Carlota de Holstein-Gottorp, la Reina intelectual

Carlota de Holstein-Gottorp

Por hola.com

Aunque a lo largo de la historia han existido diversas soberanas interesadas sobremanera por la literatura, apenas encontramos casos de reinas que decidieran emprender una carrera literaria y que ésta fuera recibida no como un capricho, sino con el respeto y admiración de público y crítica. Es por ello que la biografía de Carlota de Holstein-Gottorp (1759-1818), Reina de Suecia y Noruega gracias a su matrimonio con Carlos XIII (1748-1818), y, sobre todo, escritora con una obra más que notable, resulta tan interesante. Mujer conocida por su gran belleza y su carácter rebelde, la reina Carlota protagonizó además no pocos escándalos en la Corte escandinava, al mantener sin apenas discreción varias relaciones extramaritales. Pese a ello, la Soberana apoyó siempre a su marido en las cuestiones de estado, siendo hoy en día considerada como una de las mujeres más influyentes de la historia de los países escandinavos. Hoy pues repasamos la trayectoria vital dela reina Carlota.

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Nace Eduvigis Isabel Carlota de Holstein-Gottorp el 22 de marzo de 1759 en la ciudad alemana de Eutin, lugar de residencia de sus padres, el duque Federico Augusto de Holstein-Gottorp (1711-1785) y de la princesa Ulrica Federica Guillermina de Hesse-Kassel (1722-1787). Carlota prácticamente creció como hija única, una que vez que su hermano mayor, Federico Guillermo (1754-1823), sufría un trastorno mental de gravedad que le acompañaría durante toda su vida y que le impediría casar o tener descendencia y su hermana Luisa (1756-1759) moría apenas con tres años de edad. Quizás esta soledad conduciría a la futura Reina sueca a evadirse a través de la literatura, siendo de hecho una ávida lectora desde la más tierna infancia, algo que despertó la admiración de sus padres.

Mientras Carlota descubre su afición a la lectura, en Suecia el rey Gustavo III (1746-1792), que no ha tenido descendencia aún con su esposa, Sofía Magdalena de Dinamarca (1746-1813), decide solucionar la cuestión sucesoria, siempre un quebradero de cabeza para los monarcas, haciendo que su hermano Carlos casara con su prima, la joven Carlota, en la esperanza que esta pareja diera un heredero al trono. Si bien se trató de casamiento totalmente arreglado y con objetivos estratégicos, algunas fuentes apuntan a que el futuro rey Carlos sí habría sentido atracción por Carlota antes de que se anunciara el compromiso. Sea como fuere, Carlota, con apenas quince años de edad, contrae nupcias con Carlos, el 21 de junio de 1774 en Wismar.

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En enero de 1775 todo apunta a que Carlota se encuentra embarazada, para alegría de la Corte, que ve alejarse las nubes de los conflictos sucesorios. Sin embargo, poco después la noticia se desmiente. Según la leyenda, el rey Gustavo, frustrado, decide en ese momento tener un hijo y solventar el problema del heredero. Así sería, con el nacimiento del príncipe Gustavo Adolfo (1778-1837) y el príncipe Carlos Gustavo (1782-1783), si bien algunos rumores apuntaban a que el padre del primero no era el Rey, sino un aristócrata con el que Sofía Magdalena mantenía una relación.

CARLOTA, UNA PIEZA CLAVE EN LA CORTE
Carlota, por su parte, gracias a su físico agraciado, su carácter alegre y su indiscutible inteligencia, pronto se convierte en un elemento importantísimo de la corte sueca. A ella se debe la celebración en Palacio de importantes veladas de teatro, de ballet o de lectura de textos literarios. Asimismo, se encarga de organizar grandes fiestas que dan color y vida a una corte caracterizada hasta entonces por la austeridad.

Pese a los intentos por agradar a su marido, el futuro Rey no muestra el más mínimo interés por Carlota – desde el mismo momento de casar, Carlos mantenía un idilio con la aristócrata Augusta Löwenhielm (1754-1846), quien de hecho sería el gran amor de su vida -. De este modo, Carlota comienza a buscar el afecto en la Corte, iniciando romances más o menos consistentes con varios nobles, en especial el conde Axel von Fersen (1755-1810) y con el hermano de éste, Fabián (1762-1818). No pocas fuentes sugieren, por otro lado, que Carlota también habría sido amante de Sophie Piper (1757-1816), aunque actualmente se pone en duda. Todos estos romances son, por otro lado, vox populi en Suecia.

