Durante la noche del martes, la galería de Carlos XI del Palacio Real de Estocolmo, vivió una velada como las de antes: un gran despliegue de joyas y pompa en el salón de banquetes con el que los Reyes de Suecia agasajaron a la pareja presidencial islandesa. La gran sorpresa de la noche fue el regreso de la princesa Magdalena, la hija pequeña de los reyes Carlos Gustavo y Silvia, que llevaba sin asistir a un evento de este tipo desde el 2019 y no lo hizo sola, lo hizo junto a su marido, Christopher O'Neill, que no está revestido de títulos ni funciones vinculadas a la monarquía y con el que en principio iba a llevar una vida independiente. Con el paso de los días se ha hecho público que el matrimonio también estuvo en el almuerzo privado que se celebró al día siguiente con el mandatario extranjero y su mujer, aunque en esa ocasión no posaron en la foto oficial. Teniendo en cuenta que una visita de Estado en la forma más alta de encuentro entre dos países y que goza de la máxima relevancia institucional, la sorpresa es evidente, la pareja está dando un giro a su vida y lo hace bajo el amparo del rey Carlos Gustavo, que no hace tanto que apostó por una monarquía reducida.
Las visitas de Estado, tiaras y vestidos de gala al margen, tienen como objetivo sentar las bases para fortalecer los contactos personales y aumentar el intercambio político, comercial y cultural entre los países, así que entre los invitados están las máximas autoridades del país, como los ministros del gobierno, delegaciones empresariales y en los últimos años lo normal es que se cuente con una representación de la vida cultural, artística o comunitaria del país. En definitiva, una visita de Estado no es un asunto de familia, como si puede ser de algún modo una boda real o el cumpleaños de un soberano. Por esto la presencia del marido de la princesa Magdalena de Suecia es especialmente llamativa, ya que desde el momento de su boda dejó claro que sería parte de la familia, pero no de la institución y, por tanto, no asumió ni los títulos oficiales, ni los tratamientos reales, ni la ciudadanía, ni las obligaciones y privilegios. Sin embargo, lo que ha sucedido esta semana en Estocolmo es la prueba de que algo está cambiando.
Hace unas semanas, cuando la princesa Magdalena lanzó su propia firma de cosméticos, un proyecto empresarial apoyado por su marido y, por supuesto ajeno a la Corona sueca, parecía que era ella la que se pasaba al sector privado y no al revés. Una giro que parecía consecuente con todas las decisiones que habían tomado desde que se casaron el 8 de junio de 2013 en la capilla del Palacio Real de Estocolmo, cuando Chris O'Neill renunció a todo lo que le ofreció el rey Carlos Gustavo para continuar con su carrera empresarial, su doble ciudadanía y comenzaron una vida que les llevó a vivir entre el Reino Unido y Estados Unidos, base de las inversiones del financiero.
"Yo no nací en una Familia Real. Soy Christopher O'Neill, mi padre era Paul O'Neill. Era un padre de familia que tenía su propia identidad, trabajó duro y se las arregló bien. Sentí que era importante mantenerme como hasta entonces. Después de todo fue mi decisión el no asumir ninguna tarea pública, y por lo tanto mi papel en este contexto es muy simple: apoyar a mi esposa. Es una tarea que puedo manejar como el Sr. Christopher O'Neill", contó en una de las pocas entrevistas que ha concedido en todos estos años, fue en el 2018 a una revista sueca masculina que paradójicamente se llama King.
'Yo no nací en una Familia Real. Soy Christopher O'Neill'
Con estos antecedentes y la aparición del matrimonio en este contexto de la máxima relevancia institucional solo se puede decir una cosa: Chris O'Neill no es un príncipe, pero lo parece. No llevaba la banda azul ni la distinción de la Orden de los Serafines, pero puede tener la presencia, la conducta y la influencia. Vestido de frac, igual que los príncipes Carlos Felipe y Daniel, hizo su entrada del brazo de la hija del rey y después ocupó su lugar en un contexto que tampoco le es tan ajeno, hijo de un banquero estadounidense y una socialité alemana, Chris O'Neill estudió en los internados más prestigiosos del Reino Unido y Suiza, y estudió Relaciones Internacionales en la Universidad de Boston y un MBA en la Universidad de Columbia.
¿Podría esto indicar una nueva estrategia de la Casa Real de Suecia?
Es pronto para saber si esto supone el regreso definitivo de la princesa Magdalena y la introducción de su marido en la vida oficial que antes no quería, pero ahora quizá sí. De momento esto ha sido una estrategia útil para medir la reacción de la opinión pública y los medios de comunicación nacionales, sin comprometerse de inmediato otorgándole un papel formal y dejándose margen de maniobra. En este caso, la Casa Real sueca podría estar viendo qué encaja mejor sin alterar la estructura oficial de la monarquía y las reacciones no han sido malas, peor se encajó la decisión de la princesa Magdalena de lanzar un proyecto empresarial a título privado. Una tempestad que, por otro lado, es habitual, ya que históricamente las decisiones de la hija pequeña de los reyes de Suecia siempre se han visto más cuestionadas que las de sus hermanos mayores, la heredera princesa Victoria y el único hijo varón, el príncipe Carlos Felipe.
Todavía habrá que esperar, aunque no parece que mucho, para ver si la monarquía sueca contempla un rol más visible en el futuro de Magdalena de Suecia y Chris O'Neill, que también estuvieron el pasado 30 de abril en las celebraciones públicas con motivo del cumpleaños del rey, una ocasión que sí puede encajarse con la excusa de la "celebración familiar". Lo que también conviene recordar es que estos cambios de planes se producen después de que rey Carlos XVI Gustavo de Suecia en el año 2019 redujera el núcleo de la monarquía, excluyendo a cinco de sus nietos de las labores vinculadas con la jefatura del Estado, lo que significó que los hijos de Carlos Felipe y Magdalena no son Altezas Reales ni tendrán deberes oficiales. Aunque sí conservaron sus títulos nobiliarios, esta medida se creó para que la princesa Magdalena y Chris O'Neill pudieran vivir y criar a sus hijos fuera de Suecia, aunque al final han terminado regresando, y también centró la representación oficial en la princesa heredera Victoria y sus hijos, los príncipes Estelle y Oscar.