La soberana, acompañada por su marido, el Duque de Edimburgo, y por sus hijos, el Príncipe de Gales; el Duque de York; la Princesa Real con su marido, Timothy Laurence, y el conde de Wessex con su mujer, Sophie Rhys-Jones, recibió en el Castillo Windsor a los representantes políticos de sus reinos en el extranjero -algunos de ellos de puntos tan lejanos como: Islas de Cook, Tuvalu, Australia y Belieze-, a los que ofreció una cena de gala en la Cámara Waterloo.
A continuación, los anfitriones reales mostraron a los invitados la Biblioteca Real, una magnífica estancia, que alberga grandes tesoros y una selecta y antiquísima colección de libros y manuscritos. Entre las reliquias, que se encuentran en lujoso rincón literario de Windsor, están la sobre camisa que Carlos I llevó en su ejecución, en 1649; la carta de rendición, que Napoleón escribió al Príncipe Regente, en 1815, y los guantes de vuelo usados por el Duque de York, durante el conflicto de las Islas Malvinas, en 1982.
"Echo de menos a mi abuela"
Fue una verdadera sorpresa para la Reina el que su hijo, [Carlos de Inglaterra], que hasta el último momento permaneció recluido en Balmoral, Escocia, dando tributo a su abuela, asistiera a este acto celebrado con motivo de la conmemoración de su Jubileo, cuyos [festejos se prolongarán durante tres meses, desde el próximo 29 de abril hasta el 7 de agosto].
El Príncipe de Gales, el que fuera nieto predilecto de la reina Elizabeth, ha sufrido un duro golpe tras la pérdida de la Reina Madre y, como no podía ser de otra forma, también en esta ocasión tuvo muy presente a su abuela.
"La echo de menos, mucho más de lo que yo pueda expresar" fueron sus palabras, hace unos días, en la que fuera su primera aparición pública, tras los funerales por la Reina Madre. "Y estoy emocionado por las abrumadoras cartas de ánimo y afecto, que nos han llegado durante estos días", añadió.
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