Por el Bryce Canyon entre chimeneas de hadas

Viajamos al Estado de Utah para visitar este parque nacional que parece sacado del reino de los sueños. Un espectacular anfiteatro rodeado de acantilados y sembrado de bulbosas columnas pétreas llamadas hoodoos que es posible recorrer a pie o a caballo. Por la noche, donde hay que mirar es al cielo estrellado porque este decorado caleidoscópico es uno de los lugares más oscuros del planeta.

Por MIGUEL ÁNGEL BARROSO

Su nombre no puede ser más apropiado: Inspiration Point. El amanecer y el atardecer hacen que el anfiteatro de Bryce Canyon (nps.gov/brca) se tiña con una paleta de amarillos, naranjas y ocres mientras la luz salpica las caprichosas formaciones rocosas. El paisaje es imponente, rodeado de cantiles estriados de los que cuelgan miradores. Tal vez en ninguna parte del planeta las fuerzas de la erosión natural sean más evidentes que en este rincón del oeste de Estados Unidos, un área que hace ocho millones de años se separó del altiplano del Colorado. Aunque es el más pequeño de los parques nacionales de Utah, Bryce Canyon es quizás el más impresionante visualmente, lo cual es mucho decir en un territorio que incluye en sus credenciales maravillas como Arches, Canyonlands o Zion.

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El agua, el hielo y el viento abrieron las entrañas de la meseta de Paunsaugunt para descubrir un desierto de agujas fantasmales, de chimeneas de hadas o hoodoos, que parecen las agujas que hacen los niños en la playa dejando caer la arena húmeda poco a poco con el puño cerrado, pero estas de Bryce pueden alcanzar la altura de un edificio de 10 plantas.

Este afán escultor todavía continúa, ya que, aproximadamente 200 días al año, el agua expande su volumen al congelarse entre las grietas, ejerciendo una gran presión sobre las rocas calizas, quebrándolas y separándolas. La escarcha abre agujeros que, al colapsar, dejan al aire esos pináculos de bordes redondeados. Un capricho geológico que desborda a pesar de su fragilidad, porque cada medio siglo el borde de la meseta desciende unos 30 centímetros.

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UN ESPACIO DE VIDA

Bryce Canyon –que no es técnicamente un cañón porque no se formó por agua que fluye, como la de un río– no es un espacio carente de vida. Más de 400 especies de plantas prosperan en el parque. Pinos y enebros crecen junto a las chimeneas de hadas, mientras que abetos y álamos lo hacen en las partes más altas. El puma, el oso negro, el coyote y el zorro rojo son los principales mamíferos depredadores de una nómina de fauna salvaje que incluye 200 especies de aves.

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SENDEROS

De los senderos que serpentean entre las chimeneas de hadas los hay que se pueden recorrer a pie, otros a caballo; los hay para todos los públicos y también otros que exigen mejores piernas y pulmones. El Navajo Loop Trail es el más popular: una trocha corta pero dura, de 2,2 kilómetros y casi 200 metros de desnivel, que parte de Sunset Point para sumergirse en el misterioso anfiteatro. Haces dispersos de luz iluminan las columnas, como el impresionante Martillo de Thor que sale al paso al poco de iniciar la bajada.

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El Navajo Loop puede combinarse con el Queen’s Garden Trail para una excursión de 4,6 kilómetros. Los más andarines pueden probar con el circuito Fairyland, una caminata de medio día, y los que se sientan concernidos por la llamada del salvaje Oeste, transitar sobre una montura en el Peekaboo Loop, de 8,8 kilómetros.

RECORRIDO PANORÁMICO EN COCHE

Entre 2 y 3 horas se tarda en hacer los 55 kilómetros del recorrido panorámico Bryce Canyon Scenic Drive, que discurre entre el centro de visitantes hasta Rainbow Point por la carretera paralela al borde de las escarpaduras. A la idea no hay que detenerse, sino al regresar, porque los miradores (14 en total) se encuentran todos en la parte derecha de la carretera y así es más cómodo acceder a los aparcamientos. Las mejores vistas son las que dan al anfiteatro desde Sunrise Point, Sunset Point, Inspiration Point y Bryce Point.

