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Con los niños por el Serengeti manchego

A caballo entre Ciudad Real y Toledo, el Parque Nacional de Cabañeros brinda bonitas caminatas por un paisaje a menudo comparado con la sabana africana. Una joya apenas transitada que tiene en los albores del otoño su momento álgido, cuando los más pequeños pueden disfrutar de uno de los espectáculos más impresionantes de la naturaleza: la berrea del ciervo.

by NOELIA FERREIRO

Por sus extensas llanuras de matorrales dispersos, por sus acacias solitarias recortando el horizonte y por sus atardeceres de fuego, al Parque Nacional de Cabañeros se le atribuye cierta semejanza con el más significativo de los paisajes de África, esa enigmática sabana cuajada de animales salvajes. Es por ello por lo que se le conoce como el Serengeti manchego, un lugar donde solo la naturaleza dicta el ritmo de la vida.

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Vale que no se encontrarán elefantes, ni siquiera jirafas, ni mucho menos furtivas manadas de leones al acecho de una cebra despistada. Pero este peculiar territorio encajado entre Ciudad Real y Toledo anda bien sobrado de otro tipo de fauna acaso menos exótica, más de nuestras latitudes, pero no por ello menos valiosa: jabalíes, corzos, jinetas y gatos monteses caminan entre la espesura, mientras que por los aires aletean rapaces tan emblemáticas como los buitres negro y leonado o la majestuosa águila imperial, la más protegida, puesto que se trata de una especie única en España.

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Sin embargo, es el ciervo el auténtico amo del parque, del que existen en torno a unos 3.500 ejemplares. El ciervo, que justo en estos días inicia su periodo de celo protagonizando con ello uno de los espectáculos más impactantes del mundo animal. Desde mediados de septiembre hasta mediados de octubre tiene lugar la berrea, o lo que es igual, el cortejo amoroso de los machos para ganarse el favor de las hembras y poderse perpetuar.

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GRITOS GUTURALES
Que el amor ha de conquistarse es algo que saben muy bien estos venados, que hacen de su cornamenta un órgano de virilidad. Por ello compiten entre sí a través de un estruendo sonoro. Nada puede resultar más privilegiado para los niños que escuchar los bramidos de sus atronadoras gargantas que retumban por toda la llanura. En ocasiones incluso se enzarzan en feroces refriegas con los cuernos, pero sin llegar a matarse.

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VISITAS GUIADAS
En Cabañeros se puede asistir fácilmente (y muy de cerca) a esta escena visual y auditiva. Porque en estas fechas existen visitas guiadas, acompañadas por un intérprete experto, y a bordo de vehículos todoterreno con los que la familia al completo puede acceder a las mejores zonas. Un recorrido de tres horas por las entrañas de este parque, que es uno de los más indicados de la Península Ibérica para disfrutar de la berrea.

También, por supuesto, de sus asombrosos parajes. Y es que sus 40.856 hectáreas protegidas lo convierten en el mayor representante del bosque mediterráneo, una joya apenas transitada que es asimismo ideal para practicar trekking. Por encima de sus dehesas de encinas y alcornoques, y de sus vastas extensiones de coscoja, enebro, jara y tomillo que compiten en perfumar el ambiente, destacan las dos grandes formaciones que hacen de este rincón un enclave único.

TIERRA DE RAÑAS
Una son los montes de suaves ondulaciones, que dibujan crestas y pedrizas con el naciente de arroyos y riachuelos. Y la otra son las rañas, inmensas llanuras a las que la acción del hombre ha transformado en cultivos de cereal, de tal modo que han adquirido una identidad propia. Es este paisaje de arbolados dispersos bajo el que prosperan los pastizales el que se ha ganado, precisamente, su comparación con la sabana africana.

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CABAÑAS PASTORILES
Falta un último elemento que también entusiasmará a los más pequeños: las pintorescas cabañas cónicas de los pastores trashumantes, que son las que le dan nombre al parque. Unas construcciones elaboradas con palos de pinos y chopos (y reforzadas con juncos y jara), que resultaban frescas en verano y cálidas e impermeables en invierno. Se las encuentra de pronto por el terreno, como si fueran el hogar de seres fantásticos, asaltando en las caminatas a pie, en bicicleta o a caballo que pueden abordarse en Cabañeros.

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MUY PRÁCTICO
Al Parque Nacional de Cabañeros (visitacabaneros.es) se puede llegar en autobús desde Toledo y Ciudad Real, aunque la mejor opción es hacerlo en coche propio por la N-406. En las localidades del entorno del parque existe una serie de centros de interpretación, aunque el más destacado es el Centro de Visitantes de Casa Palillos (tel. 926 78 32 97), donde se recomienda la primera toma de contacto.

La visita al parque puede ser a través de alguna ruta senderista que se realiza de forma libre (están señalizadas) o de recorridos en 4x4 organizados desde el propio parque. Para esta última opción (especialmente en tiempos de berrea) es necesario reservar con anticipación. Existen tres tours al día: por la mañana, a media mañana y al atardecer, el mejor momento. Y el precio de la excursión es de 23 € por persona y de 18 € para menores de 10 años.

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