…). Pero también lo más novedoso, como el nuevo personaje de Sesame Street, Big Bird, un nuevo meet and greet de Shrek o Delion, el nuevo concepto gastronómico que disfrutarás en tres de sus alojamientos icónicos –el Hotel Colorado Creek, el Hotel PortAventura y el Hotel Gold River– si decides hacer noche en el parque.

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Tras horas llenas de emociones fuertes en el parque, quizás apetezca aderezar el mediodía o el inicio de la tarde con una microescapada refrescante a alguna de las playas cercanas. Si es así, ahí van dos propuestas, ambas a un paso del parque, para que puedas escoger y preparar la tarde.

De genios y leyendas

La primera opción es poner rumbo a Miami Playa (a 15 minutos en coche por la A-7), los arenales de Mont-roig del Camp. En esta población de la comarca del Baix Camp no solo disfrutarás de un delicioso pedazo de Mediterráneo –¿cómo resistirse al azul resplandeciente de la playa La Pixerota?–, también descubrirás, de paso, el legado artístico de uno más ilustre vecino: el pintor Joan Miró. Podrás, por ejemplo, visitar el Mas Miró (masmiro.com), el fortín creativo donde este recalaba cada verano y que fue lugar de paso de amigos del pintor como Hemingway.

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Tras comer en algunos de los restaurantes de la villa o a un paso de la playa, quizás te apetezca una caminata a media tarde para tomar perspectiva. De ser así, nada como ascender –en coche, BTT o paseando– hasta la ermita de la Mare de Déu de la Roca y la capilla de Sant Ramón de Penyafort, encaramadas en lo alto de la montaña de arenisca. Desde su cima, la ermita regala las mismas sensaciones que el genial Miró plasmó en sus lienzos: el mistral lamiendo la roca roja, mientras a los pies se desparraman impresionantes vistas del Camp de Tarragona y del Mediterráneo.

No se queda atrás en atractivos la segunda opción. En realidad, es lo más parecido a un mar y montaña. Desde PortAventura, hay 28 kilómetros (25 minutos por la A-7) a L'Hospitalet de l’Infant, donde se puede entrar en el centro de visitantes instalado en el antiguo hospital del siglo XIV que da nombre a la localidad, fundado por el Infante Pere IV, muy entretenido para las familias. Y después, disfrutar de un tentempié marinero en la playa de l'Arenal antes de embarcarte en una tarde de leyenda. A menos de 20 minutos en coche comienza un recorrido mítico entre riscos y montañas que te llevará, tierra adentro, hasta el castillo medieval de Pratdip, a un paso de los agrestes contornos de la sierra de Llaberia. Es este el territorio de los dips, perros vampíricos que dan nombre al pueblo y vertebran las leyendas seculares de la villa y sus contornos desde el siglo XVIII. Una pequeña Transilvania en el corazón de la Costa Daurada.

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Cambrils: territorio slow y gourmet

Para poner un broche de oro relajado y sabroso a la jornada, nada como apurar las últimas horas del día en Cambrils. Sin perder su personalidad marinera y sus tradiciones vinculadas al mar, la ciudad es uno de los destinos de turismo familiar más notorios de Costa Daurada. Lo primero es dar un paseo, como suelen hacer los lugareños, por su fachada marítima refrescándote con un helado frente a las barcas de pescadores y de recreo reposando en sus aguas, antes de recalar en alguna de las referencias foodies que dan fama a Cambrils. De especial mención entre los gourmets son Can Bosch (canbosch.com) y El Rincón de Diego (rincondediego.com), ambos con una estrella Michelin. No menos deliciosa es la propuesta que ofrece Bresca Restaurant (brescarestaurant.com), bajo la batuta del chef Xavi Ferraté.

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Y para descansar tras un día tan lleno de emociones como este, mada como disfrutar del glamping que brinda el Playa Montroig Camping Resort (playamontroig.com), un alojamiento con un puntito de lujo y de espíritu aventurero. Por algo este camping, de reconocido prestigio europeo, no solo agasaja con delicias como los Bora Bora Pavillion, bungalós de madera rodeados de jardines, sino también con regalos impagables como disfrutar del firmamento estrellado en su zona chill-out de la playa.

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DÍA 3

Belleza gótica, tesoros naturales

Para el último día en Costa Daurada, apostamos por un recorrido que combine propuestas en las que laten la historia, la leyenda, el patrimonio y la gastronomía. Porque sí, Costa Daurada es un rincón de Mediterráneo bendecido con playas de arena fina y aguas transparentes y calmas, pero esa sería una postal incompleta sin descubrir los tesoros naturales y el patrimonio de las Montañas de Prades y de rincones secretos del Priorat.

