Mil planes por hacer en torno al Acueducto de Segovia

Alrededor de esta gigantesca obra de granito hay opciones para los tranquilos, como un centro de interpretación sobre el gran monumento segoviano, y para los activos, como rutas de senderismo y hasta paseos en globo para disfrutarlo desde las alturas.

Por ANDRÉS CAMPOS

UN SELFI CON EL PADRE DEL INVENTO

Ni Trajano, ni Adriano: el padre del Acueducto no fue ningún emperador romano… Según la leyenda, fue el Diablo. O más bien, el cansancio de una aguadora que, harta de cargar con el cántaro por las empinadas calles de la ciudad, prometió entregarle su alma si, antes de que cantase el gallo, hacía algo para que pudiese transportar sin esfuerzo el agua hasta las casas. Satanás construyó el Acueducto a toda prisa, toda la noche, pero al rayar el sol aún le faltaba colocar una piedra. El maligno perdió un alma y Segovia ganó una obra fantástica y una magnífica escultura de José Antonio Abella que muestra al Diablo haciéndose un selfi en la calle San Juan, con el Acueducto detrás y la piedra de marras sujeta con una tenaza.

CENTRO DE INTERPRETACIÓN DEL ACUEDUCTO

Leyendas como la anterior e historias de verdad, además de datos precisos sobre el Acueducto, como su número de arcos (167) y sillares de granito (20.400), y un montón de curiosidades, como que costó 32 millones de sestercios, que abastecía a 5.000 vecinos en tiempos de los romanos o que hasta 1992 se podía pasar alegremente en coche por debajo… Todo eso y mucho más se cuenta en el Centro de Interpretación del Acueducto (acueducto.turismodesegovia.com), un espacio interactivo y multimedia ubicado en la Real Casa de Moneda. Esta merece por sí sola una visita, ya que fue la primera ceca mecanizada de España, del siglo XVI, y se encuentra en la Alameda del Parral, el paseo más bello de Segovia, allí donde el Eresma corre emboscado entre añosos plátanos y chopos, a la sombra del Alcázar. Abre todos los días, excepto los lunes y martes. Entrada: 4 €. Los miércoles es gratis.

¿DÓNDE NACE EL ACUEDUCTO?

Un dato que asombra a cuantos visitan el Centro de Interpretación es la longitud del Acueducto: ¡16.186 metros! Y es que la parte monumental, la que sobrevuela la plaza del Azoguejo a más de 28 metros de altura, solo mide 776 metros. Pero resulta que el Acueducto nace en la sierra de Guadarrama y, hasta llegar a la ciudad, donde levanta el vuelo, va pegado a tierra, como cualquier canal. De hecho, aun se puede ver el azud o presa romana donde captaba sus aguas, en el valle del río Frío, caminando un par de horas (ida y vuelta) desde el embalse de Puente Alta, cerca de Revenga. La ruta, que discurre en todo momento por el pinar de la Acebeda, un bosque bonito a rabiar, se puede hacer por libre. O con guía, reservando previamente en el Centro de Interpretación del Acueducto (tel. 921 47 51 09).

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VISITAS GUIADAS (SIN SALIR DE LA CIUDAD)

Si caminar un par de horas por el monte en busca del azud serrano del Acueducto nos parece un ejercicio excesivo, la Oficina de Turismo de Segovia (turismodesegovia.com) tiene dos visitas guiadas perfectas para nosotros, que no se apartan del centro de la ciudad y su olorcillo a cochinillo. Una se titula Del Acueducto al mudéjar. Arranca del Centro de Recepción de Visitantes (Azoguejo, 1) y durante una hora y tres cuartos recorre la parte más monumental del Acueducto, desde el mirador del Postigo del Consuelo hasta el monasterio de San Antonio el Real, del siglo XV, antiguo pabellón de caza del rey Enrique IV, la joya mudéjar de la ciudad. Otra visita guiada, de dos horas y cuarto, nos acercará al Acueducto, la Catedral y el Alcázar; es decir, a los principales monumentos de esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Cuestan 7 y 14 €, respectivamente. Y se contratan en la Central de Reservas de Turismo de Segovia (tel. 921 46 67 21).

¡ENCONTRAD EL TESORO, NIÑOS!

Salvo que sean Pitagorín o el joven Indiana Jones, los niños piensan que el Acueducto es una pesadez espantosa, como las piedras de hasta dos toneladas que lo forman. Para entretenerse, el Centro de Recepción de Visitantes (Azoguejo, 1) dispone de cuadernillos y álbumes de cromos en los que Rómulo, Remo, la Loba Capitolina y otros personajillos romanos desvelan los secretos del gran monumento y la ciudad. La yincana Encuentra el tesoro se hace con la ayuda de un cuestionario (se descarga en acueducto.turismodesegovia.com). Hay que rastrear pistas sobre el terreno, comparar los dibujos con la realidad, buscar enclaves judíos y templarios con la ayuda de un plano y, cuando se entrega relleno donde dan a cambio un «pequeño tesoro».

Más cosas para niños. En el Centro de Interpretación del Acueducto (Moneda, s/n) organizan talleres didácticos para construir en equipo el gran monumento con juegos de construcción. Y la Oficina de Turismo ofrece visitas teatralizadas especialmente pensadas para ellos, como la que guía el arriero Claudio, uno de los que transportó en su día con su carro las piedras de 2000 kilos ( ninos.turismodesegovia.com).

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EN GLOBO SOBRE EL ACUEDUCTO

Una de las mejores y más originales panorámicas que podemos tener del acueducto y de Segovia es la que se tiene, a la hora del amanecer o del atardecer, desde un globo aerostático. El vuelo, de una hora de duración, cuesta 170-180 € por persona e incluye desayuno campestre y brindis final con una copa de cava. Se ha de reservar con antelación en la Oficina de Turismo de Segovia (turismodesegovia.com).

EL OTRO ACUEDUCTO, EL DE VALSAÍN

Puede que si buscamos Acueducto y Segovia, el navegador del coche nos lleve por error a Valsaín (turismorealsitiodesanildefonso.com), que, en efecto, está en la provincia de Segovia, pero a 14 kilómetros de la capital, subiendo al puerto de Navacerrada por la carretera CL-601. Y es que en Valsaín, ¡ya es casualidad!, hay otro acueducto, pero no romano, sino de tiempos de Carlos V. Se trata del puente de los Canales, que llevaba agua al hoy arruinado palacio de Valsaín desde el arroyo de Peñalara, en la ladera contraria del valle, y atraviesa el Eresma apoyado sobre 27 pilastras de granito. Yendo o viniendo de Segovia, antes o después de admirar el Acueducto mayúsculo, vale la pena parar un rato para ver a este otro chiquitín. Está a menos de un kilómetro de Valsaín, diez minutos paseando por la orilla del Eresma, aguas arriba.

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