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“Estoy seguro de que no merezco todas las cosas buenas que me han sucedido, haber sido salvado en la guerra y llegar a ver la victoria y haberme enamorado, completamente y sin reservas”. Cuando el rey Jorge VI dio su consentimiento para que su hija, la futura reina de Inglaterra, se casara con el príncipe Felipe, el joven escribió estas palabras a su futura suegra. Esta declaración resume el sentimiento de esos días. La relación entre Isabel II y el duque de Edimburgo había nacido como un flechazo juvenil en 1939, cuando ella, con 13 años, había visto al joven cadete de la Royal Navy de 18 años. El contacto se mantuvo por correo postal, incluso durante la Segunda Guerra Mundial, y cuando en 1946 la pareja se comprometió no todos vieron en el militar de sangre azul, pero sin reino, al candidato ideal. Sin embargo, la determinación de Isabel II es de sobra conocida y ella había encontrado al marido perfecto.

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"Amada Lilibet, ¿me pregunto si esa palabra es suficiente para expresar lo que hay dentro de mi?". Así reflexionaba el el duque de Edimburgo sobre los sentimientos que despertaba en él la joven princesa Isabel en una carta sobre sus votos matrimoniales. Esta foto, igual que la anterior, fue tomada en el Palacio de Buckingham durante el anuncio de su compromiso oficial. Esta mirada, propia de dos jovenes enamorados, la han  mantenido hasta ahora. 

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“Felipe es un ángel. Nos comportamos como si nos hubiéramos pertenecido durante años”, escribió la princesa Isabel a sus padres. La futura reina de Inglaterra se había casado muy enamorada y la correspondecia de esos días lo demuestra, como la carta que le escribió a su amiga Margaret Rhodes en la que dice: "Estoy feliz y disfruto de estar casada con el mejor y más agradable hombre del mundo”.

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A través de todos sus años de servicio, hasta su retiro en el verano de 2017, el duque de Edimburgo compartió con su esposa innumerables compromisos públicos, dentro y fuera del Reino Unido. Esta imagen fue tomada en 1951 en Ottawa, durante un viaje oficial que la pareja realizó a Canadá. 

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No habían pasado ni cinco años de su boda cuando la pareja abrió un nuevo capítulo en su vida. La princesa Isabel perdía en 1952 a su querido padre, una noticia que pilló a la pareja en Kenia durante un viaje oficial, y tenía que regresar al Reino Unido para asumir la jefatura del Estado. En este momento el duque de Edimburgo entregaba otra prueba de amor, apartándose de forma definitiva de su carrera naval y buscando un nuevo papel en el Palacio de Buckingham. 

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“Me encantaría saber su secreto. Son la pareja más enamorada, y espero que Catherine y yo tengamos ese tipo de futuro por delante”. En una Casa Real que ha visto como los matrimonios se quebraban con sonados divorcios, las nuevas generaciones ven en la unión de Isabel II y el duque de Edimburgo el modelo a seguir, así lo contó el propio Guillermo. Eugenia de York, también en esa línea y protagonista de la última gran boda real, describe a sus abuelos como una pareja "increíblemente entregada entre sí". "Creo que realmente él es su pilar", dijo la hija de príncipe Andrés.

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El pasado noviembre la pareja celebró 72 años de amor, una relación que parece basada en lo mucho que disfrutan estando juntos. “Felipe es genial. Su sentido de la diversión les lleva de la mano a través de la senda de la vida y le da fuerza a la Reina”, dijo su prima Lady Pamela Hicks. “Cuando vuelven a casa y él dice algo gracioso, ruedan por el suelo a carcajadas”, añadió aportando una mirada que solo ven los más cercanos. 

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A lo largo de estos años son muchos los que les han preguntado por la clave del éxito de su relación. Conscientes de que no hay una “receta” ideal, la pareja ha respondido como mejor sabe, con su sentido del humor. “Si me preguntan qué pienso sobre la vida familiar después de 25 años de matrimonio, puedo responder con la misma sencillez y convicción, estoy a favor”, dijo la reina Isabel en 1972. El Príncipe, por su parte, se pronunció en 1997: “La tolerancia es el ingrediente esencial en cualquier matrimonio feliz... La Reina tiene la cualidad de la tolerancia en abundancia”.

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El equipo que formaron ese 20 de noviembre de 1947, cuando se dieron el “sí, quiero” en la Abadía de Westminster, ha ganado todos los partidos hasta la fecha. La reina Isabel y el duque de Edimburgo han sabido compaginar los deberes reales con una rica vida personal y familiar. Juntos se han ido apoyando y sosteniendo a lo largo de los años, hasta el día de hoy, en el que la crisis sanitaria y el obligado confinamiento les ha hecho un regalo inesperado, volver a disfrutar a solas el uno del otro. La pareja se refugia en Windsor y disfruta de lo que nunca han tenido, unas agendas vacías, ya que, aunque el duque de Edimburgo está retirado desde el verano de 2017, la Reina permanece al pie del cañón.

 

 

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