Mónaco: una misa bañada en lágrimas

Por hola.com

Lloró, como es natural, en los funerales de su padre, el pasado mes de abril; lloró durante la misa con la que su hermano el príncipe Alberto fue entronizado de una forma simbólica, el doce de junio, tres meses después de la muerte de su padre, el príncipe Raniero. Y ha vuelto a llorar hoy a lágrima viva durante la ceremonia religiosa en la catedral donde están enterrados sus padres.
Es cierto que su hermano, el Príncipe Soberano ha hecho más de un esfuerzo para contener su emoción durante el oficio religioso de su entronización; es cierto, también, que Estefanía, después de estar a punto de romper en llanto en varias momentos, ha terminado por secar sus lágrimas con un pañuelo... Y no es menos cierto que la ceremonia ha sido vivida por toda la Familia principesca, incluidos los hijos mayores de Carolina, con una especial emotividad y sensibilidad... Pero, con todo eso, ninguno de ellos se ha deshecho en lágrimas como Carolina.

¿Por qué llora Carolina?
El llanto de la Princesa no pasará inadvertido y será, a buen seguro, motivo de especulación para los medios de comunicación del planeta. En cualquier cado, difícilmente podremos descubrir qué es lo que ha provocado, en un día supuestamente feliz, que la Princesa de Hannover haya tenido que limpiarse de una forma visible las lágrimas ante el mundo... Durante la misa pontifical con la que Alberto II de Mónaco era entronizado oficialmente.
¿Se acordará de sus padres?; ¿estará emocionada por su hermano?; ¿tendrá realmente problemas en su matrimonio?; ¿le habrá dolido, aún siendo princesa de Hannover, que Alberto II haya nombrado a Estefanía primera dama de Mónaco?; ¿llorará por todo aquello que pudo ser y ya no lo será jamás?; ¿Quién sabe?... Carolina es, por matrimonio, la Soberana del antiguo reino de Hannover, cuyo primer Monarca con título de Rey fue Jorge III de Inglaterra, en 1814, después de que el Congreso de Viena elevara a esa categoría lo que, hasta entonces, era un ducado; duquesa de Brunswick y Luneburgo y Cumberland, títulos que llevan tratamiento de alteza real - os mismos que tenía la Reina Federica, madre de la reina doña Sofía, antes de casarse con Pablo de Grecia-... Y ella es, también, una gran princesa, madre ejemplar y esposa fiel, con una imagen mucho más próxima a la que siempre ofreció su madre y por supuesto, deseó para ellas. Pero Carolina siempre acaba llorando y sus lágrimas también duelen.