El Día Nacional de Noruega se celebra cada 17 de mayo, conmemorando la adopción de la Constitución en 1814. Es una jornada festiva llena de desfiles, música y celebraciones en todo el país. La Familia Real Noruega juega un papel central en los festejos. Tradicionalmente, el rey Harald y los suyos salen al balcón del Palacio Real de Oslo para saludar a la multitud, participan en el desfile de las Fuerzas Armadas y en otras actividades oficiales. A lo largo de los años, esa foto, ha ido cambiando, igual que lo ha hecho la estructura de una familia que ahora mismo no atraviesa su mejor momento.
Más allá de la fotografía para la posteridad, cada aparición pública en estos balcones renueva la relación entre la monarquía y la nación, consolidando una tradición que une pasado, presente y futuro.
Cada familia real dosifica y utiliza el balcón de su residencia más emblemática, generalmente el palacio situado en la capital del país, como un espacio simbólico cuya imagen trascenderá a lo largo de la historia. Este escenario es donde los monarcas se presentan ante su pueblo en momentos clave, ya sean celebraciones nacionales, acontecimientos históricos o momentos de unidad. En Noruega, el balcón del Palacio Real de Oslo es el punto de encuentro entre la familia real y la ciudadanía cada 17 de mayo, y se recurre a él solo en momentos puntuales como son las bodas reales o los jubileos, es decir, las grandes citas. Más allá de la fotografía para la posteridad, cada aparición pública en estos balcones renueva la relación entre la monarquía y la nación, consolidando una tradición que une pasado, presente y futuro.
Primeras veces
Las primeras veces siempre generan una enorme expectación, sin embargo, estas tres son especialmente significativas. La primera corresponde al regreso de la Familia Real de Noruega al Palacio Real de Oslo tras la Segunda Guerra Mundial y el importante papel que el rey y el príncipe heredero habían desempeñado en la resistencia desde el exilio, el niño de la imagen, es el rey Harald, en ese momento tenía ocho años y había pasado aproximadamente cinco en Maryland, Estados Unidos, entonces todo, desde la ciudad hasta el idioma, le resultaban ajenos.
En esta imagen la expectación era máxima, los príncipes herederos, Harald y Sonia, ya habían tenido a la princesa Marta Luisa de Noruega, pero ella estaba embarazada. Dos meses después, nació el príncipe Haakon adelantando a su hermana en la línea sucesoria, ya que hasta 1990, la ley respetaba la primogenitura de preferencia masculina, es decir, que las mujeres podían heredar, pero estaban detrás de sus hermanos varones.
Cuando la princesa Ingrid nació en enero de 2004, ya regía la primogenitura absoluta, en el que el sexo de la persona no modifica su lugar en la sucesión, así que desde su nacimiento ocupa un segundo lugar en la línea sucesoria y así se presentó ante los noruegos en su primer Día Nacional. Hay que recordar que días después, la Familia Real al completo, incluyendo la recién nacida, pusieron rumbo a Madrid para estar en la boda de los entonces príncipes de Asturias, los actuales reyes don Felipe y doña Letizia.
El foco en el futuro
Según contó el propio rey Harald en una de las entrevistas anuales que concede a la cadena pública noruega, una de las enseñanzas de su padre fue que en una familia real, el heredero es aún más importante que el soberano, ya que el rey representa el presente, pero su hijo es el futuro. Aunque esta idea es la base de todas las monarquías al garantizar la continuidad, no siempre se aplica cuando el monarca adopta una dimensión personalista de la jefatura del Estado. Sin embargo, este no es el caso de Noruega. El rey Olav V inculcó en su casa la importancia de preparar a la siguiente generación para asumir responsabilidades, asegurando la evolución de la monarquía con el tiempo. Este pensamiento ha sido clave en la educación de la princesa Ingrid Alexandra, quien, desde joven, ha asumido un papel activo en la institución, participando en eventos oficiales y en su formación militar, consolidando así su papel como futura soberana. Ya sea del brazo de su abuelo, con traje regional o vestida con el uniforme militar, la princesa Ingrid ha sido un elemento central de este evento desde su nacimiento.
La princesa Ingrid ha sido protagonista del Día Nacional de Noruega desde el año de su nacimiento
Los asuntos familiares
Las monarquías presentan una dualidad única, en la que la jefatura del Estado se entrelaza con la vida familiar. Este equilibrio entre deber institucional y vínculos personales hace que las relaciones dentro de la familia real trasciendan lo privado y se conviertan en parte del relato nacional. Las apariciones públicas y los gestos compartidos también refuerzan su conexión con la sociedad, mostrando que, más allá del protocolo, siguen siendo una familia con dinámicas propias.
Los momentos personales, buenos y malos, inevitablemente se ven reflejados en el balcón por la naturaleza de la propia institución
En la primera, su aparición en el balcón transmite un instante de paz y unión familiar, mientras que en la segunda, tomada durante otra celebración institucional, aunque no en una festividad nacional, su expresión revela la presión del momento que atraviesa. La imagen captura la tensión generada por la investigación aún pendiente sobre Marius Borg Høiby, el hijo que la princesa Mette-Marit tuvo antes de casarse con el heredero.
Este asunto marca una línea clara entre quienes pueden estar en el balcón de la residencia oficial del jefe del Estado en un día nacional y quienes quedan fuera, reflejando los matices de la estructura monárquica y sus límites. Cierto es que Marius Borg ha sido uno más de la Familia Real noruega, en la que entró con cuatro años, ha vivido como un príncipe, ha figurado en retratos familiares y ha estado presentes en actos en los que la línea entre lo institucional y lo familiar se difumina, como fueron las grandes celebraciones públicas ante las máximas autoridades del Estado por el 18º cumpleaños de la princesa Ingrid, que también es su hermana. Sin embargo, hay un detalle que es relevante: Marius Borg nunca ha estado en el balcón del Palacio Real de Oslo en el Día Nacional de Noruega.
Marius Borg lo ha tenido todo, pero siempre ha celebrado el Día Nacional de Noruega a pie de calle, reflejando su estatus de ciudadano común
Si hemos visto a Marius Borg en un balcón, ha sido en un momento familiar, como pudo ser la boda real de su madre con el príncipe Haakon o el bautizo de su hermana, la princesa Ingrid, también ha estado en celebraciones muy puntuales en el balcón de que la familia tiene en Trondheim, la residencia de Stiftsgården, pero el Día Nacional de Noruega siempre lo ha vivido a pie de calle, reflejando su estatus de ciudadano común. Esas son las imágenes en las que los cinco, a veces incluso con sus perros, salían a la puerta de su casa con trajes regionales para contemplar el desfile infantil que se celebra de forma tradicional a primera hora de la mañana, pero no en el acto posterior, cuando todos se trasladan al balcón del Palacio Real de Oslo