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LA ESCRITURA, SU BIEN MÁS PRECIADO
Tal vez para evadirse de su fracasado matrimonio y de su al parecer turbulenta vida sentimental, Carlota comienza a escribir un detallado diario de su vida en la que describe su día a día y sus preocupaciones. Este texto, que abarca el periodo 1775-1817 está considerado hoy en día no solo como una fuente de gran relevancia de la Historia de Suecia – pese a que Carlota utilizó en la mayoría de las ocasiones nombres falsos para referirse a terceros -, sino también como un notable ejercicio literario, con el que Carlota se destapó como una escritora de talento indiscutible, que se reproduciría en incontables textos que serían recibidos con entusiasmo por los suecos.

Uno de los grandes dramas de Carlota fue la maternidad. Pese a que su matrimonio con Carlos tenía como objeto principal la procreación, la pareja no fue capaz de tener hijos. En 1797 Carlota dio a luz a una niña ya fallecida y un año después nacería un varón, que moriría a los seis días del parto. La frustración de Carlota fue enorme y el dolor por estas pérdidas le acompañaría hasta el final de sus días.

En 1792 el rey Gustavo III es asesinado en Estocolmo durante la celebración de un baile de máscaras, por un grupo de aristócratas descontentos con su, en su opinión, gobierno despótico. Como consecuencia de este regicidio, su primogénito se convierte en Rey. Al no ser aún mayor de edad, es Carlos el que se hace cargo de la regencia. Carlota comienza en esos momentos a interesarse por la política y progresivamente se convierte en una influencia clave en las decisiones políticas de su marido. Algunas fuentes apuntan a que Carlota en realidad era un mero instrumento de los masones, a una de cuyas órdenes la joven había entrado en 1776.

LA BÚSQUEDA DE UN NUEVO REY
En 1809, un golpe de estado derroca al rey Gustavo. Carlos y Carlota, tras una serie de negociaciones, se convierten en Reyes de Suecia. Pese a que Carlota confiesa a sus más próximos que ser Reina le supone una carga casi insoportable, muchos historiadores afirman que fue ella en realidad la que llevaba las riendas del país escandinavo y no su marido, menos interesado por la política. Su importancia fue tal que no pocos diplomáticos preferían tener audiencias con ella directamente y no con el Rey.

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La cuestión sucesoria era ahora, de nuevo, un problema de gran magnitud. La propia reina Carlota se encargó de la elección de los candidatos a suceder a su marido, quedando los posibles herederos en la terna compuesta por el francés Juan Bernadotte (1763-1844), Pedro Federico de Holstein-Gottorp (1784-1812), de ascendencia rusa, y el príncipe danés Carlos Augusto (1768-1810). Pese a que la Reina desconfiaba de todos ellos, finalmente será el galo el que fuera elegido – en 1818 se convertiría de hecho en Rey, con el nombre de Carlos Gustavo XIV – después de que el rey Carlos sufriera un derrame cerebral que le dejó en gran parte impedido y en cualquier caso incapacitado para ejercer el poder.

La relación con el nuevo Rey no fue fácil, una vez la fama que perseguía a Carlota de mujer poderosa y por miedo a posibles conspiraciones en las que pudiera estar implicada la antigua Reina. Finalmente, Carlota, con su camarilla más cercana, decide abandonar Estocolmo e instalarse en el Palacio de Haga – actual residencia de la princesa Victoria (1977) y de su marido el príncipe Daniel (1973) -. Con el tiempo las relaciones con el Monarca en ejercicio acabaron mejorando y Carlota llegó a convertirse en una suerte de consejera. Sin embargo, la antigua Reina nunca mostró simpatía por la esposa del rey Carlos Gustavo, la reina Desideria (1777-1860), también francesa, y a la que consideraba una extranjera caprichosa e ignorante de las costumbres suecas.

Quizás como agradecimiento a su lealtad, Carlota es nombrada Reina de Noruega por Carlos Gustavo, después de la invasión de este país en 1814 por el ejército sueco. Su mandato, puramente simbólico, termina el día que fallece su marido, el 5 de febrero de 1818. La reina Carlota completamente abatida apenas le sobrevive quince días, muriendo el 20 de junio de ese año, a los 59 años de edad. Sus restos mortales se encuentran en la cripta de la Iglesia de Riddarholmen, en Estocolmo, tradicional lugar de enterramiento de los Soberanos suecos hasta 1922.