La reina Beatriz de los Países Bajos desolada en el entierro de su padre

Por hola.com
Presentarse ante Dios en su estado natural
La iglesia se llena de música y aromas. Hay claveles por todas partes. Con ellos se honra la memoria del Príncipe que no dejó de llevar jamás uno blanco en el ojal de su chaqueta. Las 14 columnas de la nave central se han adornado con coronas de flores. También, las escaleras que conducen a la cripta: crisantemos de tonos verde y blanco, Aster, rosas, Alstroemerias (lirios amarillos de Sudamérica); Lisianthus; Euforbias fulgentes y Anogizanthos.
Suenan las cornetas. Así lo dispuso también el Príncipe: "Last Post" (La última avanzada) para minutos antes de que sus restos fueran llevados hasta la cripta. La música indica que los soldados deben de estar de vuelta en sus cuarteles antes de que caiga la noche. El Príncipe eligió esta pieza, común en los funerales militares, para indicar al mundo que el soldado ya ha cumplido.
Bajan al mausoleo, acompañando el féretro, sus hijas: la reina Beatriz y las princesas Irene, Margarita y Cristina. Visten de blanco como es tradición en los entierros de los Orange.

46º miembro de los Orange en la Cripta Real
Aunque el embalsamamiento es una tradición ancestral en la casa de los Orange, el príncipe Bernardo al igual que la reina Guillermina (abuela de la Reina Beatriz) y su madre, la reina Emma, ha querido presentarse ante Dios en su estado natural. El hecho de que la mayoría de los Orange hayan sido embalsamados tenía básicamente un fundamento práctico.
Antiguamente pasaban semanas e incluso meses entre el fallecimiento y el enterramiento en Delft. Este tiempo se utilizaba para despedir el cuerpo y preparar el entierro, y hacía necesaria una forma de conservar el cadáver mientras tanto. El príncipe Maurits, hijo de Guillermo el Silencioso, fue enterrado cinco meses después de morir. Su madrastra, Louise de Coligny, puso a la corte en jaque al fallecer en la localidad francesa de Fontainebleau, ya que tardaron más de siete meses en trasladar su cuerpo hasta la cripta real en Delft.
El cuerpo del príncipe Bernardo, como manda la tradición de la Casa de Orange-Nassau, descansa ya en paz en el mausoleo familiar de los Orange en la iglesia Nieuwe Kerk. El primero fue el Príncipe Guillermo de Orange, en 1584. El Príncipe Bernardo será el 46º miembro de la casa de Orange-Nassau en ser enterrado en la Cripta Real. El féretro ha sido colocado cerca del de su mujer, la Reina Juliana.
Suena el "Gloria", de Händel; y "Fuga", de Bach y la Familia Real pone rumbo al palacio de Noordeinde, donde los representantes de las monarquías e incitados personales podrán ofrecer sus condolencias.