Magdalena de Suecia 'inaugura' oficialmente su vuelta al reino con una gala en palacio

Magdalena de Suecia ha vuelto al reino para quedarse y no podía tener mejor estreno oficial a su regreso que una gran velada de gala en palacio. Los reyes Carlos XVI Gustavo y Silvia de Suecia celebraron anoche en el Palacio Real de Estocolmo la primera cena de representación del año, un acontecimiento al que acudió la Familia Real sueca al completo, con excepción de Chris O´Neill.

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Miembros del cuerpo diplomático, diputados, ministros -entre ellos el primer ministro, Stefan Löfven- y otras autoridades, así como representantes del mundo de la ciencia, el deporte, la empresa -el fundador de Ikea, Ingvar Kamprad- y la cultura pudieron admirar de cerca la elegancia de las damas reales, de largo y tiara como rige la etiqueta, en los pasillos y salones palaciegos. La princesa Magdalena, del brazo de su cuñado, vistió de gala su segundo embarazo (de casi cinco meses) en su reaparición en palacio. Tras su larga ausencia en la Corte, volvió a hacer gala de su condición de princesa con un elegante vestido gris perla con cuerpo de encaje y falda principesca de seda tornasolada. Coronó su puesta en escena de anoche con una de sus tiaras de siempre y más queridas, la banda de aguamarinas, una herencia de la reina Luisa.

Con la mayoría de edad, se adentró en sus primeras galas con sutiles piezas y debutó en su 18º cumpleaños con esta pieza, regalo de sus padres, el rey Carlos Gustavo y la reina Silvia. La joya perteneció originalmente a Luisa de Battenberg, que después fue Reina consorte de Suecia. La banda de estilo art decó fue diseñada para ser llevada en la parte baja de la frente. Era un complemento perfecto para la floreciente belleza de la Princesa adolescente. Con los años, la han coronado joyas de mayor importancia..., pero ayer quiso rescatarla para una nueva gala en palacio y un nuevo comienzo en el reino.

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La princesa Victoria, del otro brazo del príncipe Daniel, también centró la atención con un vestido gris y melocotón de la firma alemana Escada, que ya había llevado en la boda de Alberto y Charlene de Mónaco. La Herederá sueca se decantó por la diadema Carl Johan o de los seis rosetones, con sus pistilos, sus hojas de brillantes... Las flores pertenecieron a la reina Luisa Ulrica de Prusia, quien contribuyó a dar grandeza a los escenarios del palacio Drottningholm, donde Victoria de Suecia celebró sus nupcias.

La reina Silvia siguió la gama de tonos claros con un vestido beis claro con superposición de encaje y, como tiara, la diadema Sibila, la misma que llevó por primera vez la víspera a su boda con el rey Carlos Gustavo en 1976. La única sin corona fue Sofia Hellqvist, pero no le hizo falta. Reinó igualmente. Los tabloides suecos elogiaron sobre todo a la novia de Suecia, feliz como siempre del brazo de su Príncipe, que volvió a mostrar su predilección por el color negro y repitió además el mismo bolso de la boda de Magdalena de Suecia con Chris O'Neill.

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Una velada especial, con la princesa Magdalena de vuelta y los novios de Suecia más cerca del altar, en la que anfitriones e invitados degustaron cangrejo noruego al horno con mantequilla con filete de eglefino ahumado y vinagreta; filete de perca de Hjälmar asado con salsa de trufas, puré de coliflor y patatas; ciervo con salsa de cognac, compota de lentejas de Puy con hígado de pato y tupinambos tostados; y mouse de limón con sorbete de frambuesa, pan de centeno tostado y caramelo de regaliz. Un banquete en la galería de Carlos XI que volvió a ser una cena de gala como las de antes.