Tras perder su batalla en los tribunales de Londres para recuperar la seguridad para él y su familia, el príncipe Harry concedió una entrevista a la BBC que generó un fuerte impacto en los últimos días, especialmente por sus declaraciones sobre su relación con su padre, el rey Carlos III, y su hermano, el príncipe Guillermo. El duque de Sussex expresó su deseo de reconciliación, pero también dejó claro que su padre no le habla y que no sabe cuánto tiempo le queda de vida. La respuesta oficial de la Casa Real británica ha sido la esperada: silencio absoluto y una demostración de fuerza y unión.
"Me encantaría reconciliarme con mi familia; no tiene sentido seguir peleando. La vida es preciosa; no sé cuánto tiempo le queda a mi padre; no me habla por este asunto de la seguridad", afirmó el duque de Sussex en su última entrevista, concedida a la cadena pública británica y no a un medio estadounidense, con la consecuente repercusión que esto tiene dentro del Reino Unido. Teniendo en cuenta que Carlos III, que atraviesa un tratamiento contra el cáncer, además de su padre, es el jefe del Estado, sus palabras han levantado muchas ampollas, sin embargo, esto no alterado los planes en el Palacio de Buckingham, que se han mostrado unidos en un balcón que es sinónimo de la fuerza y la reafirmación de la monarquía británica.
Parece que llegados a este punto, y tras una larga batalla, solo hay dos opciones: Harry ya no puede hacer o decir nada que preocupe a los Windsor o, analizado de otra forma, no hay nada que una más a los Windsor que los ataques de Harry, que ha trasmitido bastante resignación durante esa entrevista. "Ha habido tantos desacuerdos y diferencias entre algunos miembros de mi familia y yo. Esta situación actual, que ya lleva cinco años en lo que respecta a la vida y la seguridad humana, es el punto de fricción. Es lo único que queda", afirmó el duque de Sussex horas antes de que sus palabras quedaran diluidas en la espectacular exhibición que ha tenido lugar en la residencia real londinense con motivo del 80º aniversario del Día de la Victoria, que simbolizan el fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa.
La presencia de la nueva generación, George, Charlotte y Louis de Gales, que no se había confirmado, ha sido como siempre un buen golpe de efecto junto a sus padres, los príncipes de Gales, Guillermo y Kate, las estrellas más brillantes de realeza británica, y en el que los reyes Carlos y Camilla también han contado con el apoyo de la princesa Ana, que asistió igual que su marido, Timothy Laurence, con su uniforme militar y todas sus condecoraciones; y también los duques de Edimburgo y el duque de Kent.
Este balcón, inicialmente anunciado solo con la presencia de Carlos y Camilla, terminó convirtiéndose en una muestra total de respaldo a la monarquía. Con ello, la entrevista de Harry quedó completamente opacada, reforzando la imagen de los Windsor como una institución que sigue adelante sin reaccionar públicamente a sus palabras. Sin embargo, aunque la postura respecto a Harry parece firme, no todo dentro de la monarquía británica ha marchado en una única dirección.
El ejemplo más claro de división es el papel del príncipe Andrés, cuya presencia pública en los últimos tiempos ha sido cuidadosamente gestionada. A pesar de sus apariciones, nunca ha estado en actos junto a los príncipes de Gales, reflejando una tensión interna que lleva tiempo filtrándose en los medios. Ya en 2022, durante el servicio de la Orden de la Jarretera, se especuló que Guillermo había lanzado un órdago, dejando claro que no participaría en eventos junto a su tío, apartado oficialmente de la vida pública por su vinculación con el caso Epstein.
Otro momento de incertidumbre fue la retirada temporal de Carlos III por su enfermedad, cuando no quedó claro si la dirección de la institución recaía sobre Guillermo o sobre la reina Camilla. La falta de sincronización entre ambos puso de manifiesto la competencia interna, algo que se corrigió con un acto oficial que los mostró en perfecta coordinación cuando la sensación de trono vacío ya había corrido dentro y fuera del Reino Unido.
A lo largo de estos años, ha quedado patente que Carlos III y el príncipe Guillermo tienen enfoques distintos para ejercer su papel y liderar la monarquía. Sus estilos propios han generado diferencias en la manera de llevar la institución, lo que es comprensible. Sin embargo, dentro de una monarquía donde cada uno trabaja con agendas, equipos y oficinas separadas, Harry sigue siendo el factor que logra que todos remen en una misma dirección.