Este viaje de cimas y panorámicas vertiginosas engarza dos coordenadas mayúsculas: el monasterio de Poblet y el pueblo de Siurana, separadas ambas por menos de una hora en coche (40 kilómetros). Del primer eslabón, el monasterio cisterciense de Santa Maria de Poblet, sobran los motivos para invertir las primeras horas del día. Poblet es un icono de la Ruta del Císter (larutadelcister.info), en la comarca de la Conca de Barberà. Crisol de historia y espiritualidad medieval, fue fundado en 1150 y acabó convertido en el panteón real de la Corona de Aragón desde finales del siglo XIV. Declarado Patrimonio de la Humanidad, su visita nunca deja indiferente y emociona. Tanto como el Paraje Natural de Poblet, un tupido bosque de pinos, encinas, robles y fuentes que rodean el cenobio y por la que bien merece la pena una escueta caminata.

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Para completar esta regresión al pasado, la cercana Montblanc, un recinto amurallado como pocos hay en Cataluña, adornado con la leyenda de Sant Jordi. O, más cerca, a un paso de Poblet, viajar al Paleolítico en la Cova de la Font Major de L’Espluga de Francolí, célebre también por su catedral del vino modernista o por las deliciosas calçotades que cada temporada se celebran bañadas con vinos DO Conca de Barbera.

Prades, ¿capital de Invernalia?

Hablando de buen yantar en la zona, antes de proseguir la jornada, nada como hacer escala en algunas de las referencias gastronómicas del contorno, como la Masia Sagués (masiasagues.com), cuya cocina tradicional de montaña –con especialidades como las patas de cerdo, los caracoles o sus afamadas carnes a la brasa– bien merece un alto en el camino. O, si se prefiere, se puede ascender por la serpenteante T-700 hasta el corazón de las Montañas de Prades, donde se encuentra Prades, «la villa roja». No, no es un bastión sacado de Juego de Tronos, aunque, por su historia y localización, bien lo pudiera ser. A casi mil metros sobre el nivel del mar, la pista a su nombre la dará el color de las antiguas murallas que aún bordean tramos de su perímetro, así como sus casas señoriales o su plaza Mayor, todas construidas con rocas areniscas bermejas que le otorgan esta tonalidad al conjunto, sede entre los siglos XIV y XV de los poderosos condes de Prades.

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La recoleta Prades población es idónea para descubrir los parajes que la enmarcan. Por ejemplo, hacer una caminata o montar en BTT hasta la ermita de l’Abellera, un templete situado al abrigo de la roca que brinda excelentes vistas del río Brugent, por cuyo valle se puede seguir el recorrido circular del Brogit de la Vall (elbrogit.com). O acercarse hasta el delicioso y cercano pueblo de Capafonts y realizar la excursión hasta el nacimiento sereno del Brugent en la fuente de la Llúdriga. Un gasto energético que merecerá ser recuperado con una comida en los restaurantes de la zona –Els Ceps (serradeprades.com) es un clásico– donde saborear platos típicos como la escudella o el xipoll, un plato de matanza.

Secretos del Priorat

Para cerrar el círculo de tu apasionante viaje en el tiempo por la Costa Daurada más montaraz y disfrutar de una plácida tarde de leyenda, la siguiente parada es una de las estampas más bellas de la comarca del Priorat: Siurana. Claro está, si aún quieres apurar las últimas horas del día para volver a casa con un pedazo de Medievo, no muy alejada está la cartuja de Escaladei, a media hora en coche desde Siurana. Engastada en el actual Parque Natural de la Sierra de Montsant, fue la cuna histórica de los hoy célebres vinos de esta tierra y cuyo priorato da nombre a la comarca. En este enclave idóneo para la serenidad, el hotel Terra Dominicata (terradominicata.com) es uno de los alojamientos para exclusivos de la Costa Daurada.

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Antes de acabar estas 72 horas, aún aguarda una última sorpresa. El ascenso por la serpenteante T-3225 desde Cornudella de Montsant –no dejes de cenar aquí en Quatre Molins (quatremolins.com), el templo enogastronómico del chef Rafel Muria- con la silueta de Siurana recortándose en el cielo, es una estampa que emociona. Colgada en las soledades de una peña en el corazón del Priorat, a 730 metros de altura, las vistas que regala de las cimas de las montañas de Prades y del pantano de Siurana son sobrecogedoras. Será en el ocaso, en esa hora mágica y con un selfie para la posteridad desde esas alturas, cuando todas las emociones vividas se agolparán en la mente y se descubra de verdad que Costa Daurada es un territorio inagotable de aventuras mediterráneas.

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Más información: Costa Daurada

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