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Los Reyes de España se reúnen con el Sultán de Omán en el Palacio Real de Madrid

María José Gómez y Verdú, experta en protocolo, ante la gran cena de gala en el Palacio Real: "La mesa será, una vez más, una obra de arte efímera"



Image© Spanish Royal Household via Gett
4 de noviembre de 2025 - 19:28 CET

Es la visita de más alto nivel que se celebra desde hace dos años, por eso todas las miradas están puestas en el viaje de Estado que el Sultán de Omán ha comenzado en Madrid. Tras ser recibido con todos los honores a su llegada, los reyes Felipe y Letizia abren las puertas del Palacio Real de Madrid para ofrecer una cena de gala en su honor. Una cita en la que cada elemento cuenta una historia: desde la mesa a la disposición de los invitados o la decoración. Detalles que desgrana a continuación María José Verdú, experta en protocolo y etiqueta que analiza esta velada.

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Sus Majestades los Reyes de España ofrecerán una cena de gala en honor al Sultán de Omán, en un acto que combina la solemnidad del protocolo de Estado con la sofisticación de la etiqueta más refinada.

La velada dará comienzo con la recepción oficial en el vestíbulo del Palacio, donde los Reyes recibirán personalmente al Sultán y a su séquito. Tras los saludos institucionales, los invitados accederán al salón preparado para la ocasión, un espacio donde cada detalle, desde las flores hasta la iluminación, ha sido cuidadosamente dispuesto siguiendo las normas más estrictas del ceremonial real.

Durante la recepción, el personal de la Casa de Su Majestad coordina con precisión el orden de llegada y de precedencias, en cumplimiento del Real Decreto que regula los actos oficiales. Solo cuando los Reyes ocupen sus lugares en la mesa se iniciará el servicio, marcando el tono de respeto y solemnidad que caracteriza a los banquetes de Estado.

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Para esta cena, se prevé que la disposición de los comensales siga el estilo francés, uno de los formatos más elegantes del ceremonial europeo. En él, el Rey y la Reina se sitúan uno frente al otro en el centro de la mesa imperial, mientras que el Sultán de Omán ocupará el puesto de honor a la derecha de Su Majestad la Reina. A la derecha del Rey se sentará la figura de mayor rango de la delegación omaní, completando así una presidencia equilibrada, simbólica y visualmente armónica. Este sistema, que el Palacio Real utiliza en visitas de especial relevancia, permite que tanto el anfitrión como la anfitriona compartan el protagonismo del acto y facilita un diálogo fluido entre las dos delegaciones.

La mesa, de más de cincuenta metros, vestida con manteles de hilo, vajilla de porcelana y candelabros de plata, será, una vez más, una auténtica obra de arte efímera. Los centros florales, coordinados por el Servicio de Floristería de Patrimonio Nacional, se disponen bajos para no interrumpir la conversación, y cada detalle del montaje sigue un protocolo centenario. 

Los servicios de mesa se desarrollan de forma coreográfica: los camareros se desplazan en perfecta sincronía, con una elegancia que forma parte de la ceremonia en sí.

El código de vestimenta en una cena de Estado en el Palacio Real es innegociable. Los caballeros lucen frac o uniforme de gala, acompañado de condecoraciones o insignias nacionales. Las damas, por su parte, visten largos de noche en tejidos nobles, acompañados, en el caso de las invitadas de rango real o diplomático, de tiaras o joyas de familia.

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La Reina Letizia, como anfitriona, suele elegir para estas ocasiones creaciones de alta costura española, combinando sobriedad y elegancia. En respeto al invitado, los colores y complementos suelen seleccionarse con sutileza diplomática, evitando tonos o símbolos que puedan tener connotaciones culturales inadecuadas.

Sin embargo, es probable que esta noche la Reina Letizia no luzca tiara, como ya ha ocurrido en anteriores visitas de mandatarios árabes. En esos casos, el protocolo opta por la sobriedad y el respeto hacia la cultura del país invitado, evitando el uso de símbolos o elementos que puedan interpretarse como inapropiados.

En lugar de la tiara, la Reina podría decantarse por un elegante recogido acompañado dependientes de alta joyería o una pieza de inspiración oriental, equilibrando diplomacia y estilo personal. Fiel a su línea habitual, Letizia suele escoger creaciones de alta costura española que destacan por su modernidad y sutileza, convirtiéndose, una vez más, en embajadora de la moda nacional.

Si algo distingue a los banquetes de Estado en España es la delicadeza con la que se diseña el menú. Los cocineros del Palacio Real trabajan con semanas de antelación en la creación de una propuesta que refleje lo mejor de la gastronomía nacional, pero que también honre las costumbres del país invitado.

En el caso de esta cena en honor al Sultán de Omán, se prevé un menú adaptado a las tradiciones árabes: sin cerdo ni alcohol, y con ingredientes cuidadosamente seleccionados. Habitualmente, el menú combina productos españoles con sabores y especias del país homenajeado.

Así, podría incluir una entrada de verduras de temporada con aceite de oliva virgen extra, un plato principal de pescado blanco con toque de azafrán, y un postre inspirado en los dátiles, pistachos o mieles típicas de Oriente Medio. Todo ello acompañado de bebidas sin alcohol o zumos naturales servidos en copas de cristal tallado, manteniendo el equilibrio entre elegancia y respeto cultural.

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El Rey pronunciará unas palabras de bienvenida, subrayando los lazos históricos y la amistad entre España y Omán. A continuación, el Sultán responderá con su propio brindis, gesto que simboliza la reciprocidad diplomática. Ambos lo harán con copas levantadas, habitualmente de agua o bebida sin alcohol cuando así lo indica la tradición del invitado, en un momento de gran carga simbólica.

Cada gesto, cada detalle, está medido. Desde el modo en que los invitados esperan a que Sus Majestades tomen asiento hasta el ritmo con que se sirve cada plato, el protocolo se convierte en el lenguaje silencioso de la diplomacia. No hay improvisación posible: la cena es una coreografía institucional donde la etiqueta se transforma en una forma de comunicación entre naciones.

El Palacio Real de Madrid, con sus lámparas de cristal, tapices históricos y vajillas de época, volverá a ser esta noche el epicentro de la elegancia europea. Una cena de gala que no solo celebra la amistad entre dos países, sino también la permanencia del arte del protocolo: ese delicado equilibrio entre respeto, tradición y belleza que define a las grandes ocasiones de Estado.

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