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OBSERVACIÓN DE ESTRELLAS

Su notable elevación (entre 2000 y 2800 metros de altura), el aire limpio y una total ausencia de contaminación lumínica hacen que Bryce Canyon sea uno de los lugares más oscuros de la Tierra. En las noches sin luna, la Vía Láctea se ve como un enorme arco iris plateado que cruza el firmamento. Los denominados Dark Rangers, guardabosques armados con potentes telescopios, ofrecen caminatas nocturnas guiadas entre los hoodoos, una experiencia verdaderamente estelar.

GUÍA PRÁCTICA

Cuándo ir

De primavera a otoño, con el verano como momento álgido. Bryce Canyon no tiene los atascos de otros parques nacionales de Estados Unidos durante el periodo estival. La visión del anfiteatro nevado en invierno es gloriosa y puede practicarse esquí de fondo, aunque en esta época hay senderos cerrados por motivos de seguridad.

Cómo llegar

Vuelos desde Madrid y Barcelona con escala con compañías como Delta, Air France, KLM y Finnair a Salt Lake City. Desde Salt Lake City hasta el Parque Nacional Bryce Canyon hay 444 kilómetros en coche (unas 5,5 horas de conducción). Una alternativa es volar a Las Vegas, donde también operan las citadas compañías desde las principales ciudades españolas, normalmente con escala en algún aeropuerto estadounidense. Desde Las Vegas son 402 kilómetros (4 horas y 50’).

La visita

Lo más cómodo es hacerlo en coche de alquiler. La tarifa de ingreso cuesta unos 25 € por vehículo privado para 7 días. Si se planea visitar más parques (Zion está a un paso, y no muy lejos Grand Canyon; al norte, Capitol Reef, Canyonlands y Arches para completar los prodigios de la meseta del Colorado) compensa pagar unos 65 € por un pase anual. Una carretera recorre el Bryce Canyon de norte a sur hacia los diferentes miradores. Hay un servicio de autobuses lanzadera desde Bryce Canyon City, poco antes de ingresar al parque, con paradas en las principales atracciones. Y más de 100 kilómetros de caminos para practicar el senderismo. Para paseos a caballo: canyonrides.com. Una parada en el Centro de Visitantes, a las puertas del parque, es preceptiva para planificar la visita. 

Dónde dormir

El único alojamiento dentro del parque nacional es The Lodge at Bryce Canyon (brycecanyonforever.com). Construido en los años 20 del pasado siglo, este complejo rústico dispone de cabañas con chimenea, apartamentos y habitaciones, además de tienda de regalos y restaurante. En Tropic están las muy acogedoras cabañas Bryce Country Cabins (brycecountrycabins.com). Si la elección es más aventurera hay dos campings de calidad, North y Sunset (recreation.gov). En Kanab, la población más importante del entorno, hay alojamientos pertenecientes a cadenas como Holiday Inn Express, Best Western o Travelodge, cómodos y baratos pero con menos encanto.

Dónde comer

En The Lodge at Bryce Canyon (brycecanyonforever.com) es posible degustar algunos platos de cocina regional, desde ensaladas a hamburguesas de bisonte y otras carnes a la brasa. En el mismo recinto, algo más informal: Valhalla Pizzeria. En la cercana localidad de Tropic hay establecimientos agradables como Stone Hearth Grille (stonehearthgrille.com), con terraza con vistas a un paraje típicamente del Oeste donde degustar ensaladas, sopas, carnes y salmón; y Bryce Canyon Coffee Co., en 21 North Main St., para un tentempié más ligero (sandwiches, bollería) acompañado de café o té.

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