Los líderes europeos han convertido el 80 aniversario de la liberación en un reflejo de sus propias historias nacionales, destacando su identidad y memoria. Desde Alemania, donde el canciller pone énfasis en la responsabilidad histórica y la educación sobre el pasado, hasta Francia, que honra la resistencia y el sacrificio de sus ciudadanos bajo la ocupación. En España, los homenajes llevaron a don Felipe y a doña Letizia a los campos de concentración de Mauthausen, donde murieron miles de españoles, mientras que Carlos III desplegó uno de sus espectaculares desfiles militares en el centro de Londres. Este pasado fin de semana llegó el turno de Noruega y fue entonces cuando el rey Harald y el príncipe Haakon sorprendieron al salir del Palacio Real de Oslo montados en un vehículo icónico, el 'Buick' de la liberación, el mismo que recogió a la Familia Real Noruega de su exilio a terminar la Segunda Guerra Mundial.
El coche fue un regalo de la General Motors a los herederos de la época y ahora solo se usa en las grandes ocasiones
Cuando Harald de Noruega atracó en Oslo tenía ocho años, había pasado los últimos cinco viviendo en Maryland, hablaba mejor el inglés que el noruego y definitivamente todo, también su abuelo, el rey Haakon, le resultaban ajeno. El actual soberano había escapado a los Estados Unidos con tres años junto a su madre, la princesa Marta de Suecia, y sus dos hermanas mayores, las princesas Ranghild y Astrid, mientras su padre, el entonces príncipe heredero Olav y su abuelo, Haakon VII, pasaron de la lucha armada en Noruega a la resistencia en el exilio en el Reino Unido.
El joven príncipe Harald, aún niño, reflejaba la incertidumbre de un país y estatus que apenas recordaba
Tras la invasión alemana en 1940, el soberano noruego, el rey Haakon VII, que había nacido como príncipe de Dinamarca, pero había sido elegido jefe del Estado noruego tras su independencia en una consulta popular, se negó a colaborar con los nazis por lo que tuvo que huir y desde el Reino Unido, con la colaboración de su hijo, el príncipe Olav, y de su gabinete de gobierno, lideraron una resistencia que se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad del país. Su gobierno en el exilio trabajó estrechamente con los Aliados, apoyando la resistencia dentro de Noruega y asegurando la reconstrucción tras la guerra. Así que en 1945, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, el rey y toda su familia regresaron triunfales a Oslo y así fue como un soberano que paradójicamente nunca llegó a hablar con fluidez, el idioma se consolidó como un líder clave en la historia noruega.
Olav, entonces heredero, fue el primero en regresar al país, solo cinco días después de la rendición alemana, y aunque le aconsejaron usar un coche cerrado, él quiso salir al descubierto en el 'Buick'
El 8 de mayo de 1945, Noruega celebró el Día de la Liberación, marcando la rendición de las fuerzas alemanas y el fin de la Segunda Guerra Mundial en el país. Sin embargo, la Familia Real noruega no pudo regresar hasta el 7 de junio, cuando finalmente se tomaron las icónicas imágenes del HMS Norfolk, escoltado por el HMS Devonshire, ambos de la Real Marina Británica, y el destructor noruego Stord, atracando en el puerto de Oslo. Tras cinco años de exilio, la emoción de los noruegos y de la Familia Real era palpable, aunque el joven príncipe Harald, aún niño, reflejaba en su rostro la incertidumbre de un país que apenas recordaba.
En el puerto de Oslo, ese 7 de junio de 1945, esperaba el mismo Buick Roadmaster A1 que, 80 años después, han utilizado el rey Harald y el príncipe Haakon para recorrer las calles de la capital. Aquel día subieron al coche el rey Haakon VII y la princesa heredera Marta de Suecia, madre del futuro rey Harald. El príncipe heredero Olav, en cambio, ya había vivido su propio regreso triunfal: había vuelto a Noruega el 13 de mayo, solo cinco días después de la rendición alemana, acompañado por cinco ministros del gobierno noruego en el exilio. Aunque por razones de seguridad se le aconsejó evitar un coche descapotable, Olav, aun con su uniforme militar, desafió las recomendaciones y se subió a la parte trasera del Buick, desatando un entusiasmo que quedó inmortalizado en imágenes que hoy forman parte de la historia.
Ese Buick Roadmaster, al que algunos llaman el coche de la libertad o el coche de la liberación, fue un regalo de General Motors al entonces príncipe heredero Olav y a la princesa heredera Marta, padres del rey Harald, cuando estaban de gira por los Estados Unidos en 1939. Desde entonces, el coche se ha convertido en un icono de la colección de coches reales. El A1 ha sido el coche de las grandes ocasiones. Fue utilizado para la firma del rey Olav en 1958 y del rey Harald y la reina Sonia en 1991, así como para el día de la mayoría de edad del Príncipe Heredero Haakon en 1991.