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Reino Unido celebraba este lunes el Día de la Commonwealth, que conmemora la mayor mancomunidad de naciones del mundo. La ceremonia en la Abadía de Westminster congrega cada año a la Familia Real, pero en esta ocasión la reunión de los Windsor tenía un cariz más amargo, ya que suponía también el adiós de los Sussex como miembros senior de la Monarquía. 

El príncipe Harry y Meghan Markle llegaban de los primeros, dado que no formaban parte de la procesión que acompañaba a la Reina al templo. El hijo de Carlos de Inglaterra, con el gesto algo serio, parecía ser muy consciente de que este acto marcaba un antes y un después en su vida. Meghan, con un espectacular vestido verde con capa y tocado, volvía a brillar en su esperado regreso a Londres como ya lo hizo en los Premios Endeavour, de azul,  y en el Festival de Mountbatten, de rojo

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El día en que los duques de Sussex decían adiós a la vida de 'royal', era también el de el reencuentro con los duques de Cambridge, tras casi cuatro meses sin aparecer juntos en público. Si habitualmente la expectación es máxima cada vez que se reunen los llamados' cuatro fantásticos', este lunes se multiplicaba al ser la primera vez que coincidían desde el anuncio de su retirada y la última en un acto oficial. 

Los duques de Cambridge que, como novedad, tampoco participaban en la procesión tras la Reina, llegaban poco después de los Sussex. Kate Middleton apostaba por el rojo, con un vestido abotonado con zapatos a juego

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Los duques de Sussex eran recibidos a su llegada a la Abadía de Westminster por el reverendo David Hoyle, que era uno de los encargados de oficiar el mayor servicio multirreligioso del año en Reino Unido. Los miembros de la Familia Real iban llegando por estricto orden jerárquico, de manera que los primeros eran los condes de Wessex y, tras ellos, ocupaban su asiento el príncipe Harry y Meghan Markle desde donde esperaban la llegada de la Reina

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Con todas las miradas puestas sobre ellos, por fin se producía el esperado cara a cara entre los duques de Cambridge y los de Sussex, aunque con toda probabilidad a la mayoría le supo a poco. La rigidez protocolaria que acompaña a este tipo de actos dejaba poco espacio a la espontaneidad o a las conversaciones casuales, por lo que el intercambio de palabras entre las dos parejas se redujo a un saludo desde el otro lado de la fila de sillas. 

Harry y Meghan ocupaban la segunda fila junto a Eduardo y Sophie de Wessex. El príncipe Guillermo y su esposa, por su parte, se sentaban en el extremo izquierdo de la primera fila, por lo que al alcanzar sus asientos apenas pudieron dedicar un "Hola" a sus familiares

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Mientras esperaban la llegada de Isabel II, acompañada de Carlos de Inglaterra y la duquesa de Cornualles, los duques de Cambridge conversaban con los condes de Wessex, situados justo detrás, una imagen que, sin embargo, no hemos visto con Harry y Meghan, si bien es cierto que se situaban ligeramente más alejados. Los duques de Sussex sí se mostraban, como ha sido habitual en ellos, muy cómplices entre sí, intercambiando confidencias en varias ocasiones

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Como no podía ser de otra manera, la llegada de Isabel II, justo detrás de la del príncipe de Gales y la duquesa de Cornualles, marcaba el comienzo de la gran ceremonia. Tras entonar a coro God save the Queen, el himno nacional de Reino Unido, arrancaba el tradicional desfile de las banderas de todos los países que forman la Commonwealth. Este servicio religioso siempre está acompañado de multitud de bailes y actuaciones tanto dentro como fuera de la abadía, que lo convierten en todo un espectáculo transnacional 

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Aunque el acto apenas dejaba margen para la conversación, Carlos de Inglaterra se las arreglaba para dedicar unas palabras a su hijo en un día tan importante para él. Tanto el príncipe de Gales como su esposa, la duquesa de Cornualles, se daban la vuelta hacia Harry, que les correspondía con una mirada cómplice justo antes de proseguir con los cánticos de la ceremonia

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Entre las actuaciones y números que amenizaban la celebración de la Commonwealth en la Abadía de Westminster, se encontraba la del cantante Craig David y la de la compositora y actriz británica Alexandra Burke. Precisamente con el intérprete de Born to do it, el príncipe Harry protagonizaba a la salida un simpático momento al saludarle con un golpe de antebrazo en lugar de un apretón de manos. ¿Estaba tomando precauciones ante el coronavirus?

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Al finalizar la ceremonia, todos los miembros de la Familia Real formaban un cortejo tras la Reina para saludar a las autoridades religiosas y a todos los participantes. Los duques de Sussex, que desfilaban tras los duques de Cambridge, pasaron un buen rato charlando muy animadamente con los representantes de los diferentes países de la Commonwealth, así como con los encargados de poner música y baile al acto

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El campeón mundial de boxeo en la categoría de peso pesado, Anthony Joshua, fue uno de los encargados de dirigir unas palabras a los presentes durante la ceremonia. A la hora de saludarle, la duquesa de Sussex se detenía más tiempo del habitual para hablar con el deportista y parecía fascinada con la conversación de la estrella del ring

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A la salida de la Abadía de Westminster, la Familia Real era recibida por unos niñas que, ilusionadas, le entregaban un ramo de flores a la duquesa de Sussex. Meghan no dudaba en pararse a hablar con ellas, que la miraban fascinadas de estar tan cerca de una 'royal', mientras que la esposa del príncipe Harry disfrutaba de estos momentos que la vida fuera de la realeza no le brindará de la misma manera

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El príncipe Harry salía de la iglesia con el mismo gesto pensativo con el que entraba algo más de una hora antes, mientras Meghan mantenía la sonrisa que le había acompañado durante casi todo el acto. Eran los últimos acordes de su vida como miembros senior de la Monarquía

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Ya en el coche, con el ramo de flores que le entregó un grupo de niñas a la salida, Meghan Markle ponía fin a dos intensos años como una de las 'royals' más observada, querida, criticada y, desde luego, cotizada del mundo. Un cóctel lleno de claroscuros que al final ha podido con ella y con el príncipe Harry, a pesar de estar más acostumbrado a la presión del foco mediático. Los duques de Sussex están a punto de comenzar su nueva vida fuera del abrigo de Palacio y no han podido tener mejor adiós que este multitudinario acto

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